Pasto, 18 de febrero de 2020

 

Doctora

María Elena Erazo

Presidenta Asamblea Universitaria

 

Doctor

Jaime Hernán Cabrera

Director División de Autoevaluación, Acreditación y Certificación

 

Doctor

Arcenio Hidalgo

Vicerrector Vicerrectoría de Investigación e Interacción social

 

Comunidad universitaria

Universidad de Nariño

 

 

 

Apreciados amigos:

Quiero compartirles algunas reflexiones personales sobre la VIIS y la Misión de la Universidad.

 

Creo que no hay duda en el sentido de que la investigación y la interacción social forman parte de un mismo todo complejo.  Es decir, una de las formas, tal vez la principal, de interactuar con la sociedad es con la investigación.  Se trata de llegar a la sociedad con los resultados de las investigaciones que ofrezcan maneras de mejorar su actividad productiva, su quehacer cotidiano, sus formas de convivencia, que ofrezcan sueños de futuro, etc. y, a la vez, que las investigaciones hayan recibido los aportes de la sociedad, con la cual interactúan.  En otras palabras, la Universidad ofrece resultados a la sociedad y aprende de esta.

 

Esto implicaría que se constituya en objetivo de la investigación la interacción con la sociedad.  En cada proyecto de investigación debe figurar, en forma explícita, la manera como los resultados van a contribuir a la interacción.  Es comprensible que algunos investigadores dudarán de las posibilidades de su actividad investigativa para interactuar con la sociedad por su alto nivel de abstracción – por ejemplo, las matemáticas puras –; esto tendremos que discutirlo con más detalle.  Al respecto quiero recordar que este fue un argumento, en su momento, contra el paradigma Universidad – Región.  Se dijo entonces que la investigación teórica no podía tener compromiso regional.  Traigo a cuento algunos de los planteamientos de aquel momento.   En el número 10 de Diálogos por La Reforma, escribí lo siguiente: ¿Los químicos, los físicos, los biólogos y los matemáticos deben limitarse a repetir lo que llega hecho de Europa y de Norte América?  Hay quienes piensan que no, es el caso de los pensadores y científicos colombianos Orlando Fals Borda y Eduardo Mora Osejo, quienes, en el Primer Manifiesto por la autoestima en la ciencia colombiana, plantean que:

 

Los paradigmas científicos europeos y norteamericanos, con su referente cultural en las zonas templadas donde se originaron, y en condiciones geográficas, históricas y humanas con­cretas, han tenido la ventaja de su extensión al resto del mundo por virtud de un proceso de acumulación meritorio y eficiente. Pero ello no los hace únicos ni más perfectos que los generados en otras partes del globo terráqueo. Al mismo tiempo, se amplía innece­sariamente la brecha entre los países poseedores de una fuerte capacidad moderna de creación de conocimientos y aquellos países, como el nuestro, todavía con una débil capacidad para tal propósito. Este desequilibrio no solamente se traduce en un poderoso instrumentario económico, apoyado por tecnologías cada vez más sofisticadas, sino también en un sistema político mundial dominado por aquellos países dueños de tales avances.[1]

 

De otra parte, por razones obvias, la Misión de la Universidad tiene que ver con el mismo asunto.  La Misión nos dice que la Udenar forma seres humanos, ciudadanos y profesionales en las diferentes áreas del saber y del conocimiento con fundamentos éticos y espíritu crítico, para el desarrollo alternativo…  Esto significa que la investigación de nuestra Universidad, en interacción con la región, debe ofrecer alternativas teóricas de desarrollo.  Y este es un aspecto que merece mayor elaboración teórica.  En la página de la Vipri se formula uno de los principios de la investigación, de esta manera: Con base en los principios de libertad, democracia, tolerancia y respeto por la diferencia, la Universidad reconoce la pluralidad conceptual, filosófica y metodológica del quehacer investigativo en armonía con los postulados propios de la actividad científica.

 

¿Cuáles son los postulados propios de la actividad científica?, ¿los propios de la visión positivista del mundo?, es decir, ¿los que formula el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia?  No sé en ciencias naturales – aunque, por la anterior cita de Fals y Mora, también en este caso tiene cabida la discusión –, pero en el caso de las ciencias sociales, como la Economía, no existe un único postulado científico válido.  Veamos unos ejemplos.

