Colombia, el país donde su devenir histórico, social y político se ha ejercido a través de comedias, donde ellas yacen en el enmarañado discurrir de la gobernanza. Pero el tiempo llega siempre, un Kairós que nos concentra al cambio ante la entropía política, anacrónica, que se alza con esperanza ucrónica  para reconstruir este país en debacle social y político.

 

Es un hecho que en el mundo manda el poder económico ante el gran compuesto político, más no la verdad, verdad que tiene su manifiesto central en el amor. De allí, que pregonemos que todo el acontecer es un entramado de comedias donde con la mentira ocultamos la verdad, ocultamos las realidades que impactan creando brechas insalvables, esas comedias vagan por todos los entornos como expresión falaz, abordando roles diversos en ese actuar del hombre formando contradicciones, generando diversidad de gestiones que distan del bien común.

 

Es una verdad de puño que nuestra civilización es un devenir donde afloran libretos sociales y políticos en escenarios donde hacen presencia comedias humanas de todas las estirpes. Es allá, en el pandemonio, recinto de la mitomanía y los engaños, desde donde deliberan las comedias los satánicos personajes de las instituciones, donde la gobernabilidad es una ficción, allí donde se desconoce la ética y la moral, donde el bien común del pueblo se desvía para engrandecer la voracidad de los poderosos por medio de impunidad y corrupciones.

 

Quienes comedian, trampean usando a los demás, fustigan, fantasean, para engañar al otro, comedian quienes gobiernan, administran, y ejercen sus actos en el común del tiempo y el espacio, reflejando la descomposición social reinante. Comedias, comediantes se sumergen en un mundo habilitado para tragedias, para desarraigos, donde se codicia, se ejerce impunidad y corrupción. En esos escenarios se practica el sentir real de la vida decadente, con encantos que hacen ver paraísos artificiales, donde muchedumbres inquietas se revuelcan en sus desgracias, que como dice el poeta se alzan pilares de la poética urbana acompañada de la bohemia bochornosa.

 

Las comedias sustentan dramas continentales, artificios para desentrañar realidades o para ocultarlas. Propósitos diversos muestran la existencia de una lucha social, cargando en su interior acciones, creencias, pensamientos, ideologías confusas, doble moral y expresiones éticas para traficar, debatiendo acontecimientos que buscan limpiar las prácticas impúdicas y toda estigmatización cobarde. Los roles de las comedias se perfilan dentro de trascendentales hechos de la vida en común y por sus efectos y recurrentes episodios dejan entrever como se desintegran las conductas humanas para encapsular ciertos comportamientos no santos.

 

Al recorrer nuestros pensamientos por las múltiples sendas de las comedias, sobresalen ecos que dicen que en esos roles se debaten escenarios que disparan diatribas de inconformidad. En contexto; hoy no interesa el pueblo a los comediantes, sino hacer de su poder actos de opresión y acallamiento. Pero el silencio no puede ser un instrumento de pecado y miedo, sino esa fuerza que espera el desenlace de su rebeldía cansada de tantas comedias degradantes que solo tienen papeles donde se violan los derechos, contra lo que hay que luchar.

 

El hombre actuando con comedias se aparta de sí, falsificando identidades, camuflando posturas con elementos consumistas. El poder del mal es patético en las comedias que penetra en la sociedad que viene de cruzar sendas de colonización sin independencia. La comedia social a la que narra lo absurdo se centra en hechos donde predomina el poder y el dominio, a donde pertenecen la politiquería y la religión, dejando por fuera la esencia que es el hombre a quien le profanan sus valores naturales, y con esto lo degradan y lo criminalizan, para después cínicamente victimizarlo.

 

Las comedias suponen verdades de a puño, como decir que, en esta pandemia, la comunidad ha explotado su desgano, porque los controles sanitarios han dejado sin realización temporal, la semana santa, la navidad y otros oficios religiosos. Pero la razón de desgano se fundamenta en que no se pueden aprovechar estos eventos para el fin real, que son las fiestas, los paseos y todo tipo de jolgorio social. Lo espiritual es mentira, la fe solo tiene presencia en ritos y ceremonias La doble moral siempre en curso.

 

Las comedias, representaciones ficcionales y realidades del oficio político, marginan el discurrir social. Todos los actos de gobierno son comedias donde intrusos comediantes del poder con sus galas y caretas que adornan sus rostros cínicos con gran rigor, mientras una sociedad de primera línea hace presencia. Con Lamentaciones humanas viendo correr la sangre producto de las balas asesinas y de los atropellos de unos gendarmes enceguecidos por los deseos de matar.

