VOCES Y SUEÑOS DE UN PUEBLO

II PARTE 

Son las interpretaciones de las metáforas de quienes atropellan el sentir humano.

 

La vida es un sueño eterno donde descansamos acogidos por la libertad de la verdadera independencia, permaneciendo firmes para no dejarnos arrebatar ningún derecho a los cuales están al acecho quienes profanan la democracia. Lo peor es quedarnos inmóviles,ignorar la problemática lo esencial es estar presto al combate justo contra los que atentan contra los débiles que comercian con sus desgracias. Si no hay voluntad social, no habrá construcción social, no habrá formación, ni educación, no habrá salud, ni relación de equidad, no habrá conexión que gobierne para la unidad de las causas, para la esperanza que sueña, esperanza y sueños del pueblo universal que necesita entender y sentir ese sueño con sentido de vida.

 

La rebeldía social con la fuerza de sus voces conduce a transformar, a renegar contra el pensamiento frívolo, díscolo, contra el populismo farsante. Un pensador nos dijo un día “las filosofías no han hecho más que interpretar de diversas maneras el mundo, ahora se trata es de transformarlo…”, para ello el poder del pueblo realza ese deseo; no podemos permitir que ningún poder interrumpa los sueños de una nación de la esperanza, ya es hora de parar el nefasto entramado que dejó el imperio y que hoy marcha por la misma senda dejando huellas de ambición, corrupción, nepotismo, clientelismo. Un pueblo que sueña sus anhelos es la esperanza, en crecimiento que busca la reivindicación de sus derechos arrebatados para dejar de ser los desplazados de siempre, los condenados de la tierra, los siervos sin tierra. No se puede seguir exigiendo al estado el cumplimiento de la ley, al estado no se le piden favores, sino que se le exige cumpla sus deberes, que cumpla el mandato popular. Los sueños de un pueblo son sagrados, son lo más respetado y añorado, en sus sueños, el pueblo experimenta la realidad con la rebeldía del cristo roto o del cristo de espaldas.

 

Esta reflexión significa ser alguien. Pues ese sueño se encarna en la humanidad para que nazcan ideales en pos de ser liberados, de los que impiden que los atributos humanos produzcan sentido de ser, para ser. Los sueños de un pueblo esperan un despertar pletórico de paz y la acción de un estado que tenga la capacidad de proteger a sus ciudadanos en su vida, sus bienes y su dignidad; y que no sea este estado su propio enemigo. Los sueños son necesarios para lograr pensar que soñar utopías no es soñar imposibles, sino que abordan lo que ocurre en el mundo presente en medio del despertar humano. La Utopía es la enseñanza de los que amaron la libertad, y ella es una realidad. Como es realidad que las armas del pueblo son su verdad, la denuncia, la lucha y la resistencia que hoy renacen.

 

Ante el dolor humano y ante la ingobernabilidad el pueblo se convierte en unos sonámbulos sufrientes y desamparados. Sin embargo, el pueblo encuentra un nuevo lenguaje sensorial, una arquitectura sólida, pues, puede más la conciencia de querer despertar añorando voces de libertad para exigir el cumplimiento de gobernabilidad. Sorprende en cada despertar la ocurrencia de hechos desconcertantes, pues hemos estado en un ambiente de gobernanza contradictorio, cínico, entrópico, perverso, tertuliante, mentiroso y corrupto.

 

El país en su inmensa estructura se mueve en permanente fe de erratas, en entramados de grandes enmendaduras debido a las imprecisiones como nos han gobernado, y además porque los ejercicios de gestión social y pública no tienen ninguna trazabilidad en las ejecuciones para que sus efectos estén en la dirección del bien común y del contrato social. En su época, Bolívar transmitió a sus pueblos el mensaje acerca de una expresión de Rousseau que aconsejaba “… Cuando se ignoraba lo que se debe hacer, la prudencia dicta la inacción para no alejarse uno del objeto a que se dirige, porque puede adoptar mil caminos inciertos en lugar del único que es recto…”

 

