Ya sé que me reclamarán sobre la relación de este escrito con la realidad, entendiendo por esta los fenómenos de corto plazo. Por mi parte, pienso que es necesario, también, ocuparse del largo plazo, incluso de los sueños. Más aún, los cambios inmediatos adquieren sentido si conducen al cambio definitivo, el corto plazo no tiene propósitos autónomos, se relacionan con los propósitos estratégicos como las partes con el todo.

 

Dicen los versos de Ramón de Campoamor: En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira. Por eso es importante definir el enfoque teórico con el cual se mira un proceso social. Voy a tomar la idea del pensador latinoamericano, de origen alemán, Franz Hinkelammert quien plantea que los enfoques teóricos se deben juzgar según su propósito frente al sistema capitalista. Un enfoque teórico puede ser: conservador, crítico reformista o crítico radical.[1]  Es conservador si se propone defender el sistema, a veces puede considerar que el capitalismo no es perfecto, pero es el mejor de los posibles.  Una forma de defenderlo es ocultando su existencia, escondiéndolo, en vez de decir capitalista o burgués dicen empresario, en vez de obrero o proletario dicen colaborador. El poeta Charles Baudelaire decía en su poema El jugador generoso: Hermanos míos, ¡no olvidéis nunca cuando oigáis alabar el progreso de las luces, que la mayor de las artimañas del diablo es persuadiros de que no existe!

 

Por su parte, la crítica reformista encuentra muchas falencias en el sistema capitalista y propone soluciones, pero sin llegar a tocar los límites del sistema, sin tocar la esencia de este. En el fondo, piensan que el capitalismo es perfectible. Esto es lo que plantean los economistas heterodoxos, por ejemplo, una economista que está de moda en estos días: Mariana Mazzucato dice:

 

Para que los sistemas públicos fun­cionen y formen parte de un tejido social saludable, necesitamos un sector privado diferente, uno con el que los gobiernos puedan interactuar. Por sí solo, el Gobierno, aunque sea muy ambicioso y esté orientado por misiones, no puede seguir una trayectoria mejor a menos que tenga una relación más productiva con las empresas, y a menos que estas tengan una mentalidad a largo plazo y un propósito… El progreso real solo ocurrirá cuando la gobernan­za de las partes interesadas y el “propósito” se vuelvan un elemen­to central en la manera en que se gobiernan e interactúan las organizaciones. Por lo tanto, para abordar los desafíos que propone este libro, para cambiar el capitalismo, debemos cambiar las interre­laciones entre el Gobierno, las empresas y la sociedad civil, sobre todo la relación de poder subyacente. Hay varias formas diferentes de capitalismo, y la nuestra es la equivocada.[2]

 

El problema no es el capitalismo, sino cuál capitalismo. Existe una forma equivocada de capitalismo y otra no equivocada; más aún, la forma equivocada se puede transformar en una no equivocada con solo cambiar las interre­laciones entre el Gobierno, las empresas y la sociedad civil y esto se logra, al parecer, mediante un acto voluntario, logrando interacciones de las partes.

 

El enfoque crítico radical, por su parte, supone que el problema es el sistema capitalista en sí mismo, no se trata de que el sistema tenga algunos problemas parciales, corregibles, el problema radica en su propia naturaleza. Voy a llevar a cabo un pequeño análisis de algunos de los puntos del Decálogo del presidente, desde el enfoque crítico radical. En el Decálogo que el presidente de Colombia presentó ante la COP27 afirma:

 

  1. La humanidad debe saber que si la política mundial no supera la crisis climática se extinguirá. Los tiempos de la extinción que vivimos deben empujarnos a actuar ya y globalmente como seres humanos con o sin permiso de los gobiernos. Es la hora de la movilización de la humanidad toda.
  2. El mercado no es el mecanismo principal para superar la crisis climática. Es el mercado y la acumulación de capital quien la produjo y no serán jamás su remedio.