 

Bajo que pilares se sitúan hoy las sociedades, ¿Las sociedades giran en el vacío, aun ante la existencia de un mundo presencial, porque han perdido el norte con la decadencia ética, cuando la ilegalidad se sitúa por encima de la democracia, aun bajo la egida de un contrato social que no se cumple? El imperio de las comedias recorre el mundo incrustado en el poder que absorben identidades, que les son propios a intereses comunes, esto es, al pueblo, que no puede perder su reconocimiento.

 

El devenir de las comedias sencillamente suprimen derechos y atributos de la identidad, crean desigualdades y entran con mayor asiduidad cuando la sociedad exige que se cumpla la institucionalidad. Así pues, entre contradicciones, confusiones, promesas, propuestas, percepciones, interpretaciones, exageraciones y cumplimientos sin resultados, la obra teatral se expone, pero queda en suspenso, queda en el vació, en el devenir por venir. Las comedias buscan ocultar tensiones sociales originadas por el desordenado manejo de la cosa pública que siempre está cosechando en todos los frentes del tejido social, propuestas desestabilizadoras ante la falta de trazabilidad en las tareas propias de la gobernanza.

 

Los procesos oscuros de una nación en destrucción, solo genera paraísos artificiales que anuncian decadencias. Desterrados, surgimientos de movimientos ilegales, siervos sin tierra, condenados de la tierra que dormitan en cumbres borrascosas que van y vienen ante sus desarraigos, cantando himnos y versos de esperanza, en un delirio absurdo, pero decidido afán rebelde de liberación. Hemos venido diciendo que los actos de comedia configuran formas de administración de estado y de posturas sociales; los comediantes politiqueros y funcionarios están siempre en escena haciendo del absurdo la razón de sus actos.

 

Las comedias se entrelazan en todos los eventos de una colectividad, esto quiere decir que las comedias son mutantes dentro de un escenario multicultural. El multiculturalismo es un proveedor de desigualdades y de otros espectros sociales que le dan un amplio dinamismo al conjunto de variedades circenses, al margen de acrobacias, típicas posturas de quienes se mueven en el argot político. El pueblo viene recibiendo la influencia de los roles del dramatismo de todos los comediantes del absurdo político en sus libretos plasmados de engaño y mentiras basófilas.

 

Los mensajes llegan de los distintos frentes de la institucionalidad con sus aberrantes tóxicos enajenantes, haciendo perder los valores que conducen a una verdadera relativización desconcertante, en torno a un pluralismo confuso. Pero ante esta guerra fría no debemos ceder, para lo cual tenemos que denunciar toda esta amalgama de atrocidades que tienen el carácter de crímenes de lesa humanidad, pues atentan contra la dignidad humana y natural, para que la justicia acuda con sus leyes a aplicar los debidos castigos.  No es forzoso decir que esos atentados irracionales vienen de personajes del orden que desde ya se deben declararse como un peligro para la sociedad, máxime que recibieron de la comunidad la representación constitucional.

 

En el diario vivir con sus insalvables obstáculos, pero llenos de salvaguarda, siempre habrá la fuerza espiritual para sembrar y cosechar esperanza y dar ubérrima solidaridad a quienes están siendo azotados con distintas pandemias y posturas humanas. Seamos comediantes de paz, de mensajes justos, de ubérrimos sentidos de amor y servicio, esto es, gobernar sirviendo. Un gobierno comediante es aquel que aparenta gobernanza, que no siente la realidad por su mordaz manejo oculto a la comunidad que disfraza con mentiras, dentro de la unidad de contrarios, llevando a la nación a la desarmonía, a la crisis y su posterior destrucción.

 

La conciencia humana viene con desfogues sociales y políticos, donde las comedias y las tramoyas parecen ser el veredicto a todo tóxico, que el diálogo perdió su cometido superado por el escepticismo moral y ético. La ausencia de una mística pública y privada fuerza de toda adversidad social. Un desorden espiritual importa para que impongamos medidas cautelares a los actores del conflicto para que frenen el ímpetu perverso de toda comedia injustificada. Un imperativo humano debe aliarse para enderezar la convivencia social deteriorada por las lujurias políticas.

 

Una depuración política e institucional urge por la falta de ética y honestidad. La comunidad debe ser informada de todas las gestiones de gobierno, debe también darse debates públicos ante la explosión de los problemas sociales, diseñando procesos de solución donde converja el respeto ideológico y toda diferencia personal. El descuaderna miento que vive el mundo-país por la fragilidad humana desborda los límites insolidarios. Hoy se quiere subsanar todo conflicto mediante una vorágine de violencia, eliminando con la muerte a sabiendas de que todo queda impune, y que aquí no pasa nada. Las comedias son la puerta abierta para establecer la dictadura globalizada.

