“La Lectura debe ser una forma de felicidad”, (Jorge Luis Borges, en Librepensadores).

 

Para escribir esta nota, retomo tal cita con el fin de entender que, en relación con la lectura se escuchan diferentes opiniones; la mía va en el sentido que le da su autor, y deja de lado aquellos conceptos que se apegan a esa forma de medirla solamente como instrumento para atiborrar la mente con información; entonces, aquí encontramos a quienes consumen textos y los repiten con “pelos y señales”, además de acompañarlos con la pregunta del intelectual: ¿lo leíste? Resaltando que el fulano sí “sabe de agua y no se moja” y, el señalado es un pobre ignorante, demeritado por quien se cree el gran lector.

 

Entonces, con lo expresado se puede entender que la tan ponderada información, si bien es importante o sea que “vale más que nada”; puesto que, mirada desde este enfoque, está muy distante de una disciplina conceptual y holística que luego explicaré.

 

Pero, realmente la información tiene su grado de importancia en la medida que aporta a la elaboración del conocimiento que, en sentido estricto, resulta de su estructuración; pero unida con otros elementos afines, es decir con diferentes significados logrados en las actuaciones dentro de los eventos culturales, que conforman nuevos productos mentales; o sea que generan conocimientos, eficaces, eficientes y adecuados para producir artículos, escritos, tesis, textos, etcétera.

 

De tal modo que, es en este punto, donde se puede decir que se ha logrado ese nivel de felicidad a través de la lectura. De donde se infiere que, tales “individuos”, aquellos que han acumulado solamente información, necesitan mucho trecho por recorrer y bastante ejercicio cerebral para lograr el conocimiento racional y poder generar nuevos enfoques, después de la práctica acumulativa de información.

 

Y, definitivamente, a tales gacetilleros les falta mucho para demostrar su gran cultura y nivel de conocimiento; porque esas características se obtienen con la producción de textos escritos y publicados y agrego, aunque al menos fuera una cuartilla, que patentizará su producción intelectual.

 

Sin que fuera a tomarse el siguiente acápite como una justificación para quienes se vanaglorian por tener acumulada información, es decir el primer nivel del conocimiento desconectado y, en cierta medida, vacuo; ya que podría decirse que tal falencia se debe a esas prácticas metodológicas basadas en la memorización de contenidos sin el menor intento de procurar un mínimo análisis conceptual.

 

Ahora, tampoco se puede desconocer el aporte de la memoria en la elaboración del conocimiento; con la puntualización de que el defecto de ésta no se encuentra en sí mismo, sino en el mal uso que de ella se hace; pues, bien conocido es el principio al respecto:  “…lo que no está en la memoria, no se encontraría en parte alguna”; por tanto, entiéndasela como un proceso mental, al cual se llega después de haber escalado las conexiones neuronales; es decir, cuando se ha podido entenderla como un resultado y no como un fin.

 

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Marco Fredy Solarte
Magister en Lingüística y Español, Universidad del Valle, Profesor Titular Pensionado de la Universidad de Nariño; autor de varios libros entre ellos "Cuentos de la Esquina", 2015. Tres Novelas publicadas en el sistema Virtual y 35 poemas publicados en forma Virtual, LitNar.

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