En momentos de crisis agudas, como es el caso de guerra, los líderes toman decisiones que no tomarían en condiciones normales; es la hora de la verdad.  Son los momentos en que, como dice el refrán popular, muestran el cobre. Es decir, corren el manto de la apariencia y muestran su verdadera esencia. Es lo que ha sucedido, frente a la guerra ruso-ucraniana, en relación con la libertad de expresión y el racismo.

 

El pensamiento liberal le fue propio a la clase burguesa, en su lucha contra el absolutismo; uno de los principios liberales es de libertad de expresión. Es muy conocida, al respecto, aquella idea de Voltaire, al respecto: “Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Esta defensa a ultranza ha desaparecido en el capitalismo imperialista, el planeamiento formal se mantiene pero el contenido no.  Los medios de comunicación rusos: Rusian Today y Sputnik fueron prohibidos en la Unión Europea. La frase de Voltaire parece cambiada por otra: te garantizo la libertad para expresarte, siempre que pienses lo mismo que yo.

 

Los medios de comunicación privados, contrarios al gobierno ruso, se sumaron a la prohibición de la Unión Europea y obligan a la población a recibir una sola versión de la guerra ruso-ucraniana. Esto es comprensible, porque los dueños de estos medios son los mismos dueños de las distintas empresas y del Estado. Ya Lenin hace más de 100 años, en el tercer capítulo de su conocida obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, había escrito: “Concentración de la producción, monopolios que se derivan de la misma, fusión o enganche de los bancos con la industria: tal es la historia de la aparición del capital financiero y lo que dicho concepto encierra. Pasemos ahora a describir cómo la “gestión” de los monopolios capitalistas se convierte indefectiblemente, en las condiciones generales de la producción mercantil y de la propiedad privada, en la dominación de la oligarquía financiera”. Lenin llama capital financiero a la fusión entre capital bancario y capital industrial y oligarquía financiera a la parte de la burguesía propietaria a esta forma de capital. Hoy debemos agregar, además de los bancos y la industria, a todas las empresas monopólicas, incluidas las de medios de comunicación. Incluso los estados están en manos de la oligarquía financiera.

 

En Colombia, para dar solo un ejemplo, Radio Cadena Nacional es propiedad de Ardila Lülle, El tiempo, de Sarmiento Angulo, Caracol Tv, del grupo Santo Domingo; los Gilinski sabían que su monopolio financiero necesitaba un medio de comunicación y compraron La Revista Semana y de inmediato hicieron sentir que la revista pasaba a funcionar al servicio de su monopolio financiero (algunos ingenuos creyeron que iba a mantener la independencia informativa). El estudio sobre la historia y el funcionamiento del capital financiero en Colombia está, en forma completa y clara, en el libro “Los verdaderos dueños del país”, del Académico Julio Silva Colmenares.

 

El otro aspecto en que esta guerra dejó al descubierto la ideología imperialista es la relacionada con el racismo. En Europa se habla de pluralismo y de tolerancia, pero esa es la forma fenoménica del problema. De Ucrania ha salido, rumbo a occidente, alrededor de dos millones de desplazados por la guerra, que han sido bien recibidos, lo cual está muy bien.

 

Pero en la guerra de Siria se cuentan 5.6 millones de refugiados. Estos no han sido solidariamente recibidos en Europa Occidental; la razón de la diferencia es que los ucranianos son blancos. Los ciudadanos desprevenidos de Alemania, Francia, España, etc. dicen: “estos ucranianos se parecen a nosotros”. No creo, como dice Aníbal Quijano, que la raza sea el concepto central para entender la relación de América Latina con Europa, pero definitivamente el imperialismo es racista.

 

Immanuel Wallerstein, en su libro “Impensar las ciencias sociales” nos dice, con base en los planteamientos de Gunnar Myrdal, que el racismo le es propio al actual sistema-mundo. Los habitantes de países subdesarrollados o tercermundistas somos étnicamente inferiores. Y, en general, las clases bajas de los distintos países son también étnicamente inferiores.

“Me temo –dice Wallerstein – que el racismo y el subdesarrollo son… elementos constitutivos del sistema – mundo capitalista como sistema histórico”.

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