Actualmente contamos con nueve maestrías propias y un doctorado, cuya tarea esencial es implementar la cultura de la autoevaluación para buscar la Acreditación de Alta Calidad.
La primera parte del artículo se publicó en la edición No. 50 de Udenar Periódico
Si bien la mayor parte de maestrías han sido sustentadas por grupos de investigación, se desconoce si estos grupos trabajan activamente en la implementación de cada cohorte, si los grupos desarrollan sus líneas con base en los trabajos de grado de los estudiantes de postgrado, si los cursos o seminarios que ofrecen los profesores de los grupos se basan en los avances y logros de sus investigaciones, si los estudiantes difunden los conocimientos generados en sus trabajos de grado con sus profesores en eventos nacionales e internacionales y si los publican en revistas especializadas o indexadas, entre otros. Un dato interesante, al respecto, es que en las convocatorias institucionales de investigación, por una parte, si bien se ha exigido desde hace varios años, que en los proyectos participen estudiantes de pregrado, no se exige lo mismo de los estudiantes de postgrado y, por otra parte, se han venido realizando convocatorias de investigación estudiantil y de trabajos de grado para estudiantes de pregrado, más no para estudiantes de postgrado. Es decir, que la Institución se ha preocupado por promover, fortalecer y estimular la investigación mucho más allá de la llamada “formación formativa” en el pregrado y no ha hecho lo mismo con la investigación en el postgrado. Esto significa que es urgente analizar y tomar decisiones sobre los niveles de exigencia de la formación investigativa en los programas de pregrado, en las maestrías y en los doctorados, ya que de estas decisiones dependerá el tipo de formación en investigación, el fortalecimiento y los estímulos a los estudiantes investigadores.
Finalmente, es necesario indicar que los profesores de las maestrías y del doctorado son profesores e investigadores que teniendo que dedicar 40 horas a su labor académica del pregrado, son, además, llamados (o han concursado) para ser profesores de las maestrías o del doctorado, en módulos que se ofrecen entre 4:00 ó 5:00 p.m. y 8:00 ó 9:00 p.m. los días viernes y entre 8:00 a.m. y 12:00 y entre 2:00 p.m. y 6:00 p.m. los días sábados. Horarios que parecen justificar el pago por honorarios a los profesores de nuestra Institución. A lo anterior, hay que añadir el tiempo que deben dedicar a la asesoría de los trabajos de grado de las maestrías o a las tesis de doctorado. Es hora entonces de preguntarnos, ¿no será mejor y más adecuado que el tiempo que dedican a los cursos y asesorías de postgrado hagan parte de su labor de cátedra y transferir los costos de sus horas al pregrado para que se destinen al pago de profesores HC o al otorgamiento de becas para los estudiantes de las maestrías y doctorado para que desarrollen labores de docencia en el pregrado, tal como lo hacen muchas universidades en el mundo?
La breve historia del origen y evolución de los postgrados de la Universidad de Nariño aquí expuesta, así como las reflexiones sobre la misma, sirven de justificación para invitar a las comunidades académicas y administrativas de nuestra Institución a tomar decisiones inteligentes, sopesadas y sobre todo con una perspectiva futurista, sobre el devenir de las maestrías y de los doctorados, que nos permitan sentar las bases para la Universidad de Nariño del Siglo XXI.
Para empezar es indispensable referirnos a las exigencias de la apertura económica, de la globalización y en particular de la sociedad del conocimiento a nivel internacional, así como también a la normatividad nacional, entre las que encontramos: la Constitución Política de 1991, la Misión Nacional para la Modernización de la Universidad Pública, la Ley de Ciencia y Tecnología, la Ley 30 de 1992, la Ley 100 de 1993, los Decretos 1665 de 1992 y 1001 de 2006 sobre programas de postgrado y los Lineamientos para la Acreditación de Alta Calidad de Programas de Maestría y Doctorado del CNA (2009), entre otras, cuyo énfasis se centra en la necesidad de asegurar la formación paulatina de capital humano que sea capaz de producir nuevo conocimiento apropiado para el contexto y para el desarrollo de la región y del país; capaz de aplicar los conocimientos para la solución de problemas sociales, ambientales, educativos, culturales, productivos, etc., y capaz de traducir los conocimientos en fuente de “innovación”, que permita a la sociedad generar valor agregado, es decir, obtener beneficios sociales y económicos del conocimiento producido. Para lograr los propósitos anteriores, las universidades deben fortalecer e incentivar la formación avanzada a nivel de postgrado, ya que “La formación en postgrado mejora el capital intelectual de toda la infraestructura científica nacional, tanto para crear conocimiento, como para difundirlo…” (Universidad de Antioquia, 2009), aplicarlo para la solución de problemas sociales y convertirlo en fuente de innovación en los ámbitos nacional e internacional.
