El espectro de las manifestaciones literarias en el departamento de Nariño se halla envuelto en distintos matices, matices que, a lo largo de su producción logran encapsular tradiciones, prácticas, creencias, pensamientos, sentimientos, y demás elementos que conforman el acervo cultural del territorio. Generalmente, los tópicos que se trabajan en esta literatura obedecen a un público y/o a lecturas con características particulares como lo son el Carnaval de Negros y Blancos, el volcán galeras, los bellos paisajes naturales, entre tantos paradigmas que la región del sur de Colombia posee; sin embargo, es necesario entender que la literatura nariñense no únicamente es una relación del ser humano con estas situaciones, condiciones y espacios; la historia de las letras con sus vastas referencias y autores, confrontan y retroalimentan dicho espectro literario en Nariño, logrando que no solo se organicen los géneros con ciertas temáticas vinculadas al territorio y su cosmovisión, sino que, de igual manera, se desarrollen ideas generales tratadas dentro los enormes anales de la literatura universal.
Algunas de las obras literarias nariñenses que han trascendido en el tiempo, gracias a su exquisita calidad, exceso de honestidad en el trabajo y excelencia literaria, entrega a un lenguaje original, gran aporte a la literatura regional, nacional y latinoamericana, todo esto sin recurrir desorbitadamente en su contenido a contextos carnavalescos, indigenistas, volcánicos, etc., son: La Parábola del Tiempo, obra biográfica del poeta Luis Felipe de la Rosa (1887-1944), autor que dejó con su escritura ideas bohemias e intelectuales por encima de su aferro a la tierra; Cameramán, “según la crítica literaria nariñense Cecilia Caicedo, es la primera novela de ciudad en Nariño, publicada por Editorial Universo en 1932 en Valparaíso Chile, del periodista y escritor Plinio Enríquez (1890-1944)”; y Solitario en Manhattan, un poema en soneto del escritor, poeta y narrador tumaqueño Guillermo Payán Archer (1921-1993); en palabras del historiador y académico Otto Morales Benítez, “la obra de Payán Archer nace de una intimidad profunda. Su producción lírica, nos acerca a la atmósfera del contorno; nos permite obedecer a emotivos mandatos íntimos.”
Cabe aclarar que existen autores de suprema calidad y trayectoria que sentaron sus respectivas obras, y seguramente surgirán otros autores que seguirán trabajando sus ejercicios literarios con tópicos sujetos a la cosmovisión y cosmogonía nariñenses; no se presume decir que está bien o mal el hacer literatura con estas bases, simplemente surge la inquietud del por qué el escritor debe o desea escribir desde paradigmas contextuales; no obstante, se pretende dejar a comprensión e interpretación de los lectores y público en general, que no es necesario escribir desde lo que sucede y es relevante en los territorios a los que se es nativo; la escritura es un acto tan versátil y sublime que no prohíbe ninguna temática (aquí puede surgir otra discusión interesante), ni discrimina lugar, raza, etnia, condición social, edad, género, régimen, sector, inclinación política, etc., por ende, toma total validez la contra frase:
“Sí se puede nacer en vano a los pies de un volcán.”
Andrey Medina Burbano Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño. Integrante del Taller de Escritores Awasca.