QUO VADIS, QUO TENDIMUS, QUI SUMUS, QUID FECIMUS, QUID FACIEMUS.

 

¿Que adónde vas?, ¿Hacia dónde vamos?, ¿Quiénes somos?, ¿Qué hemos hecho?, ¿Que haremos?

 

Es la razón de esta entelequia ideal que permita dar impulso con conciencia crítica a proceder posturas de acción comunitaria, militancia procaz, contra los grandes pecados sociopolíticos, llena nuestros corazones de pasión en el silencio, sabiendo comprender al otro con solidaridad de todos para todos para hacer que nuestras vidas tengan sentido social.

 

Como sujetos sociales, políticos y espirituales venimos y vamos a través de la historia incurriendo en intermedios, contradicciones, experiencias, acciones y todo cúmulo de adversidades, haciendo parte de nuestras vivencias y aconteceres entre las cuales están las etapas coloniales con sus colapsos y crisis hasta nuestros días, buscando el orden social, la justicia y la paz, pero por nuestra indiferencia, orgullo y pérdida de valores, no hemos hecho nada, hemos estado viviendo en el vacío de nuestras vidas sin llegar a comprender nuestro lugar en el mundo.

 

Ante estos contextos e indagaciones nos enfrentamos a divulgar, entender la naturaleza social y política, buscando definiciones ante la complejidad del espíritu humano. Su comportamiento, sus aportes y gestiones a la causa justa de la administración pública, problematizando y reflexionando nuestro devenir, con enfoques que permitan nuevos horizontes de gobernanza con solidaridad y servicio comunitario. Siendo cada ser verdadero actor de la gobernanza, nos obliga adquirir posturas activas y participativas. Entonces debemos hacer tareas dinámicas de comunicación, evitando los vacíos, las falsedades, que como activistas cambiaremos las políticas disolutas con conciencia crítica.

 

Cada miembro de la comunidad va respondiendo acerca de la transformación del mundo con tareas de labor, de formación, donde todo elemento es propicio para el bien común, mediante debates claros y respetuosos. En verdad, es muy poco lo que hemos hecho por nuestro país, por nuestro prójimo. Como pueblo resiliente es nuestro deber acometer políticas heurísticas contra la violencia, el odio y los enfrentamientos. Este deber surge ante lo poco o nada de gestión del estado, llenas de paradojas contradictorias y expresiones tendientes a politizar todo cambio, toda mutación.

 

Analizar sobre lo que hicimos o no hicimos, y el que haremos es todo un proceso mental profundo. Tenemos que cuestionarnos sin acusarnos, llenos de esperanza, cerrando el pasado sin olvidar, mirando el renacer de proyectos de vida. ¿Que haremos?,  irradia esperanza para desalojar la carga pesada del pasado y buscar despejar el secretismo público, pidiendo cuentas, exigiendo participación. Señalar el adónde vamos, con el que hacer, es una categorización de como preñamos en nuestro interior las emociones, con criterio reflexivo para explicar el comportar humano en las distintas fases de la historia.

 

La genealogía del pasado está unida a la historia donde reposa lo que hemos hecho. El pueblo viene de paliar, soportando su enmarañado porvenir, de allí que si queremos saber de dónde venimos con más precisión, el vernáculo lenguaje dispone del mundo de la gramática de los pueblos donde nacen símbolos, gestos, signos y leyes que nos unen al antepasado, al origen histórico para conocer los hechos y los proscritos colonizadores enemigos del pueblo. Que en cuerpo ajeno pululan por el arrabal amargo de nuestra nación.

 

Como sociedad urbana, rural, pueblerina, impoluta, hemos venido surgiendo, asumiendo reacciones de actitud crítica para entender cómo hemos sido gobernados. En ese devenir hemos sido mancillados de forma soterrada, expoliada por la ratio de secuaces politiqueros, gamonales apátridas, colonizadores de tierras campesinas. La diáspora sufrida señala el Unde Venimus, añorando el existir de una tierra suya, que hoy le es extraña por el determinismo de protervos satánicos, de anacrónicos pensamientos, deístas infernales, inmersos en nuestra nación, fútiles, fundamentalistas políticos carentes de esencia humana, dispersos por las instituciones públicas, verdaderos nihilistas que dan asco, merecedores de terminar en las celdas de una prisión.