 

La afirmación radical es esta: el capital es el responsable del problema ambiental, no solo del cambio climático, este es solo un síntoma de un problema más general. Con frecuencia se toma esta parte –cambio climático– por el todo –problema ambiental– seguramente por tratarse del síntoma más evidente. Es como si el médico se preocupara solo por bajar la temperatura al enfermo, tomando la fiebre por la enfermedad, sin llegar a indagar por la infección que causa la fiebre.  El problema es el capital.  Hablo del capital como lo entendió Carlos Marx, como una relación social, no como una cantidad de dinero:

 

…el capital no es una cosa material, sino una determinada relación social de producción, correspondiente a una determinada formación histórica de la sociedad, que toma cuerpo en una cosa material y le infunde un carácter social específico. El capital no es la suma de los medios de producción materiales y producidos. Es el conjunto de los medios de producción convertidos en capital y que de suyo tienen tan poco de capital como el oro o la plata, como tales, de dinero[3].

 

Se trata de una relación social que toma cuerpo en objetos materiales, como los medios de producción. Todas las categorías con las que trabaja Marx son relaciones sociales. Esta manera de enfocar su análisis es lo que le permite a Marx descubrir el carácter histórico de las formaciones sociales. Por ejemplo, si se identifica capital con medios de producción, como lo hizo David Ricardo, no es posible descubrir su carácter histórico porque el medio de producción siempre ha existido, ninguna producción es posible sin un instrumento de producción, aunque este instrumento sea sólo la mano,[4] y seguirá existiendo mientras exista la humanidad y esta deba producir. Es decir, los instrumentos de producción no son históricos. Pero si se entiende el instrumento como un medio para que su propietario se relacione con el trabajador que crea nuevos productos, esta relación sí es histórica, una es la relación entre el amo y el esclavo y otra, muy distinta, la relación entre el burgués y el proletario.

 

En cuanto al problema ambiental, el capital es el verdadero responsable. De ahí el planteamiento de que con el capital la humanidad entra en una nueva era geológica: el Capitaloceno. El historiador ambiental Jason Moore se refiere al concepto de Capitaloceno en estos términos:

 

Para la humanidad en la época del capitalismo histórico, la creación de medio ambiente ha llegado a una fase de desarrollo capaz de favorecer una nueva edad geológica. Normalmente, se denomina Antropoceno (la “Edad del Ser humano”), pero Capitaloceno  (la “Edad del Capital”) es una denominación mucho más exacta. No cabe duda de que el siglo XXI es un momento de extraordinario cambio global.[5]

 

 Y, más adelante continúa: ¿Estamos realmente viviendo en el Antropoceno, con su vuelta a una visión curiosamente eurocéntrica de la humanidad, y su confianza en las agotadas nociones de recursos-y-determinismo-tecnológico? ¿O estamos viviendo en el Capitaloceno, la era histórica configurada por relaciones que privilegian la acumulación sin fin del capital?

 

El modo en que se conteste a estas preguntas históricas dará forma al análisis de la crisis del presente –y  a cómo se responde a ella–.[6]

 

El capital causa el problema ambiental porque el crecimiento infinito de la producción capitalista choca, necesariamente en algún momento, con la finitud del planeta. Al respecto, el economista inglés Kenneth E. Boulding –no es antimarxista– dice: quien crea que el crecimiento exponencial puede durar eternamente en un mundo finito, o es un loco o es un economista.  Por su parte el economista egipcio –este sí marxista– Samir Amin afirma: El principio de la acumulación sin fin que define al capitalismo es sinónimo de crecimiento exponencial, y este, como el cáncer, lleva a la muerte.[7]

 

El capital no puede cesar de crecer, porque esto está en su propia naturaleza, al respecto afirma Marx:

 

Como fanático de la valorización del valor, el capitalista espolea implacablemente a la humanidad a la producción  por la producción misma… Solo en cuanto personificación del capital es respetable el capitalista. Y, en cuanto tal, comparte el afán absoluto de enriquecimiento con el atesorador. Pero lo que en este se reverla como una manía individual es en el capitalista el resultado del mecanismo social, dentro del cual no es más que un tornillo. Además, el desarrollo de la producción capitalista convierte en una necesidad el aumento constante del capital invertido en una empresa industrial, y la competencia se encarga de imponer al capitalista individual, como leyes coactivas emanadas desde fuera, las leyes inmanentes del modo capitalista de producción. Estas leyes lo obligan a extender constantemente su capital para conservarlo, y el único camino de que dispone para extenderlo es el de su progresiva acumulación.[8]

