Ensayo elaborado en el marco de la Maestría en Promoción y Prevención en Salud Mental.

 

Entendiendo los hábitos como comportamientos aprendidos, se puede vislumbrar la posibilidad de una vida enmarcada desde el bienestar, puesto que, la sumatoria de un conjunto de hábitos saludables que se configuran con entrenamiento constante, pueden llegar a proporcionar condiciones que favorecen dicho estado de bienestar como eje transversal en la salud mental de las personas. Más aún, autores como Loewensteina, Price & Volpp (2016) plantean que los hábitos funcionan como un patrón de comportamiento adquirido y seguido regularmente hasta que se vuelve casi involuntario. En este sentido, se abre la posibilidad de abordar la formación de hábitos en los niños como una de las bases para la construcción de una vida saludable.

 

Desde esta perspectiva, se hace fundamental reconocer que la inclusión de rutinas diarias y sencillas, se constituye en un elemento fundamental en la formación de hábitos en los menores, ya que, durante las diferentes etapas vitales, el ser humano aprende en función de su desarrollo evolutivo y, a su vez, por los escenarios de aprendizaje que le proporcionan el contexto social (Gifre y Guitart, 2012). En esta línea, vale la pena mencionar que la formación de un hábito consta de cuatro pasos base, una señal, un anhelo, una respuesta y una recompensa (Clear S.f) Postura que es equiparable en ciertos aspectos con el planteamiento de aprendizaje del reconocido autor Skinner, en el cual las conductas que han tenido consecuencias reforzantes tienen mayor probabilidad de repetirse. Y, desde la perspectiva de Iregui & Bourdieu (2002) se puede mencionar que el aprendizaje del hábito se da mediante el adiestramiento y cada adquisición se refuerza mediante la repetición, facilitando así el logro de los primeros hábitos y el aprendizaje de los siguientes. Sin dejar pasar por alto que es muy posible que el logro del hábito se concrete si se lo realiza mediante aproximaciones sucesivas, reforzando en los niños cada logro que los acerque al hábito saludable (Loewensteina, Price & Volpp, 2016).

 

Así también, es importante mencionar que la intervención neuroquímica puede potenciar el establecimiento de hábitos saludables dada la liberación de dopamina, frente a conductas que generen bienestar, de ahí la importancia de asociar los hábitos saludables con contextos reforzantes.

 

En suma se puede mencionar que concebir una apropiación de hábitos saludables desde una edad temprana, genera un impacto positivo en el desarrollo cognitivo y la salud psicosocial del menor (McNeill, Et. al, 2018).

 

 

Alvaro Dorado Martínez – Docente orientador

 

Ps. Anyi Katherine Pantoja Pantoja – Ps. Natalia Katherine Ramírez Bucheli

Maestrantes en Promoción y Prevención en Salud Mental

Universidad de Nariño

 


Referencias

 

Clear, J. (sf.). How to start new habits that actually stick. https://jamesclear.com/three-steps-habit-change

 

Gifre M & Guitart E. (2012). Consideraciones educativas de la perspectiva ecológica de Urie Bronfenbrenner. https://publicaciones.unirioja.es/ojs/index.php/contextos/article/view/656

 

Iregui T. &  Bourdieu P. (2002). Conceptos básicos y construcción socioeducativa. Claves para su    lectura. Bogotá: Univrsidad Pedagógica Nacional. http://catalogo.pedagogica.edu.co/cgi-   bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=185234&shelfbrowse_itemnumber=344061

 

Loewensteina, G. Price, J. Volppc, K (2016). Habit formation in children: Evidence from incentives for healthy eating    Journal of Health Economics 45 (2016) 47–54 https://www.cmu.edu/dietrich/sds/docs/loewenstein/HabitChildren.pdf

 

McNeill, J. Howard, S. Vella, S. Santos, R. y Cliff, D. (2018). Actividad física y deporte      organizado modificado entre niños en edad preescolar: asociaciones con la salud cognitiva y psicosocial. https://ro.uow.edu.au/sspapers/3811/

 

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