La teoría aclara el proceso de las protestas, según López, tiene cuatro fases o etapas: Primera: Cortar el flujo de la normalidad, Segunda: Escalamiento, Tercera: Copamiento y Cuarta: Saturación.
Viene del anterior artículo: I Parte: Alerta al Twittear de Uribe sobre “La revolución molecular disipada”
II Parte: Características de las etapas de la “Revolución Molecular Disipada”
La primera, altera todo el flujo de la movilidad, tal como lo hemos visto, ataques al transporte urbano, buses, metro, taponamiento de vías, hasta “exasperar” a los usuarios y viajeros; la segunda etapa consiste en aumentar las acciones violentas, “escalamiento” del conflicto así: convocar y realizar marchas cada vez más numerosas, ganar espacios, “territorialidad” hasta el punto de disputarse los sitios más estratégicos, ello puede generar enfrentamientos entre civiles y desde luego violentos encuentros entre manifestantes y fuerza pública que trata de impedir estas tomas, incluso, pueden ocurrir acciones que desplazan a la policía, como sucedió en la ciudad de Cali. Finalmente, las etapas de “copamiento” y “saturación”, en estas, según López, la capacidad de respuesta del gobierno y de la fuerza pública se va agotando, coyuntura que, según la teoría, puede conducir a la toma del poder, a la “dictadura democrática” o a una guerra civil. Los gobiernos que dejan avanzar el tiempo, corren el riesgo de no poder llegar a acuerdos porque generalmente de las cosas pequeñas, de lo simple, o sea, de lo “molecular” van aumentando las exigencias para pasar a aspectos de carácter estructural que terminan radicalizando a las partes.
El desenvolvimiento de la protesta ha servido para entrelazar, para relacionar, esta teoría de la “Revolución Molecular Disipada”, con la doctrina del “Plan Patriota” y del plan de “Seguridad Democrática”, implementadas en los dos períodos presidenciales de Alvaro Uribe. En aquel entonces y hoy se habla de la existencia de “enemigos internos y externos”. Los primeros son tildados de “comunistas”, “terroristas”, “opositores”, en fin, son líderes y lideresas que se atreven a cuestionar el poder y a luchar por la defensa de la vida, de la paz y otras reivindicaciones de carácter social. Los “enemigos externos”, según el gobierno y la fuerza pública, “financian” y presionan desde fuera para que se realicen las protestas y generen caos, esto con el fin de “desestabilizar las instituciones”.
En Colombia, recordemos que los señores de la guerra se inventaron la figura del “Castrochavismo”-cubano-venezolano para combatir a las fuerzas políticas alternativas, que, según los militares y sectores gobiernista, tienen como objetivo tomarse el poder para instaurar en el país el “socialismo del siglo XXI”, en el marco de la actual protesta se escuchan voces sobre el “financiamiento de vándalos y delincuentes” que buscan “desestabilizar, anarquizar el orden y desestabilizar la las instituciones”.
Los colombianos somos víctimas de un modelo dualista que divide a la sociedad en dos sectores, buenos y malos, éste se sintetiza así: “Si no estás conmigo, eres mi enemigo”, “Si no estás con nosotros, estás en contra nuestra”, ”Si no estás en paz, estás en guerra”, el modelo planteado así es excluyente porque, si no es blanco es negro, lo que impide el consenso para llegar a acuerdos, genera bloqueo del diálogo y dilación de las soluciones además de radicalizar a las partes. “Provocar y resistir”, es una táctica para cansar y desmovilizar.
III Parte: Posible solución estructural
Un Estado que no escucha los clamores de la ciudadanía, que está de espaldas a las necesidades sociales, es, sin duda, un Estado excluyente, si privilegia a los que tienen más, a lo que gozan de riqueza, en desprecio de los que padecen miseria, es un Estado que hay que transformar. Las voces que desde la calle y de los lugares públicos se levantan hoy, retumban en su manifestación sentida de que el Estado colombiano es un edificio en ruinas que debe ser removido y transformado profundamente. Muchos dirán que esta idea es utópica, personalmente opino al igual que Robert Musil quien plantea que “la utopía tiene aproximadamente el mismo significado que posibilidad”, es decir, sí es posible. Lo que ocurre es que hemos caído en el inmediatismo de corto plazo y hemos perdido la esperanza de un futuro más digno.
Sea este momento para plantear reformas estructurales, para trabajar en procura de un ACUERDO NACIONAL VÍA CONSTITUYENTE, NO, el acuerdo que proponía el gobierno antes de la pandemia y de las manifestaciones, los profundos cambios que los colombianos reclamamos no pueden pasar ni por el gobierno ni por el congreso nacional, éstos son hornos crematorios de los proyectos alternativos, recordemos que ahí se quemó el “estatuto anticorrupción” respaldado por millones de ciudadanos. Dada la composición del órgano legislativo, integrado por fuerzas aliadas y comprometidas con el gobierno, es imposible pensar que quieran hacer cambios estructurales al Estado, salvo pocas excepciones, es más, este organismo-Congreso- es parte del conflicto, amerita en consecuencia la realización de una CONSTITUYENTE convocada por el pueblo que garantice la transformación sobre la base de un diálogo democrático y que propenda por un gobierno cuyo referente esencial sea la Justicia Social, esto es, dirigido al bien común. En conclusión, teóricos fascistas están impartiendo formación política a la fuerza pública y contribuyendo a diseñar tácticas y estrategias para enfrentar las protestas sociales. Para cada etapa de las manifestaciones hay una respuesta del gobierno y de la estructura militar. La formación, también la reciben personalidades allegadas e influyentes en el gobierno, de tal suerte que tienen claridad para actuar. La figura del “enemigo interno y externo”, considerados “terroristas”, justifican las acciones violentas.
La crisis humanitaria, social, política, económica que vive el país, amerita plantear por parte de los sectores democráticos y de la sociedad civil un ACUERDO NACIONAL VIA CONSTITUYENTE que emerja desde la base popular.
GRACIAS A LAS PERSONAS QUE SIGUIERON ESTE ESCRITO.
Gerardo León Guerrero Vinueza.
Dr. Historia de América.
Docente Jubilado de la Universidad de Nariño