 

Con este enfoque, el crítico radical, que es el pensamiento de Carlos Marx, se concluye que el problema ambiental no tiene solución en los marcos del sistema capitalista. La siguiente pregunta de Samir Amín es pertinente: ¿Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?[9] 

 

Normalmente se habla de crisis energética, crisis alimentaria, crisis ecológica y cambio climático, como si se tratara de fenómenos independientes. El planteamiento de Amin es que se entiendan como diferentes facetas de un mismo desafío, el del sistema de la mundialización capitalista contemporánea (liberal o no) basado en la sangría que lleva a cabo la renta imperialista a escala mundial en beneficio de la plutocracia de los oligopolios;[10] se trata de una crisis sistémica.

 

La crisis energética es el producto de la voluntad que tienen los oligopolios del imperialismo colectivo de asegurarse el monopolio del acceso a los recursos naturales del planeta, escasos o no, para apropiarse de este modo de la renta imperialista.[11]  La crisis alimentaria no es el producto de la expansión de la producción de agrocarburantes en detrimento del cultivo de plantas comestibles, pese a que esta expansión es un hecho real e indiscutible. Es el producto de la acumulación por expropiación de los campesinados del mundo… Esta expropiación de los campesinados (de Asia, África y América Latina) constituye la forma contemporánea más importante de la tendencia a la pauperización (en el sentido que daba Marx a esta “ley”) asociada a la acumulación. Su puesta en práctica es indisociable de las estrategias de captación de la renta imperialista por parte de los oligopolios, con o sin agrocarburantes.[12]

 

Amin, junto con André Gunder Frank, desde la década de 1970, invitaba a la izquierda radical de la época a que renunciase a socorrer al capital buscando “salidas a la crisis” y que se implicase en las estrategias para “salir del capitalismo en crisis”.[13] Salir de la crisis del capitalismo es imposible, se trata de un proceso histórico irreversible; además de que la izquierda radical no debe estar interesada en esa salida. Salir del capitalismo en crisis es históricamente posible, lo que no significa fácil. Además, si la humanidad no logra salir del capitalismo, la crisis ambiental pone en entredicho el futuro de la humanidad y, tal vez, de la vida en el planeta.

 

La crisis sistémica es un proceso objetivo, pero el capitalismo en crisis cuenta con procesos subjetivos que someten a un gran sufrimiento a la mayor parte de la sociedad humana.  Para dar un ejemplo:

 

Después de que Salvador Allende ganara las elecciones y tomara el poder por la vía democrática, los estadounidenses decidieron destruir militarmente este proceso y eliminar físi­camente a los revolucionarios que lo llevaron adelante. Fue esta tabula rasa subjetiva, a costa de miles de muertes, la que hizo que los experimentos neoliberales pudieran implantarse y que los “vencidos” quedaran “disponibles” para un imposi­ble devenir empresario de sí mismo.

 

El neoliberalismo no cree, como su antecesor, en el fun­cionamiento “natural” del mercado; sabe que, por el contra­rio, hay que intervenir continuamente y respaldarlo a través de marcos legales, estímulos fiscales, económicos, etc. Pero hay un “intervencionismo” previo llamado “guerra civil”, es el único que puede crear las condiciones para “disciplinar” a los “gobernados” que tienen la osadía de querer la revolu­ción y el comunismo. Por eso los Chicago Boys se abalanza­ron como buitres sobre América Latina. Había allí una subjetividad devastada por la represión militar, cuyo proyecto político había sido derrotado y sobre el cual podían operar “libremente”. Esta historia, que desapareció rápidamente de la memoria del pensamiento crítico, no es específica del neoliberalismo: antes, el ordoliberalismo solo había podido des­plegar sus recetas sobre las subjetividades alemanas aniquila­das por la experiencia nazi.[14]

 

