La propiedad privada nació cuando la productividad del trabajo permitió que quien trabajaba produjera más de lo que necesitaba para vivir y otro, que decidió vivir sin trabajar, se apropió del excedente por medio de la fuerza.
Quiero compartir algunas ideas elementales sobre los planes del gobierno para salvar a las empresas. Son realmente planes para salvar al capital, a la empresa capitalista. Esto es normal, puesto que se trata de un gobierno burgués; todos los gobiernos burgueses actúan bajo la apariencia de que gobiernan en bien de toda la población, pero lo hacen en beneficio del capital.
Veamos el caso de la propuesta de Fenalco. Demos una mirada somera desde la Economía Política de Carlos Marx, que es la mirada adecuada para los trabajadores. Ya sabemos que los capitalistas en las épocas de altas ganancias piden libertad y no intervención del Estado, lessez nous faire (déjennos hacer), señor Estado no se meta en nuestros asuntos. Pero en los momentos de riesgo entonces dicen: señor Estado sálvennos con los impuestos de los ciudadanos. Fenalco ha dicho lo siguiente, para salvar a las empresas: proponemos que el gobierno pague una tercera parte de los salarios, que los trabajadores se rebajen sus salarios en otro tercio y los empresarios capitalistas pagamos el tercio restante. En la visión de Marx sucedería lo siguiente, veamos primero un ejemplo numérico, en condiciones normales. Supongamos una inversión de capital de 100 unidades dinerarias, de ellas 91 en capital constante (medios de trabajo y materias primas) y 9 en capital variable (salarios) y supongamos una cuota de plusvalía de 300 por ciento, esto nos daría una plusvalía de 27 y el valor (precio) de la mercancía producida sería de 127 = 91 + 9 + 27. La cuota de ganancia para el empresario sería de 27% (invierte 100 y gana 27).
Apliquemos ahora la propuesta de Fenalco. El capital constante sería el mismo, de 91, el salario sería de 3, los otros 6 los pagamos nosotros, una parte de los salarios y otra parte de los impuestos. El precio de la mercancía seguiría siendo el mismo, de 127, porque es el mismo objeto útil (valor de uso), por lo cual la plusvalía sería de 33, en vez de 27 (los salarios que pagamos nosotros se vuelven plusvalía para el capitalista) y la cuota de ganancia, del capitalista, sube a 33%.
Los capitalistas, el gobierno y sus economistas (los que Marx llamó lacayos diplomados) nos dirán que sin empresarios capitalistas no hay empresas, sin empresas no hay producción y sin producción no hay bienes para la población. Estas son simples falacias. La propiedad no tiene nada que ver con la producción, la utilidad de las cosas (el valor de uso) depende únicamente del trabajo y de la naturaleza. Tampoco la administración de las empresas depende la propiedad de la misma, el administrador (el gerente) puede ser un asalariado. En la Comuna de París, cuando en 1871 los obreros franceses se tomaron el poder, si un propietario capitalista decía que no podía sostener su empresa, esta pasaba a manos de los trabajadores y seguía produciendo. El empresario no pierde nada que sea realmente suyo, porque el capital que posee es la acumulación de la plusvalía explotada al trabajo ajeno. Como se puede ver, de la triada propuesta por Fenalco: empresario capitalista, Estado y trabajadores, el que sobra es el capitalista.
A lo que estoy afirmando, se puede oponer además la letanía de que la propiedad privada capitalista es sagrada y eterna, pero las dos cosas son falsas. La propiedad privada nació cuando la productividad del trabajo permitió que quien trabajaba produjera más de lo que necesitaba para vivir y otro, que decidió vivir sin trabajar, se apropió del excedente por medio de la fuerza. Con el tiempo, la expropiación se legalizó y, para justificarla, se crearon las ciencias sociales, particularmente la teoría económica.