El Covid-19 ha sido un virus que ha expuesto a las personas de todo el mundo a situaciones de estrés, crisis y problemas de salud mental, se ha encontrado una mayor prevalencia de depresión, trastornos de ansiedad, sueño anormal, cambios en el apetito, reducción de la libido, afectación emocional, entre otras consecuencias que han repercutido significativamente en la salud mental de las personas; desde su brote en diciembre del año 2019, se han adoptado a nivel mundial medidas de aislamiento preventivo y cuarentenas masivas, lo que ha llevado a consecuencias psicológicas y sociales, que tienen el potencial de producir efectos a largo plazo en la salud mental de las personas (Florenzato, Zabberoni, Costa & Cona, 2021).
Es importante resaltar que antes de la pandemia, los problemas de salud mental ya tenían una alta prevalencia a nivel mundial, para el año 2017 se encontraba que más de 300 millones de personas en el mundo sufrían de depresión y más de 260 millones presentaban trastornos de ansiedad (OMS, 2017); situación que durante la pandemia, se ha exacerbado significativamente no sólo por el aumento en la prevalencia de problemas relacionados con salud mental, sino por los tratamientos a situaciones de salud que por priorización del evento Covid-19 se han visto interrumpidos, presentándose casos de personas con enfermedades crónicas, incluidas las enfermedades mentales, quienes han experimentado un deterioro en su tratamiento y seguimiento médico (Medina, 2020).
Después de un evento de crisis, como es considerado la pandemia por Covid-19, es esperado que los problemas de salud mental requieran una atención prolongada durante y después de su desarrollo; es necesario preparar a la población mundial para el afrontamiento de retomar y reconstruir nuestras vidas después de una situación que ha develado problemas estructurales a nivel social, político, económico y sanitario; encontrándose afectaciones psicológicas a nivel emocional y familiar, en los casos en los cuales las personas han sufrido por situaciones económicas, sociales o de salud, con casos cercanos de contagio, hospitalización y duelo por muerte de seres queridos; también en casos que se relacionan con una preocupación de intensidad moderada y alta sobre la salud, con el miedo al contagio propio o de familiares o amigos, miedo o pesimismo al futuro, sentimientos de malestar frente a la incertidumbre y percepción de vulnerabilidad frente a la crisis que actualmente estamos viviendo (Gutiérrez, 2020; Balluerka, et al. 2020)
Ante esta realidad, es muy importante considerar la capacidad de desarrollar procesos de resiliencia que nos permitan superar tiempos de crisis, fortaleciendo y promoviendo capacidades y habilidades que nos ayuden a superar esta situación que ha generado tanta angustia, estrés, sentimientos de vulnerabilidad, impotencia, etc., al tomar la postura de asumir comportamientos proactivos y prosociales, y actitudes de motivación que nos permitan salir adelante como población y sociedad; empezando por el reconocimiento de los cambios y adaptaciones que como personas y familias hemos hecho en nuestros hogares, iniciando en la reorganización de espacios y tiempos que hemos tenido que avanzar por el trabajo y aislamiento, hasta liderando procesos familiares y comunitarios que han llevado a la resolución de conflictos y propuesta de nuevas alternativas de solución que ha generado este nuevo estilo de vida (Casimiro, Barbachhán, Casimiro & Casimiro, 2020).
Finalmente, es importante mencionar que aunque no sepamos cuánto tiempo llevará el reanudar nuestras actividades diarias con “normalidad” si se permite el término, sabemos que nuestra salud mental es y será trastocada en muchos niveles, que repercutirán en problemas y hasta incluso trastornos mentales; y que la forma en como lidiaremos con ellos y como tomaremos las medidas necesarias para su cuidado continuo, determinará el bienestar de nuestra generación y las futuras. Existe una necesidad de avanzar y reflexionar sobre la transición de la desesperanza a la resiliencia, de la soledad a nuevas formas de relacionarse, del miedo al cuidado de la salud, del enojo a las soluciones para el cambio; reconocer esta crisis como una oportunidad que tenemos para emerger como mejores versiones de nosotros mismos, iniciando por nuestro propio cuidado personal hasta el cuidado por el otro (Medina, 2020).
Oriana Teresa Ruiz Bravo
Maestrante Promoción y Prevención en Salud Mental
Universidad de Nariño
REFERENCIAS
Balluerka, N., Gomez, J., Hidalgo, M., Gorostiaga, A., Espada, J., Padilla, J. & Santed, M. (2020). Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento. Informe de Investigación. España: Univerisdad del País Vasco
Casimiro, W., Barbachhán, E., Casimiro, C. & Casimiro, J. (2020). Stress, Anguish, Anxiety and Resilience of University Teachers in the Face of Covid-19. Utopia y Praxis Latinoamericana, 25, 453-464.
Florenzato, E., Zabberoni, Z., Costa, A. & Cona, G. (2021). Cognitive and mental health changes and their vulnerability factors related to COVID-19 lockdown in Italy. PLoS ONE, 16(1), 1–25. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0246204.
Gutiérrez, I. (2020). Consecuencias psicológicas de la pandemia Covid-19. Tiempo de Paz, 137, 116-134.
Medina, M. (2020). Covid-19 and mental health. Challenges and opportunities. Salud mental, 43(6), 241-242. https://doi.org/10.17711/SM.0185-3325.2020.033
OMS (2017). Día Mundial de la Salud Mental 2017 – La salud mental en el lugar de trabajo. Nota de prensa, 9 de octubre de 2017.