El 31 de diciembre de 1930 se dio inicio al juego de los “Años viejos”, claro rito catártico, o de purificación, del fuego y la muerte, de gran interés sociológico, y manifiesta extracción popular. Sobre el origen del Desfile de Años Viejos en Pasto, la historiadora Lydia Muñoz Cordero, afirma lo siguiente: 

 

“En diciembre de 1930, Fernando Narváez Benavides, armero de profesión, guardó el muñeco de inocentes, que se elaboraba con trapos y aserrín, con la intención de incinerarlo en la media noche del último día del año.

 

Para llamar la atención, colocó al muñeco a la puerta de su taller. Para su sorpresa, los muchachos de aquella época, en un abrir y cerrar de ojos se lo llevaron a la puerta del Palacio Municipal, donde fue enervado en un jumento que pasaba con unas cantinas de leche. Al sentir el muñeco como jinete, el animal salió despavorido por la Plaza de la Constitución, llegando hasta el sector de la Carnicería de “los dos puentes”.

 

Pero el suceso no terminó allí. Se cuenta que Don Fernando, fue multado por el alcalde, con la suma de un peso ($1.00), por perturbar el orden establecido. Pese a todo lo ocurrido, a la media noche del día 31 de diciembre, se efectuó en Pasto y por primera vez, la quema de un muñeco que a partir de entonces se llamaría Año Viejo”.[1]

 

Pese a todo lo ocurrido, a la media noche del día 31 de diciembre, se efectuó en Pasto y por primera vez, la quema de un muñeco que a partir de entonces se llamaría Año Viejo”

 

[1] MUÑOZ CORDERO, Lydia Inés (1985). Historia del Carnaval Andino de Blancos y Negros en San Juan de Pasto. Cartilla Infantil Ilustrada. Instituto Andino de Artes Populares. Quito, Ecuador, pp. 183-184.

Cuarta Parte

 

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