Guerra y desplazamiento
Tumaco ha sentido en su territorio los efectos de las diferentes guerras producidas en Colombia. Durante el siglo XX, finalizando la llamada guerra de los mil días (1899-2003), una parte extensa de su territorio fue cedida al coronel Roberto Payán, de esta concesión surgieron los municipios de Magüi, Roberto Payán y Satinga.
Durante el inicio de la guerra civil denominada eufemísticamente “la violencia” (1948-1958), se hizo el intento de nuevamente repoblar su territorio, habitado mayoritariamente por afrodescendientes, creando las condiciones para traer trabajadores extranjeros a fin de hacer producir sus extensos y ricos ejidos. Esta es su historia:
Banano e inmigrantes
Hablar de banano en Colombia es nombrar a la poderosa United Fruit Company, fundada en 1870, en Estados Unidos, empresa que crea el mercado internacional de la fruta a principios de los años veinte del siglo pasado, e instala en Colombia sus primeras plantaciones en el actual departamento del Magdalena en la costa caribe, aprovechando la selva inexplotada de los alrededores de la ciudad de Ciénaga, el tren, la cercanía a los puertos y una abundante y barata mano de obra.
Para 1928, 50.000 personas habitaban en la llamada zona y 30.000 trabajaban en la siembra y recolección del banano; sus directivos, reproducían en pequeño el modelo de vida norteamericano de la época fundamentada en la exclusión, la segregación racial y económica con los trabajadores nativos, muchos de ellos, de origen afrodescendiente. Allí se originaron los sindicatos y ocurrió la primera masacre de trabajadores, como nos lo recuerda García Márquez en su novela “Cien Años de Soledad” y también sirvió para catapultar a un joven abogado bogotano, que salió a la defensa de estos desposeídos, Jorge Eliecer Gaitán.
En 1903, en el gobierno de Rafael Reyes (1904-1909), la United Fruit logró una exención de impuestos para la producción, exportación de bananos y concesión de tierras; estas medidas potenciaron su cultivo dando como origen la zona bananera; el presidente Reyes, también fue el primero en reconocer la importancia de la inmigración para el desarrollo económico del país, teniendo en cuenta las experiencias del Perú y Brasil, con la migración de Culís e Issei, de origen chino y japonés respectivamente, que en sus inicios fueron contratados para trabajos en las haciendas y en la construcción de ferrocarriles en la costa peruana.
Los hijos del sol naciente en Tumaco
De esta manera, el presidente en el año de 1908, envío al Japón a un emisario, Antonio Izquierdo, con el objetivo de: tratar “el asunto de la inmigración de japoneses para Colombia, y especialmente para la costa del Pacífico… Los trabajadores irán destinados para trabajos agrícolas y para los ferrocarriles… Dos de las compañías de emigración con quienes estoy celebrando contratos tienen vapores que me prometen hacer tocar en nuestros puertos del Pacífico”.
Además de lograr un tratado de inmigración entre los dos países, Izquierdo tenía el encargo personal del presidente, de contratar a un jardinero japonés, para que trabajara en los jardines en su finca de Chapinero (hoy convertida en localidad del Distrito) en los alrededores de Bogotá, su nombre Tomohiro Kawaguchi, quien se convierte en el primer japonés registrado como inmigrante en Colombia, 20 años después empieza la inmigración nipona dirigida especialmente a fortalecer las actividades agrícolas, con dificultades de mano de obra por la construcción de los ferrocarriles a nivel nacional, asentándose las primeras colonias de orientales, alrededor de Cartago (valle) y en Santander de Quilichao, en el norte del departamento del Cauca.
En el año 1929, ante la inminencia del ingreso de cien mil japoneses a los llanos orientales colombianos, el Congreso solicita al gobierno nacional, como requisito previo a la autorización de ingreso masivo de los Issei (Nombre dado a los inmigrantes en Japón), un estudio de los posibles efectos sobre la salud de los colombianos de esta migración japonesa; el gobierno delega a la Academia Nacional de Medicina, la cual después de una intensa discusión interna donde se siente la influencia eurocentrista de sus miembros, recomendaron que:
“Hasta donde es posible inferirlo de la observación común, una mestización de sangre japonesa en su variedad Mongólico-Malaya con los diversos elementos étnicos de nuestro país no daría resultados ventajosos ni por el aspecto morfológico, ni por el aspecto funcional ni desde el punto de vista de la resistencia a las diversas influencias morbosas de nuestra zona… Resuelve manifestar al señor Ministro de Industrias… que una inmigración en masa de colonos japoneses, desde el punto de vista étnico no es aconsejable para Colombia” (Evaluación sobre la inmigración japonesa a Colombia por la Academia Nacional de Medicina 1929).
El tema de la inmigración japonesa, se retoma nuevamente en plena dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), quien había demostrado un gran interés estratégico para desarrollar, primero, como colonia penitenciaria y luego como proyecto agrícola agro exportador la llanura del Pacífico sur, que comprendía el municipio de Tumaco en la zona del Río Mira y Mataje, frontera con Ecuador, creó la Corporación Autónoma del Río Mira y Mataje, que nunca entró en funcionamiento, y fundó el colegio agrícola de Candelillas, como soporte tecnológico a los nuevos colonos, esta iniciativa no pudo llevarse a cabo por su derrocamiento.
En 1960, Continuó el interés institucional por la región, cuando el gobierno nacional, coloca sobre la mesa nuevamente el convenio del presidente Reyes y trae los primeros 17 japoneses que se encargarían de sembrar banano en Tumaco; pocos años después, este proyecto de colonización fracasa por la propagación de enfermedades fitosanitarias, la pobreza de sus habitantes y lo agreste del territorio, 14 orientales se mantienen en territorio nacional y se trasladan a vivir con la colonia de japoneses en el Cauca, casándose posteriormente algunos de ellos, para finalmente, asentarse en los alrededores de la ciudad de Palmira, iniciándose, de eta manera, el poblamiento de nipones en Colombia.
Con el fracaso de la inmigración japonesa en Tumaco, la Unite Fruit Company, trasladó su zona bananera y su guerra a los cativales de Urabá, y desde Palmira, valle del Cauca, los descendientes de los Issei, los Nissei, demostraron lo equivocado del concepto racista de la Academia de Medicina de Colombia y en la zona rural de Tumaco, aún existe una hacienda con el nombre Japón, habitada por negros cimarrones, que han resistido esta guerra.
Los descendientes de los Issei, los Nissei, demostraron lo equivocado del concepto racista de la Academia de Medicina de Colombia (1929)