Es propio del proceso de conocimiento que los primeros objetos que se conocen son los inmediatos, generalmente objetos materiales. Por eso, las primeras manifestaciones de la lucha de los obreros se dieron contra las máquinas, en Gran Bretaña. A diferencia de la producción precapitalista, donde el productor era dueño de las herramientas y estas dependían del sujeto trabajador, la máquina propiedad del capitalista convierte al obrero en un apéndice suyo. La máquina es el sujeto y el trabajador es el predicado. El hombre de hierro somete al ser humano de carne y hueso. El obrero identificó de inmediato a su enemigo con el hombre de hierro y la lucha se inició contra éste. Las primeras organizaciones obreras, los ludditas, tomaron el nombre del legendario general Ludd, y su acción consistió en la destrucción de las maquinas. Al respecto nos dice Carlos Marx, en El capital:
La lucha entre el capitalista y el obrero asalariado se inicia al comenzar el capitalismo. Esta lucha se desarrolla a lo largo de todo el período manufacturero. Sin embargo, el obrero no lucha contra el mismo instrumento de trabajo, es decir, contra la modalidad material de existencia del capital, hasta la introducción de la maquinaria. Se subleva contra esta forma concreta que revisten los medios de producción, como base material del régimen de producción capitalista… Hubo de pasar tiempo y acumularse experiencia antes de que el obrero supiese distinguir la maquinaria de su empleo capitalista, acostumbrándose por tanto a desviar sus ataques de los medios materiales de producción para dirigirlos contra su forma social de explotación.[1]
El sistema capitalista es una unidad, de ella forman parte tanto la industria que fabrica las mercancías, como la agricultura y la minería capitalistas, donde se producen las materias primas, y el comercio donde se venden las mercancías y se realiza la plusvalía. Por lo tanto, los grandes almacenes capitalistas son también el hombre de hierro. Por esta razón, algunos de los y las manifestantes en el paro actual sienten el impulso de atacarlo. Solo la ignorancia o la poca imaginación o la mala intención puede llevar a decir que quienes destruyen objetos en el comercio capitalista en Colombia están financiados por el presidente de Venezuela.
La clase obrera debió acumular mucha formación teórica y mucha experiencia, para comprender que la lucha no era contra los objetos materiales que estaban a la vista sino contra las relaciones capitalistas de producción, que son invisibles. Que el cambio radical no consiste en incendiar cosas sino en cambiar la propiedad privada capitalista por otra forma de propiedad. Pero debió pasar mucho tiempo, antes de que la clase obrera avanzara hasta descubrir estos problemas esenciales. Al comentar los hechos de La comuna de París, de 1871, Marx escribió: …la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo.[2] Esto lo saben las organizaciones proletarias en todo el mundo de hoy, pero se precisa la educación de todos los luchadores por los intereses de los trabajadores y de las capas medias. Esto se aprende también en la lucha.
Julian Sabogal Tamayo
[1] MARX, Carlos (1976) El capital, tomo I, México: Fondo de Cultura Económica, págs. 354-355.
[2] MARX, Carlos (1969) La guerra civil en Francia. En Obras Escogidas de C. Marx y F. Engels, Moscú: Editorial Progreso, pág. 307.