 

Pues bien, frente a tan descomunales desatinos de los entes públicos, debemos alzar nuestras voces y plumas con un lenguaje claro y firme de contenido social, sin dejarnos amedrentar, denunciando los antrópicos actos de estado, recurriendo al llamado de nuestra conciencia que lleva la hermenéutica de los hechos sociales ultrajados por un sistema banal carente de sesudez. Repensar para hacer, es asumir posturas sociales de temple, donde se den a conocer quiénes son los usurpadores de la dignidad de una nación que cínicamente se burlan de su buen juicio y de su amor propio. Y, que esa nación y su dignidad los juzgue con la verdad en un juicio perenne.

 

¿Hacia dónde vamos?, no es difícil precisarlo; los estados y la sociedad depredadora están ocasionando de manera irresponsable procesos sociales, técnicos y legales tendientes a deformar y destruir no solo los grupos humanos sino también la naturaleza y todo su contenido de vida. Como seres y como naturaleza, nacimos y venimos condicionados a transformar y dar vida ajustados a una existencia integral, a un existencialismo que desemboca al bien social.

 

La negación de cualquier avance ataca con inclinación destructora, rompiendo conciencias, pasiones, pensamientos y anhelos de liberación. En el proceso de qué hacer, ejércitos de metecos se cruzan, pero la catarsis del pueblo siempre refuerza la esperanza. Fuerzas irritas vienen diluyendo esfuerzos, haciendo trizas los sueños con opacidad y xenofobia llenas de odio, dentro de discursos retóricos y cínicos panegíricos sin ningún sentido, donde solo se avizora la ambición, tutela de sus instintos.

 

El anacrónico sistema es un episodio de continuismo con propuestas llenas de sorna, esto es de ironía y burla, donde con ubérrimos programas, quieren imponer su poder, haciendo desestabilizaciones antrópicas. Nuestro sistema político es una hipertrofia intestinal que causa obstrucción a los objetivos democráticos, que a su vez impide el devenir justo, provocando traumas sociales que intoxican el desarrollo. La masa crítica de nuestra nación, el pueblo, va en línea de hacia dónde vamos y el que hacer aun en medio de toda indiferencia, de toda desigualdad, enfrentando las antinomias del régimen, pues toda la institución del estado está contaminada.

 

Al adentramos a cualesquiera de las decisiones a tomar, no podemos dejar de señalar, que debemos incursionar en la historia, en el mundo histórico, como decía el filósofo: “en la vida nuda”. Esto nos lleva a estudiar, comprender, a interpretar los periodos sociales buscando la verdad. Cada hecho de la historia presenta sus rasgos, sus clases y sus formas políticas y sociales, pero no obstante hay una continuidad presente a pesar de que sale a relucir el lado activista del hombre, el quehacer social, donde hacemos referencia a la también posición del estado en cuanto a que ha hecho, hacia dónde va, qué hará; todo esto va en doble vía, y ello exige la vinculación de la sociedad en el proceso de gobernanza como poder constitucional y como actor político.

 

QUO TENDIMUS, ¿hacia dónde vamos?, nos lo dice el acontecer del presente difuso. Esta es la proclama que debemos señalarle a quienes están en la contienda política o mejor de las huestes deformes de la politiquería abyecta que piensa administrar el país. Los que están administrando el país deben ser declarados sus actos como crímenes de lesa humanidad, y por ello ya están declarados para ser sentenciados y condenados con todo el rigor de la ley. El que la hace la paga y esto va para todos los que vengan si proceden con igual sentido.

 

Dentro de los haceres está el desmitificar los actos de los dioses decadentes del estado y la política. Actos anacrónicos como formas de gobierno, con ortodoxias, abusos con leyes garantistas, haciendo uso de la corrupción en su favor invadiendo toda la gran estructura del estado. La sociedad actuará ante todo conflicto con toda la dinámica del hado interior, sentando las bases para una sociedad verdaderamente libre, cual combatientes de la resistencia y la rebeldía justa.

