Ensayo elaborado en el marco de la Maestría en Promoción y Prevención en Salud Mental.
La búsqueda de la armonía para el ser humano implica mediar la relación consigo mismo y con lo externo. En este propósito, los hábitos y estilos de vida saludables juegan un papel importante: el alimento, la movilidad y actividad física, el descanso, una vida sexual sana forman parte fundamental de este concepto, pues reflejan las actitudes, valores y comportamientos de las personas (Ramírez y Agredo, 2012). En este sentido, es fundamental generar transformaciones individuales, así como apuestas colectivas y estatales en función de una promoción de la salud mental que aporte en la generación de nuevas concepciones en las personas, desde el autocuidado y el cuidado del otro.
Hablar de vida saludable no solamente hace referencia a la salud o el bienestar físico o corporal, sino también al bienestar mental. Sin embargo, no es tarea fácil alcanzar este equilibrio emocional, pues el ritmo frenético de la vida laboral y familiar en el que las personas se ven envueltas obliga a adoptar hábitos que no favorecen la consecución de una vida sana (FACUA Andalucía, 2010). Por ello, la adquisición de hábitos saludables ayuda a tener un mejor manejo de las emociones, a controlar las respuestas de estrés y la ansiedad y al fortalecimiento de la salud mental (Universidad de Cundinamarca, 2021). Al respecto, Yorde (2014) menciona que las personas que son sanas emocionalmente, tienen control sobre sus pensamientos, sentimientos y comportamientos, se sienten bien consigo mismas y tienen buenas relaciones interpersonales; pueden poner los problemas en perspectiva, han desarrollado maneras de hacer frente al estrés y a los problemas de la vida cotidiana.
La relación con los hábitos y estilos de vida saludables, resulta importante en el aprendizaje desde la infancia, puesto que es una etapa en la cual las niñas y niños empiezan a aprender sobre sí mismos y el mundo que les rodea. Es durante estos años en los que comienzan a desarrollar hábitos de alimentación, higiene, juego, relaciones sociales y cuidado personal que los acompañarán a lo largo de sus vidas (Sésamo, UNICEF, Fundación FEMSA, Fundación Carlos Slim, Secretaría de Salud de México, Canal Once (México) y Ecuador TV, 2018). En este orden, cabe analizar la idea de que, si enseñáramos estrategias adecuadas desde la infancia, los niños y niñas en su adultez, tendrían mayores posibilidades de afrontar el mundo y, en consecuencia, una menor incidencia de trastornos o enfermedades en salud mental.
Por otro lado, adquirir hábitos implica un cambio en el comportamiento, lo cual lleva tiempo y depende de características personales para la disposición al cambio. Algunas personas pueden reconocer que necesitan cambiar, pero no estar listos para hacerlo. Incluso aunque una persona tenga la intención de comenzar o mantener un nuevo comportamiento, por diversas razones puede retroceder. De esta forma, la promoción de estilos de vida saludables va dirigida, por una parte, a mejorar el entorno y la sociedad en que se vive (entornos saludables) y, por otra, a mejorar las capacidades de las personas para llevar una vida más sana (Corporación Municipal del Municipio de Yamaranguila, 2016).
Adicionalmente, los hábitos de vida saludables se relacionan con los modos de vida de las personas, entendidos como aspectos que transcienden el ámbito individual pues son el reflejo de los diferentes contextos en los que están inmersos los individuos. Los modos de vida expresan las características generales de las comunidades, por ejemplo: su organización económica y política, su cultura, su historia, sus tradiciones, etcétera (Alcaldía de Medellín, 2018). Condiciones sin las cuales, los hábitos saludables no serían posibles; por ello, cabe analizar el lugar que las personas ocupan en la sociedad y sus posibilidades reales de tener una salud pensada en la vida y no en la enfermedad.
Andrea Martínez Cabrera
Maestrante en Promoción y Prevención en Salud Mental
Universidad de Nariño
Universidad de Nariño
Referencias
Alcaldía de Medellín. (2018). Guía de estilos de vida saludables. https://www.medellin.gov.co/irj/go/km/docs/pccdesign/SubportaldelCiudadano_2/PlandeDesarrollo_0_19/ProgramasyProyectos/Shared%20Content/Estilos%20de%20vida%20saludable/Gu%C3%ADa%20Estilos%20de%20Vida/Gui%CC%81a%20Estilos%20de%20vida%20saludables.pdf
Corporación Municipal del Municipio de Yamaranguila. (2016). Guía de entornos y estilos de vida saludables. https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/34580/vidasaludable2016-spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
FACUA Andalucía. (2010). Hábitos de vida saludable. https://www.consumoresponde.es/sites/default/files/Gu%C3%ADa%20H%C3%A1bitos%20Vida%20Saludable.pdf
HEARTS. (2019). Paquete técnico para el manejo de las enfermedades cardiovasculares en la atención primaria de salud. Hábitos y estilos de vida saludables: asesoramiento para los pacientes. Washington, D.C. https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/50805/OPSNMH19001_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Ramírez Vélez, R., Agredo, R. (2012). Fiabilidad y validez del instrumento “Fantástico” para medir el estilo de vida en adultos colombianos. Rev. Salud pública, 14 (2), 226-237.
Sésamo, UNICEF, Fundación FEMSA, Fundación Carlos Slim, la Secretaría de Salud de México, Canal Once (México) y Ecuador TV. (2018). https://www.unicef.org/bolivia/media/251/file/bol-unicef-sesamo-listos-a-jugar-2018.pdf
Universidad de Cundinamarca. (2021). Manual de estilos de vida saludable. https://www.ucundinamarca.edu.co/intranet/documents/seguridad-salud/Manual-ESG-SST-M008_V1.pdf
Yorde, S. (2014). Cómo lograr una vida saludable. An Venez Nutr 27(1). 129-142. http://ve.scielo.org/pdf/avn/v27n1/art18.pdf