Es en los sueños de libertad donde el pueblo adquiere derechos, haciendo de ese espacio onírico el trampolín donde se impulsa la imaginación y la reflexión de las realidades humanas. Diversos ensayistas de la libertad han expresado que las gobernanzas en su actitud tiránica hipnotizan a su pueblo. Los gobiernos que nos gobernaron cualquiera sea su naturaleza, crearon actitudes apáticas que al decir de La Boetie se llama servidumbre voluntaria, este acto servil es el paso inequívoco para incitar y desarrollar la rebeldía voluntaria cuando nos despertemos del sueño social revolucionario, la más sublime herencia que debemos dejar a nuestros hijos para la libertad y su bien estar, que perfila la existencia con la lógica humana.

 

Los sueños y voces de un pueblo son aquellos de los abandonados por el maltrato cruel de los injustos y dentro de esos sueños se percibe también las voces de esos abandonados que, como muchos, se han resignado a existir sin sentido, a vivir sin entender las cosas de las elites sociales. Pero también en ese laberinto de los sueños, se oyen las voces fantasmales que recorren episodios del mundo de los seres que han dejado la huella de un futuro por llegar, voces de los errantes peregrinos, desconocidos por el épico murmullo clamando en el anonimato, una esperanza. Esperanza que otros pueblos sin estado anhelan en las ardientes fronteras cuya posesión ha sido presa de negativas sociedades cuasi dueñas del mundo.

 

Pero surgen también los sueños de los silenciados por la violencia estatal, los pocos que quedan, ellos en su silencio sepulcral añoran vivir en la pasión del devenir histórico que le arrebataron gamonales codiciosos, dejándolos en el silencio mudo. Hoy hay más sueños que nos acompañan, como el de los jóvenes y mujeres de la primera línea, con sus voces roncas y apagadas por el terror, el miedo y la muerte, y por el escabroso y frío de unas celdas, clamando justicia, ante una represión que solo la rebeldía sabe vencer. A decir verdad, rebeldía, rebelión, resistencia no son simples ideas, es un actuar en defensa del hombre.

 

Y qué decir de los sueños de la tierra, de la naturaleza, un gran todo, con su componente de leyes y de vida, donde conviven aquellos muertos de todos los tiempos cargados de dolor, que no volverán. Ella, la naturaleza, sueña también en su dolor ante la barbarie humana que le clava el hacha asesina, los machetazos de muerte y la quema ardiente, y el despojo de sus faunas y floras, y que en su regazo cual fosa reposan allí los muertos de las guerras infernales que sufren como ella, el olvido de la sociedad y los gobiernos.

 

Los pueblos en sus sueños avivan pesadillas que reflejan la perversidad humana, como la corrupción, que se ampara en el lema “hecha la ley hecha la trampa”. Todo alimentado por desechos políticos, hematofilos que actúan cual antófagas voraces de la política que no pueden saciar, ejerciendo una verdadera autodestrucción social y política, para dar vida a narcisistas, fetichistas para engañar, mentir, manipular, explotar con patrones de comportamientos seductores, donde cunde el odio y los ataques contra la paz. Hace más de 2000 años, el más grande entre los grandes, con su voz de amor, dijo… Amaos los unos a los otros… pero lo entendieron mal, odiaos los unos con los otros… Hoy vivimos el armaos y mataos los unos contra los otros y así enfrentar imperios contra imperios, pueblos contra pueblos, hombres contra los hombres y contra la naturaleza.

 

La vida es una deuda que contraemos. Este enfoque humano es un clamor de vida. Cruzar puntos de no retorno nos lleva a concluir sobre el desencadenante de cambios apocalípticos, de cómo se gobierna en justicia. Que ironía, cuando se celebra el día de la vida con guerras donde la muerte apaga ese sentir cínico. La voz del pueblo dinamiza el gobierno del pueblo que carecen de representación democrática ante la inexistencia de los que nos deben representar. La voz del pueblo es la masa que Canetti define como la fuerza del poder gobernante que transforma el rizoma democrático con amor y servicio social.

 

MARIANO SIERRA

Abogado, egresado de la Universidad Libre de Colombia

 


 

Voces y sueños de un pueblo – Parte I

 

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