Ensayo elaborado en el marco de la Maestría en Promoción y Prevención en Salud Mental.
Los hábitos saludables desempeñan roles importantes en la vida de cada ser humano, pues con ellos se pretende un desarrollo armónico para cada uno, elevando su calidad de vida con un bienestar integral. Por ello, es necesario reconocer a la educación como una estrategia para fomentar los hábitos de vida saludables. Puesto que, la salud se crea y se vive en el marco de la vida cotidiana; siendo esta el resultado de los cuidados que uno se dispensa a sí mismo y a los demás, y contando con la capacidad que se tiene de tomar decisiones y el control de la vida (Rabe y Casas, 2007).
En este sentido, es preciso generar consciencia de la relación que existe entre los hábitos de vida saludables y la salud de cada persona, por la importancia que reviste generar cambios de conductas insanas e incorporar hábitos de vida saludables en la práctica diaria (Cortes et al., 2009). La adopción de estilos de vida saludables, tanto por parte de los individuos como de las comunidades, implica la interacción continua entre la práctica de conductas protectoras y la elusión de conductas de riesgo, como dos caras de una misma moneda (Garcia, Garcia y Vaca, 2014).
Dado que, los factores de riesgo más frecuentes en la vida moderna son los malos hábitos, que impiden conseguir una longevidad satisfactoria con una buena calidad de vida, por lo cual es importante modificar los hábitos y estilos de vida insanos por hábitos saludables desde edades tempranas, puesto que las consecuencias negativas para la salud que producen los hábitos no saludables son evidentes a simple vista (Yorde Erem, 2014; Más y Espeso, 2005; Giraldo et al., 2010).
En este sentido, es preciso reconocer que dentro de los cinco principales motivos de muerte en la población, cuatro están relacionados con enfermedades crónicas no trasmisibles, las cuales son: Enfermedades del corazón, muertes ocurridas por diversos tipos de Cáncer, Enfermedades Cerebrovasculares y Diabetes. Estas enfermedades comparten cuatro factores de riesgo que son la mala alimentación, inactividad física, el consumo de tabaco y el uso nocivo del alcohol. Por ello, es necesario el llamado a realizar cambios en los hábitos y estilos de vida, puesto que es una prioridad en el tema de salud mundial. Es hora de crear conciencia, fundamentando valores sociales y responsabilidades públicas que orientan a desarrollar estrategias y conductas que permiten preservar la salud y mejorar la calidad de vida (Yorde Erem, 2014).
Sin embargo, al hablar de programas sobre hábitos y estilos de vida saludable se enfrentan el desafío de instalar cambios de hábitos y lograr su sostenibilidad, dado que en ocasiones se torna extremadamente difícil lograr mediante estrategias de cambio individual, algo que involucra la parte social y cultural (Ferrer et al., 2021). En definitiva, la responsabilidad consigo mismo incluye un reto al desarrollar acciones de autocuidado desde el ejercicio físico, una adecuada alimentación, cuidando de la higiene de sueño, el trabajo, estudio y el uso adecuado del tiempo libre en aras de contribuir a mejorar la calidad de vida individual e influenciar en la colectividad (Garcia, Garcia y Vaca, 2014; Miravet, M., Ballester, R. & Castro, J., 2020).
Vanessa Stephanie Guerrero Sánchez – Ruth Abigail Tatamuez Tarapues
Maestrantes en Promoción y Prevención en Salud Mental
Universidad de Nariño
Universidad de Nariño
Referencias
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Ferrer M, Sol M, Bosnich M, Robledo C, Watkins L. (2021) Cad. Saúde Pública 37 (12). https://doi.org/10.1590/0102-311X00333720 García, J. C., García, C. A., & Vaca, M. L. (2014). Variables involucradas en la práctica individual y colectiva de hábitos saludables. Revista de Salud Pública, 16(5), 719-732. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42239149008
Giraldo, A., Toro, M. Y., Macías, A. M., Valencia, C. A., & Palacio S. (2010). La Promoción De La Salud Como Estrategia Para El Fomento De Estilos De Vida Saludables. Revista Hacia la Promoción de la Salud, 15(1), 128-143. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=309126693010
Jiménez, M. G., Martínez, P., Miró, E., & Sánchez, A. I. (2008). Bienestar psicológico y hábitos saludables: ¿están asociados a la práctica de ejercicio físico?. International Journal of Clinical and Health Psychology, 8(1), 185-202. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33780113
Más M, Alberti Lizet, & Espeso N. (2005). Estilos saludables de vida y su relevancia en la salud del individuo. Humanidades Médicas, 5(2). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-81202005000200006
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Muñoz, J. M., Maldonado, T. D., & Albarrán, J. (2007). Competencias para la promoción del estilo de vida saludable. Horizonte Sanitario, 6(3), 4-11. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=457845050001
Rabe , G y Casas N. (2007) Formar en un estilo de vida saludable: otro reto para la ingeniería y la industria. Educación y Educadores. 10,(2). 103-117 Universidad de La Sabana Cundinamarca, Colombia. https://www.redalyc.org/pdf/834/83410209.pdf Yorde, S. (2014).
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