Ella se vistió de calor y empezó su ascenso hacia las frías y lejanas cumbres. Se llenó de micro gotas y en cada una de ellas guardo la energía combinada del mar y del cielo.
Ascendió lentamente abrazando la llanura, coqueteo con el piedemonte para finalizar entregando su corazón al mágico páramo. En ese encuentro con el páramo se hizo visible y se transformó en niebla. Desde la parte alta, la niebla también abrazo el páramo, lo acaricio horizontalmente y le dejo sus gotas transformadas en rocío que día a día eran la magia de la vida. En un instante se juntaron la niebla fría y la niebla caliente y en un pacto de amor se entrelazaron y habitaron en este ecosistema mágico llamado páramo.
Y así es ella, la niebla mágica que se mueve en diferentes direcciones, que en un acto constante de amor se entrega al páramo y le da el poder de administrar ese fruto del amor al que llaman agua. Ese abrazo horizontal se extiende por los pajonales, puyas, hierbas, arbustos, musgos y frailejones. Cada uno siente su abrazo y esa gran emoción y sentimiento se trasforma en lágrimas, lágrimas que se van juntando para convertirse en amantes del suelo y las raíces. Se vuelven hilos, charcos, quebradas y ríos que descienden por sus laderas y valles hasta llegar al estero, al estuario y por último retornar al mar que la vio partir.
A veces la niebla abraza todo y te envuelve en su humedad, su ternura y su baja densidad. Por instantes desaparece y se trasforma en laguna, en cerro, en morrena, en oso, águila o sendero. Vuelve y te abraza y sólo te permite verte a ti mismo, hablar con los espíritus y conocer sus historias y aprendizajes.
Páramo mágico, páramo sorprendente, que entre hierbas y pajonales capturas la niebla y la trasformas en vida, vida que recorre las venas abiertas de los Andes hasta terminar fundida en ese mar de lágrimas altoandinas, lágrimas saladas que ahora enamoran el mar con sus historias.
Y así, mar y páramo se conectan a través de su creación: el agua … la cual va llenado de vida los sitios por donde pasa, permitiendo que surjan colores y sabores, y convirtiendo cada espacio en un refugio de amor y cambio donde la sonrisa brilla cada día.
Gracias por todo, esto es para ti… niebla.
Jhon Jairo Calderón Leyton
Investigador en el Grupo de Investigación en Ecología Evolutiva – GIEE
Departamento de Biología
Universidad de Nariño