El Pensamiento Crítico Radical acepta relativamente los emprendimientos del Pensamiento Crítico Reformista, los comparte en la medida que las reformas empujen la historia hacia la superación del capital o los rechaza si son favorables al capital. Por ejemplo, el líder del proceso revolucionario ruso, V. I. Lenin, escribió:

 

La socialdemocracia revolucionaria* siempre ha incluido e incluye en sus actividades la lucha por las reformas. Pero no utiliza la agitación “económica” exclusivamente para reclamar del gobierno toda clase de medidas: la utiliza también (y en primer término) para exigir que deje de ser un gobierno autocrático. Además, considera su deber presentar al gobierno esta exigencia no sólo en el terreno de la lucha económica, sino asimismo en el terreno de todas las manifestaciones en general de la vida sociopolítica. En una palabra, subordina la lucha por las reformas como la parte al todo, a la lucha revolucionaria por la libertad y el socialismo.[15] 

 

El Decálogo del presidente Gustavo Petro contiene propuestas de largo plazo, no dice Socialismo pero se entiende que se trata de superar el capitalismo realmente existente. El Decálogo fue presentado frente a un escenario mundial; por lo tanto, considero que el contenido del Decálogo es adecuado. Otra cosa son las tareas de corto plazo del país. Casi todos los analistas y comentaristas colombianos se dedican a los asuntos de corto plazo.  La pregunta más repetida por la prensa hablada y escrita es: ¿habrá nuevos contratos de exploración en busca de hidrocarburos?  Además la discusión suele convertirse en diálogo de sordos; uno dice: “debemos tratar de llegar al remplazo de las fuentes de energía, porque la combustión de petróleo es una de las principales causas del  problema ambiental” y el otro responde: “pero, la empresa petrolera aporta el mayor porcentaje del Presupuesto Nacional”.

 

En conclusión, como dicen los chinos, el primer paso es el inicio de cualquier viaje, pero hay que saber hacia dónde conduce el camino.

 

 

Julián Sabogal Tamayo

 

Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Socio Fundador de la Asociación Colombiana de Economía Crítica, Socio de Número de la Academia de Historia de Nariño, Profesor Emérito de la Universidad de Nariño.

 


Referencias 

[1] Cf. HINKELAMMERT, Franz (sf) Ideologías del desarrollo y dialéctica de la historia, Santiago: Biblioteca de ciencias sociales, Introducción.

[2] MAZZUCATO, Mariana (2021) Misión economía.  Una guía para cambiar el capitalismo, Barcelona: Peguin Ramdon House Grupo Editorial, pág. 164.

[3] MARX, Carlos (1975) El capital, tomo III. México: Fondo de Cultura Económica pág. 754.

[4] MARX, Carlos (1968) Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858, tomo I, México: Siglo XXI, pág. 5.

[5] MOORE, Jason W. (2020) El capital en la trama de la vida.  Ecología y acumulación de capital, Madrid: Traficantes de Sueños, pág. 100.

[6] Ibid., pág. 205.

[7] AMIN, Samir (2009) La crisis.  Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis, Barcelona: El Viejo Topo, pág. 7.

[8] MARX, Carlos (2015) El capital, tomo I. México: Fondo de Cultura Económica pág. 528.

[9] AMIN, Samir, op. cit., pág. 12.

[10] Ibid., pág. 14.

[11] Ibid., pág. 15.

[12] Ibid.

[13] Ibid., pág. 16.

[14] LAZZARATO, Maurizio (2021) El capital odia a todo el mundo.  Fascismo o revolución, Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora, págs. 21-22.

* Comunistas (JST).

[15] LENIN, V. I. (1975) ¿Qué hacer?  En Obras Escogidas en 12 tomos, tomo II, Moscú: Editorial Progreso, pág. 59.

 

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Julián Sabogal Tamayo
Profesor Titular y Profesor Emérito de la Universidad de Nariño, adscrito al Programa de Economía; ha sido profesor de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN. Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Doctor Honoris Causa de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla. Socio fundador de la Asociación Colombiana de Economía Crítica, autor de 18 libros, autor de artículos publicados en revistas y periódicos de Colombia y del exterior.

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