 

La comedia de la vida presenta una sociedad que se deleita con los placeres, las tragedias, los vacíos y los comportamientos ajenos, que descalifican toda conducta, pensamiento y emociones positivas. Todos somos comediantes con base a metodologías que eluden realidades, engendrando dramas, haciendo de la razón una ficción, comportándonos como bufones, adalides virtuosos, detractores de la historia. La postura humana en todas sus facetas discierne ante el sentir emocional, y en esos libretos cunde el hombre disfrazado de personajes tipo para ocultar la verdadera identidad. No somos, lo que somos. Somos lo que una sociedad y un estado quiere que seamos. El teatro de la vida es hipócrita, pues sus comediantes no ejecutan el papel del verdadero libreto.

 

Ante la proliferación de las comedias sin fin, verdaderas pesadillas atormentan a la comunidad en su armonía, comunidad que afronta la embestida de engaños administrativos, por acuerdos sin retorno, por garantías sin avales, de leyes impopulares y mucho más, las obras del teatro comediante no dejan de asombrar ante las necesidades de una nación que llora los muertos del estado, el trabajo sin contrato laboral, la educación sin escuelas, la farsa de los compromisos, las viviendas palomeras, la salud sin desarrollo, el hambre que nunca se va.

 

Por todo, en la comedia social y política el hombre se juega su identidad en desenlaces sombríos, donde cunde un lenguaje retórico con el aval de las mariposas amarillas, con su velorio de noches sin estrellas, con los rezos de una comunidad sin esperanza que interpreta los evangelios del amor y del servicio ante la oscuridad que espera la luz del nuevo día con la ilusión del devenir utópico. Esta es la situación del pueblo que interpreta imaginaciones que se dramatizan según se vive. Las comedias hacen eco con el mensaje de Dante, esto es, el vicio, la virtud y el paraíso.

 

Por los laberintos de los comediantes políticos y gobernantes, clanes, partidos, carteles como de otros movimientos del colectivo de la comunidad, surgen pensamientos ubérrimos de ambiciones, de maldad cual leviatanes del poder con el dramatismo propio de su incapacidad. Esos monstruos públicos se perfilan como parásitos que absorben las riquezas de los otros que debieran estar al servicio social. El ser, razón de la existencia de ser, transforma el mundo. Este Ente de grandezas de vida y otras materializaciones sociales, el mismo hombre lo privatiza para luego, después de saciarse, lo extingue. El hombre y sus instituciones letales hacen del ser razón de ser de la muerte, que, bajo esquemas múltiples, sucumbe en un mundo donde la violencia hace parte del aparato público.

 

Las comedias son brechas entrecortadas donde sus líneas no guardan relación, más si las intrigas políticas llenan los espacios de ilegalidad. Dichas comedias globalizadas no tienen eco social, pues incurren en dogmas de estado corrupto. Saberes diversos, la academia, centros de investigación y de cultura, abogan ante estos adefesios, pero la muralla estatal se antepone impidiendo que sus aportes lleguen para apoyar ante el apocalipsis mediático. Y sistemático del sistema.

 

El show global de mitómanas comedias recorre el mundo. Guerras, elecciones, pandemias, conflictos, emigraciones, medio ambiente, derechos humanos, narcotráfico, conflictos fronterizos, políticas arancelarias a productos que desde hace años están sin gravámenes. Estos y más asuntos que están en los libretos del gobierno de manera explosiva, en vez de conducir a solucionar problemas, generan más crisis. Esta es la forma de gobernar con engaños. De allí que recobre altura expresiones de Maquiavelo, cuando dijo que el gran engaño encuentra siempre quien se deje engañar, y ese quien está en una comunidad que vive en el terror y el miedo.

 

Las distintas comedias desarrollan pues las formas como se conducen los tiempos y los espacios de gestión. Cunden revelaciones cosmológicas de administración pública y privada, para representar con el imperio de la mentira medidas sin razones de una realidad que no existe. Solo se aprecian absurdos programáticos con narrativas de cuentos de hadas, buscando interpretar conductas insulsas que no contrastan con las agitaciones sociales.

 

Las comedias son una costumbre en nuestra civilización, con componentes destructivos alejados del curso social que impactan cual el big bang en todos los pueblos.

Creer, si, denunciar, si, luchar, si, resistir, si, rebelarnos ,sí.

 

Mariano Bernardo Sierra Sierra

Abogado, egresado de la Universidad Libre de Colombia

 

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