Estamos frente a una situación sin precedentes en nuestras memorias colectivas; la humanidad debe reaccionar, el planeta está reaccionando, porque el mundo no será igual después de superar esta “odisea” colectiva.

 

 

Las Ciencias Sociales vamos a tener mucho que decir, luego de comprender estas nuevas formas de interacción social que se van configurando; superando las de antaño, las que privilegian las vanidades, la desigualdad, la indiferencia, las que nos impusieron la falsa creencia de que lo humano y la naturaleza son realidades antagónicas. La configuración de un nuevo ethos se aviva en medio del dolor y la impotencia; mientras otros; equivocadamente, se obstinan por evitar el colapso económico a costa de la vida. ¿Qué papel jugamos quienes habitamos las casas del saber en este nuevo orden mundial? las Universidades, las Escuelas y los Colegios, también debemos comprender que en estos lugares debe imponerse una manera distinta de habitarlos, pensarlos y construirlos. La Universidad en su devenir habitar, pensar y construir afianza su vocación histórica de ser un lugar para la vida y así somos consecuentes con este nuevo ethos

 

Habitar, pensar y construir desde la vida. Este es el gran principio, docentes que permitan formarnos para la vida, estudiantes que deseen formarse para la vida; que la ciencia, las artes, las humanidades, en esta nueva “vulgata planetaria”, nos permitan superar más de 200 años de confrontación que motiva un modo de producción que tiene como base los anti- valores humanos afianzados en la contradicción natura-cultura.

 

Que la semántica de la vida, ahora se imponga y derrote el lenguaje de la muerte y la confrontación. Si las Escuelas, Colegios y Universidades, las inventamos nosotros para resolver las dudas, comprender el mundo y afirmar la vida, que estas mismas lógicas circulen como el viento en las aulas, los pasillos y corredores de nuestros campus. Un día de desesperanza como estos, Galileo en el último parlamento insistió con vehemencia que la “mecánica del universo apareciera más clara, pero la mecánica de las cortes no salió de la niebla. Y si la duda ganó la batalla por medir el cielo, la batalla de las madres de Roma se perdió para conseguir la leche”. Un nuevo ethos fue posible.

 

Estoy convencido que la ciencia y la casa que la cultiva, no tienen otro propósito, sino hacer más segura la existencia humana, la vida; pero si abre camino a la opresión y la casa que la cultiva pierde su vocación de vida; como bien lo evoca Galileo, entonces la ciencia terminará por quedar mutilada para siempre y cada grito nuestro de “eureka”, terminará eclipsado por un grito universal de horror.

 

Estoy convencido de que jamás me arriesgaría para el devenir de un ethos tan serio como este, la vida por delante, los y las invito a que nos arriesguemos, y me motivo porque observo, los peces vuelven a los ríos, las aves a los jardines, las abejas a las flores, los valores que nos dieron la oportunidad de hacernos humanos reclaman su lugar.

La solidaridad, la igualdad tendrán que imponerse si aprendimos bien la lección.

Por una nueva forma de Habitar, Pensar y Construir en nuestra Universidad

 

 

Vicente Fernando Salas Salazar
Director Departamento de Sociología
Udenar

 

 

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