La enorme desigualdad económica en que viven postrados los pueblos más vulnerables del planeta, entre ellos, por supuesto, los de América Latina; es tan letal como el mismo Coronavirus. Según Naciones Unidas, alrededor de una cuarta parte de la población mundial tiene un acceso limitado al agua potable y más de la mitad de los seres humanos no tiene garantizado el acceso a instalaciones sanitarias. No obstante, qué fácil les resulta a los gobernantes exigirle a la población el cumplimiento de las normas de higiene.
Les exigen que no salgan de casa a quienes nunca la han tenido. Les exigen lo que nunca les han dado.
Es en estos momentos de incertidumbre cuando las precarias condiciones en que han permanecido durante años los sistemas de salud del continente se tornan más evidentes. Pero los gobiernos parecieran estar más preocupados por salvar el capital antes que al ser humano.
Especialmente en los países de América Latina donde los derechos humanos son cada vez más vulnerados; una crisis de esta magnitud, no puede pasar en vano. Bien decía el poeta alemán Friedrich Holderlin: “allí donde crece el peligro, crece también la salvación” tal vez porque sólo los tiempos más oscuros y difíciles nos alientan a realizar las verdaderas transformaciones. No sólo el olvidado asombro de estar vivos pareciera haberse renovado sino también la esperanza de convertimos en verdaderos seres humanos.
Por esta y otras razones, tal y como aconseja el Colegio Oficial de Psicología de Madrid, a través de su grupo de Urgencias y Emergencias, es indispensable en primer lugar, conservar la calma para poder actuar con responsabilidad frente a una pandemia tan compleja como lo es el Covid – 19.
No se trata de evadir esta problemática sino de buscar medios que nos permitan afrontarla con mayor eficacia y para ello, los especialistas de esta institución consideran indispensable el fortalecimiento de la dimensión humana.
- Si usted es una de las personas no afectadas por esta pandemia, pero es presa de emociones intensas y persistentes tales como nerviosismo, agitación, o sensación de peligro inminente.
- Si el pensar constantemente en esta problemática le impide realizar sus labores cotidianas, le paraliza el miedo y le impide salir a la calle.
- Si permanece en estado de alerta; analizando sus sensaciones corporales, e interpretándolas como síntomas de enfermedad.
- Si la constante preocupación que esta crisis le provoca le imposibilita conciliar el sueño.
- Si percibe un aumento del ritmo cardiaco, respiración acelerada, sudoración, temblores sin justificación alguna.
Los integrantes del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, hacen las siguientes recomendaciones:
- Reconozca sus emociones y acéptelas. Si es necesario, comparta su situación con las personas más cercanas a usted para encontrar la ayuda y el apoyo que necesita. Cuestiónese: busque pruebas de realidad y datos fiables.
- Conozca los hechos y los datos fiables que ofrecen los medios oficiales y científicos y evite información que no provenga de estas fuentes, evitando información e imágenes alarmistas.
- Informe a sus seres queridos de manera realista. En el caso de menores o personas especialmente vulnerables como ancianos, no les mienta y proporcióneles explicaciones veraces y adaptadas a su nivel de comprensión.
- Evite la sobreinformación; estar permanentemente conectado no le hará estar mejor informado y podría aumentar su sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente.
- Contraste la información que comparta. Si usa redes sociales para informarse, procure hacerlo con fuentes verídicas.
Pero lo más importante para estos profesionales a parte de cumplir los hábitos de higiene y prevención que recomienden las autoridades sanitarias, es sin duda la posibilidad de recobrar en medio de esta brutal pandemia que actualmente nos acorrala, nuestra grandeza humana y lanzarnos así a la difícil pero no imposible renovación de la historia.
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