La herencia del conservadurismo en la identidad Kamëntsá
El conservadurismo religioso es una expresión cultural que se mantiene con fuerza en muchas comunidades indígenas de Colombia, y el pueblo Kamëntsá no es la excepción. El pueblo Kamëntsá, también conocido como Kamsá o Camsá, es un pueblo indígena que habita principalmente en el Valle de Sibundoy, ubicado en el departamento del Putumayo, al suroccidente de Colombia. Su nombre, Kamëntsá, se traduce como “personas de aquí mismo con pensamiento y lengua propia”, reflejando su fuerte identidad cultural y lingüística. A pesar de los esfuerzos por preservar su idioma, la comunidad ha enfrentado desafíos debido a la discriminación y la imposición del castellano en contextos educativos, lo que ha llevado a una disminución en el uso del idioma entre las generaciones más jóvenes.
La presencia del conservadurismo católico en el pueblo Kamëntsá ha marcado profundamente su identidad cultural y espiritual. Se ha generado un proceso de asimilación, resistencia y adaptación que perdura hasta la actualidad. La llegada de los misioneros católicos al Valle de Sibundoy durante los siglos XVI y XVII no solo trajo una nueva religión, sino también un sistema de valores. Dicho sistema buscó reemplazar las estructuras tradicionales de pensamiento y organización social existentes; este encuentro entre cosmovisiones produjo transformaciones significativas en la idiosincrasia Kamëntsá. Transformando así su relación con el territorio, la comunidad y lo sagrado. Esta influencia no resultó en la desaparición de las creencias tradicionales, sino en una fusión que dio origen a un sincretismo religioso distintivo.
Los Kamëntsá adoptaron aspectos del catolicismo como las procesiones, el bautismo, las festividades de santos y el respeto a la jerarquía eclesial, pero sin abandonar su cosmovisión ancestral basada en la armonía con la naturaleza y el papel fundamental de los taitas o sabios espirituales. La convivencia entre lo ancestral y lo católico ha favorecido la permanencia de valores conservadores dentro de la comunidad Kamëntsá. El respeto por la tradición, la autoridad de los mayores y, la vigencia de los rituales religiosos son pilares que continúan siendo fundamentales en la vida cotidiana. Aun así, el pueblo Kamëntsá celebra el carnaval tradicional (Bëtsknaté), una festividad que, aunque cercana al calendario litúrgico cristiano, está cargada de simbolismos autóctonos, oraciones en lengua propia y prácticas de sanación que reflejan una espiritualidad ancestral viva.
Actualmente, el conservadurismo en el pueblo Kamëntsá representa una estrategia cultural para sostener la autonomía frente a las amenazas externas y para seguir fortaleciendo su identidad como pueblo originario. La espiritualidad, tanto católica como indígena, ha sido clave en ese proceso. La figura del taita (sanador, líder moral y guía espiritual) se mantiene vigente, respetada y consultada no solo en momentos de enfermedad física, sino también para la toma de decisiones colectivas, lo que refleja un profundo apego a formas tradicionales de autoridad y conocimiento. Es así como se revela que el conservadurismo católico, no operó como un reemplazo total, sino como una capa más en la identidad Kamëntsá. El constante diálogo entre el catolicismo y lo ancestral ilustra cómo los pueblos indígenas navegan entre la asimilación y la resistencia.
El conservadurismo religioso en el pueblo Kamëntsá preserva su identidad cultural, pero también limita ciertos cambios sociales. Es fundamental valorar sus tradiciones sin romantizarlas, promoviendo un diálogo que respete la autonomía indígena y fomente una convivencia con derechos y libertades individuales plenas. Por ello, las nuevas generaciones enfrentan el reto de honrar su herencia sin reproducir estructuras impuestas, buscando caminos propios que desafíen el colonialismo cultural aún presente en lo cotidiano.
Autor Mario David Agreda Muchachasoy, estudiante de décimo semestre de licenciatura en ciencias sociales e indígena Kamëntsá, desarrolla una investigación de grado enfocada en temas culturales e identitaria de su pueblo. Desde la condición de académico y miembro de la comunidad, su trabajo no solo aporta al campo de las ciencias sociales, sino que se convierte en un acto político de reivindicación étnica.