De niño, tal vez seis o siete años, con una caja de cartón rectangular, pudo ser de 10 por 25 ctms, le recortaba un cuadro de unos 7 por 12 Ctms; y en los lados le hacía unos pequeños huecos para atravesar un palo circular de unos 12 Ctms de largo, uno en la parte superior y el otro en la parte inferior.

 

En tales palos enrollaba las cintas hechas con las figuras a color de las tiras cómicas que luego pegaba en el otro extremo de la cinta, y, en el palo inferior, pegaba el comienzo del rollo; de tal manera que, al rotarlos fueran pasando las figuras de las tiras cómicas, con sus respectivos textos, por el cuadro que antes había recortado.

 

A este artilugio, yo le llamaba la Caja Mágica que en la simultaneidad de mi lectura de los textos y el paso de las figuras a color resultaba un símil del cine, para los amigos del barrio.

 

Muchos años después, asistí a un curso para aprender a utilizar la computadora, que traía unas tarjetas perforadas y había que crearse la programación; no todo estaba hecho, como las computadoras de ahora; entonces recordé mi Caja Mágica y empecé a programar unas fichas con unos textos sencillos que fueran pasando, ordenadamente, por la pantalla, al pulsar el cursor, para luego adicionarle las figuras coloreadas, para que pasaran en seguida de los textos; pero para tal cosa tuve que pedir la colaboración de Parmenio Ortega, profesor de la asignatura y, quien había estudiado Programación de Computadoras, en la Universidad del Valle, en Cali.

 

Lo curioso y triste del asunto es que hasta entonces yo no tenía una computadora; por tanto, para la elaboración de mi tesis de Maestría, en Lingüística y Español, tuve que recurrir al auxiliar de las fichas que, con una nomenclatura rigurosa y, en ciertos casos, con el apoyo de los colores, las colocaba sobre una lámina de icopor, según el texto, bien como cita bibliográfica, como cometario o aporte al tema, según las notas de la investigación.

 

Este curioso pasaje lo comenté con una amiga, Ingeniera Civil, Especializada en Ingeniería Sanitaria que, tomó el modelo e hizo un programa para su computadora con las fichas respectivas, bien organizadas, para facilitar la redacción de su Trabajo de Grado.

 

Años más tarde, leí en un libro de Lingüística que la invención de la computadora estaba basada en los principios gramaticales de las estructuras sintácticas de la lengua, con la adecuación a un alfabeto binario. Eso, según el texto, ocurrió por allá en el año 43 del Siglo pasado, en la Universidad de George Town, USA.

 

Pues sí, en pocas palabras, las estructuras superficiales de la lengua tienen esa organización, rígida de un sistema artificial; pero no racional (¿?), comunicativo. Y, esto que diré no lo van a creer; pues, se están haciendo investigaciones sobre la Lingüística Cuántica. Y ahora, con el avance de la robótica, el tema se vuelve más interesante.

 

Pregunto yo ¿Qué hace la Pedagogía de la Enseñanza, para estar a tono? El desafío en este área del aprendizaje es muy grande, pero retador; de tal manera que “pilas”.

 

En la actualidad, la computadora es mi instrumento más valioso para realizar las cantidades de artículos, trabajos académicos, novelas, cuentos, poemas, vídeos sobre temas culturales y demás; que, con la gran ayuda prestada por las impresoras, las revistas, los periódicos, etcétera, he podido publicar.

 

Por nombrar algunas: “Hechos y Proyecciones del Lenguaje” Revista del Departamento de Lingüística y Español de la Universidad de Nariño; “ ASOJUNAR” Revista de la Asociación de jubilados por la Universidad de Nariño; “Udenar Periódico”, virtual; “Tendencias de Nariño” , virtual; “LitNar”, virtual. Y, aquí debo mencionar el invaluable aporte de las Redes Sociales, como Facebook, Google, YouTube, monografías.com, que me han permitido dar a conocer, universalmente mis escritos.

 


 

**El autor es Profesor Titular (pensionado) de la Universidad de Nariño y ejerció la profesión en la Universidad Mariana, Pasto; Universidad del Valle, Cali; Universidad Javeriana, Cali; Universidad Santiago de Cali; Universidad Antonio Nariño, Cali; Instituto Colombiano de Pedagogía e Investigaciones -INCOLPE- Cali. Fundador y Director de la Revista “Hechos y Proyecciones del Lenguaje” (1.986 – 1.993)

 

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