Una de las estrategias fundamentales para el logro de los anteriores propósitos es la investigación científica, función que debe desarrollar toda universidad en nuestro país y en el mundo. Lo anterior significa que la investigación constituye la esencia de las maestrías y los doctorados. En otras palabras, la investigación debe ser el eje transversal y articulador de un postgrado. Como consecuencia del anterior postulado, las maestrías y doctorados contribuirán al desarrollo de las competencias y capacidades de investigación de los estudiantes con el objeto de que sean capaces de generar, aplicar y difundir los conocimientos obtenidos como producto de sus investigaciones.
La investigación constituye la esencia de las maestrías y los doctorados. En otras palabras, la investigación debe ser el eje transversal y articulador de un postgrado.
Con relación a la relevancia de los programas de postgrado en la producción de conocimiento, el CNA (2009: p. 5) contundentemente afirma:
“Los doctorados se han convertido en una de las principales bases para la investigación de calidad mundial, lo que a su vez lleva a la consolidación de grupos de investigación, a una mayor capacidad para movilizar recursos financieros para esta última, y al incremento significativo de publicaciones científicas en revistas indexadas. La concentración de investigadores y doctorandos en los programas de doctorado son los focos más dinámicos de publicaciones científicas en el mundo, especialmente en revistas indexadas.
Un segundo aspecto que caracteriza esta evolución, es que si se quiere desarrollar investigación de calidad mundial es indispensable desarrollar programas de doctorado y de maestría. En todas las universidades del mundo el desarrollo de los doctorados es un paso necesario en la consolidación de las capacidades para el desarrollo de investigación en la frontera del conocimiento”.
Las consideraciones anteriores nos invitan a reflexionar y a adelantar acciones que contribuyan al fortalecimiento y a la incentivación de nuevos programas de maestría y de doctorado con alta calidad académica, ya que éstas constituyen el medio ideal para paulatinamente convertir a nuestra Institución en una universidad investigadora, además de ser profesionalizante a nivel de pregrado y de especialización. Es decir, que estamos en un momento propicio para comenzar a establecer los cimientos de una universidad que responda a los retos del siglo XXI y que asuma la función esencial de las universidades desde sus orígenes: ser “centros de reflexión, producción artística y generación de conocimientos en torno al más amplio espectro de experiencias humanas” (CNA, 2009: p. 3).
No sobra mencionar en este punto, que es fundamental analizar críticamente los currículos de nuestras maestrías y doctorado actuales, ya que las maestrías y doctorados que hoy se promueven en nuestro país tienen unas características especiales y que precisamente el CNA busca evidenciar para otorgar la Acreditación de Alta Calidad. Entre las más importantes mencionemos las siguientes: 1) demostrar flexibilidad curricular, 2) basarse en la investigación y formar investigadores acorde con el tipo de programa, 3) tener capacidad para movilizar recursos financieros externos 4) demostrar mejora continua, 5) fomentar la interdisciplinariedad o la transdisciplinariedad y 6) demostrar internacionalización, no solo de profesores y estudiantes a través de intercambios, sino también del currículo, una de cuyas estrategias es el manejo adecuado de una o más lenguas extranjeras y de la investigación a través de redes nacionales e internacionales.
Actualmente contamos con nueve (9) maestrías propias y dos (2) doctorados, cuya tarea esencial es empezar a crear e implementar la cultura de la AE para preparar o buscar la Acreditación de Alta Calidad. Además, la Universidad no ha escatimado esfuerzo financiero y administrativo alguno para preparar a 80 profesores TC a nivel de doctorado y estar preparando a 29 profesores más al mismo nivel. Ya es hora de utilizar eficiente y adecuadamente el potencial investigativo de este talento humano valioso, para fortalecer las líneas de investigación que sirvan de sustento y desarrollo de los actuales programas y para diseñar nuevas maestrías y doctorados. Además, poseemos 47 grupos de investigación categorizados en Colciencias que son y serán los pilares fundamentales para desarrollar la investigación en los postgrados y que junto con los estudiantes deberán difundir los resultados de sus investigaciones en eventos nacionales e internacionales y publicarlos en revistas indexadas, como requisito principal de grado. Finalmente, la Institución contará con dos nuevos edificios que albergarán los laboratorios y centros de informática, que deberán ser diseñados y equipados para el desarrollo de la investigación, no solamente de los estudiantes de pregrado, sino también de los estudiantes de maestrías y doctorados.
Lo anterior representa una muestra de algunas de nuestras fortalezas, sin embargo, hay una urgente necesidad de adelantar la AE de las maestrías y del doctorado para identificar nuevas fortalezas, así como también señalar todas las debilidades preponderantes, que sirvan de base para la elaboración de un gran plan de mejoramiento que nos permita hacer realidad la visión que hemos identificado en este análisis para nuestra Institución.