 

Lo complejo y absurdo de nuestro comportar nos conduce a categorizar, en el sentido de que atacamos a quienes después elegimos, estamos de acuerdo con quienes nos gobiernan, proferimos revocatorias contra los mandatos pero defendemos sus actos, aceptando sus violencias y agresiones, votamos por quienes tienen acusaciones por delitos y están siendo investigados por la justicia; la doble moral en cónsono por un capitalismo social, contra el capitalismo insolidario.

 

Voces y saberes, ante los hechos expresan que el poder del estado se hace grande ante los débiles que la sociedad debe alzarse profiriendo movimientos de liberación pues es tal el ejercicio dictatorial que tiene el manejo de todas las instituciones militares y los medios de comunicación, donde se precisa que el fundamento de la administración está avalado por la violencia con que estos elementos actúan bajo sesgos, terror y miedo, determinando modos decisivos en los procesos sociales, económicos y políticos, cual virus que carcome las entrañas del país y sus gentes.

 

El no hacer al tono de Tolstoi, arrincona al hombre, por lo tanto su mayor esfuerzo frente a los haceres es no hacer lo que no debe hacer y hará lo que debe hacer cuando comprenda lo que no debe hacer, cuando conozca la historia y su complejidad. Nos olvidamos que el mundo no nos pertenece, que lo hemos recibido para nuestra existencia y es nuestra obligación cuidarlo no depredándolo, ni nosotros destruyéndonos. Debemos vivir y aprender a hacerlo en medio del desarraigo, la incertidumbre y la fragilidad social mediante el conocimiento, el saber humano, el amor, todo con destino solidario, sin apabullar a nadie, ni sus propiedades, ejerciendo la equidad social. Debemos ir potencializando la conciencia humana en conciencia social.

 

Debemos acudir siempre con un lenguaje claro, es decir, de hombres de mundo, lejos de torres de babel esperando que se nos diga. QUO VADIS, ¿que a dónde vas?, salgamos del mundo del silencio atroz, vamos a recorrer el destino de la vida sin miedo, escuchando al otro, ofreciéndole el amor social, nuestro servir, alejados del absurdo, del vacío inhabitable. Ante tantas disyuntivas, confusiones y dudas, donde la mentira oculta la verdad, debemos proceder en las tendencias de los quehaceres entendiendo al filósofo Wólfram al señalar entonces ¿por qué hacer algo? en lugar de no hacer nada ¿Cuál es pues la medida del hombre? ¿Qué fin puede proponerse?

 

Hacer, entre razones y sin razones, volviéndonos más humanos, haciendo nuestras las causas ajenas, en especial la de los débiles, migrantes, de los sin justicia. En el hacer estamos combatiendo el relativismo, la doble moral, abriendo brechas para que las víctimas reciban justicia, sus silencios tengan voz para defenderse y reclamar sus derechos, para que los campesinos reciban sus tierras, que otros le robaron, haciendo producir el pan de cada día para todos con amor campesino.

 

¿Qué haremos?, no quedarnos callados, proceder resistiendo con la verdad, con desobediencia civil, con objeción de conciencia, con el derecho a no obedecer leyes injustas y programas que desconocen la realidad. ¿Hasta cuándo? hasta siempre, al pueblo le sobra capacidad, espíritu de lucha y rebeldía justa. Revolucionarios de la paz supieron interpretar el dolor humano, con sus muertes dejaron los efectos de su hacer para frenar toda injusticia social, gestada por imperios infernales. Terminemos con apartes de un canto magistral de Gabriela Mistral evocando que queremos, una imagen de Jesús que refleje su fracaso intentando un nuevo mundo, que conmueva las conciencias y cambie los pensamientos, que vaya a las calles, donde están las gentes sin techo, donde se abandonan los viejos, en el pueblo migrante, entre los que tienen hambre, donde están las mujeres maltratadas, personas sin empleo, buscando entre los pobres, su imagen de carne y hueso.

 

Mariano Bernardo Sierra Sierra

Abogado, egresado de la Universidad Libre de Colombia

 

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