 

El valor no es algo inherente a los bienes, no es una cualidad intrínseca de los mismos, ni menos aún una cosa autónoma, independiente, asentada en sí misma. Es un juicio que se hacen los agentes económicos sobre la significación que tienen los bienes de que disponen para la conservación de su vida y de su bienestar y, por ende, no existe fuera del ámbito de su conciencia.[2]

 

Por tanto, los hombres no relacionan entre sí los productos de su trabajo como valores porque estos objetos les parezcan envolturas simplemente materiales de un trabajo humano igual. Es al revés. Al equiparar unos con otros en el cambio, como valores, sus diversos productos, lo que hacen es equiparar entre sí sus diversos trabajos, como modalidades de trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen.[3]

 

El primero dice que el valor es subjetivo, no está en la mercancía sino que lo da el consumidor.  El segundo dice, por el contrario, que el valor es objetivo, que lo tiene la mercancía y es el trabajo del productor no el gusto del consumidor.  Obviamente, cada uno de los dos autores aquí citados se considera a sí mismo científico y considera al otro como no científico, vulgar lo llamó Marx.  En los ejemplos aquí presentados, se trata de dos pensadores del siglo XIX, las obras citadas conocieron sus primeras ediciones con menos de una década de diferencia.  El primer autor citado es uno de los padres fundadores de la escuela de pensamiento Neoclásico, la ortodoxia que se enseña hoy en todos los programas de Economía del mundo y es la teoría que fundamenta la política económica de todos los gobiernos del mundo – salvo los alternativos, por supuesto –.  El segundo autor es el padre del pensamiento crítico, desterrado de casi todos los programas de Economía, por los neoliberales (los nuevos neoclásicos).  Pero, para no hablar solo del siglo XIX sino del XXI, veamos que opina del pensamiento neoclásico un economista recientemente fallecido:

 

La cuestión no radicaba en si la economía y sus mercados tie­nen o no las mismas propiedades formales que el modelo de Newton. Jevons, al igual que Walras pocos años después, había descubierto las ilusorias y contagiosas delicias de la ciencia patas arriba. Mientras que Newton, respaldado por un siglo de investigaciones empíricas, había identificado las propiedades fundamentales del universo físico y luego había establecido el modelo, Jevons y Walras se plantearon definir un conjunto de conceptos que pudiesen ser combinados de un modo formal­mente análogo a las relaciones físicas modeladas por la mecánica clásica. Son estos conceptos apriori y al servicio del ego que… son martilleados en los cerebros de los estudiantes como si fuesen verdades científicas, los que hoy apuntalan al neoliberalismo.[4]   …Esto debe acabar, porque los economistas entrenados de acuerdo a estas fantasías acaban siendo idiotas sabios: genios cuando juegan con símbolos matemáticos, pero absolutamente ignorantes del mundo real en el que viven.[5]

 

La Neoclásica es la ciencia económica dominante, es la ciencia oficial.  Pero no hay duda de que, si nos atenemos exclusivamente a estos paradigmas teóricos, a los postulados científicos positivistas, no podremos cumplir la Misión de la Universidad, el positivismo es estéril para idear futuros alternativos.  Tampoco podremos interactuar con aquella parte de la sociedad que quiera un desarrollo alternativo.  Con esto tiene que contar la nueva VIIS.

 

Sin duda, apreciados amigos y apreciadas amigas aquí hay un trabajo teórico-práctico por hacer.  ¿Cuándo empezamos?

 

 

Cordialmente,

 

Julián Sabogal Tamayo

Profesor Titular de Pensamiento Económico

 

 

 

[1] FALS BORDA, Orlando (2001) KAZIYADU.  Registro del reciente despertar territorial en Colombia, Bogotá: Ediciones Desde Abajo, págs. 148-149.

 

[2] MENGER, Carl (1996) Principios de Economía Política, Barcelona: Ediciones Folio, pág. 108.

 

[3] MARX, Carlos (1976) El capital, tomo I, México: Fondo de Cultura Económico, pág. 39.

 

[4] MAX-NEEF, Manfred (2014) La economía desenmascarada, Barcelona: Icaria, pág. 196.

 

[5] Ibid., pág. 201.

 

 

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Julián Sabogal Tamayo
Profesor Titular y Profesor Emérito de la Universidad de Nariño, adscrito al Programa de Economía; ha sido profesor de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN. Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Doctor Honoris Causa de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla. Socio fundador de la Asociación Colombiana de Economía Crítica, autor de 18 libros, autor de artículos publicados en revistas y periódicos de Colombia y del exterior.

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