LA CRISIS DEL PENSAMIENTO CONTRA LA DEMOCRACIA UNIVERSITARIA

Grabado «El sueño de la razón produce monstruos». por Francisco de Goya 1797 – 1799

Al comenzar a escribir, recordé un mural imponente en la facultad de ciencias humanas de la Universidad, una réplica de la obra de Goya: El sueño de la razón produce monstruos.

 

El mural mostraba a un hombre rendido por el sueño, rodeado de criaturas que se transformaban en murciélagos, como si estos velaran su sueño. Este análisis simbólico puede verse reflejado en la crisis del pensamiento dentro de las universidades frente a la percepción y comprensión del proceso democrático, la autonomía y el fortalecimiento de las escuelas políticas.

 

Hace unos meses, el país discutía la elección del rector de la Universidad Nacional, un hecho que le abrió las puertas al debate para entender las formas democráticas que operan en muchas universidades, incluyendo el proceso electoral que hoy se adelanta en la Universidad de Nariño. En sintonía con el debate y como parte de un deber ciudadano es importante que empecemos a estudiar el tema desde tres perspectivas: 1) la apropiación del pensamiento crítico, 2) las reflexiones sobre los métodos de comunicación y el lenguaje en la universidad, y 3) la concepción de lo público, esto debido a que pensar en la universidad como bien común nos lleva a afirmar que estas instituciones deberían estar inmersas en un “intenso discurso público”[1]. Pero, ¿realmente podemos contribuir a ese discurso? Aquí es donde surge la necesidad del pensamiento crítico.

 

Los procesos electorales universitarios heredan tensiones históricas. Colombia ha sido testigo de oligarquías que se han mantenido en el poder durante siglos, por tanto, replicar el ejercicio democrático en estos escenarios trae consigo cuestionamientos profundos de fondo y de forma, así entonces, no comprender la historia y la realidad del país nos deja a la deriva. Por ello, la formación política es esencial y puede provenir del movimiento estudiantil, de organizaciones sociales o políticas, incluso de la autodidáctica, pero debe ser un aprendizaje libertario y revolucionario para no seguir reproduciendo esquemas de desigualdad. No obstante, hay una ruptura entre la formación política y la acción de comunicar. Mientras las organizaciones estudiantiles protegen la costumbre panfletaria y del mitin, la globalización ha impulsado el auge de los memes y las opiniones a manera de comentarios en redes sociales. Este fenómeno plantea una preocupación: la comunicación pierde significado cuando ideas densas se resumen en una frase o imagen, muchas veces cayendo en la mala interpretación o la tergiversación. Habermas hablaba de la “racionalidad comunicativa”[2], la capacidad de argumentar y justificar puntos de vista críticamente en busca de consensos. Esta habilidad parece esfumarse, y lo que debería ser una discusión profunda se diluye en reduccionismo del debate como el clientelismo o la burocracia, que asumen una perspectiva más personal que política y de paso limitan e ignoran asuntos más problemáticos del liderazgo político en el contexto universitario, tales como modelo de gobernanza, sostenibilidad financiera, internacionalización y regionalización para el desarrollo de los territorios.

 

Existen asuntos urgentes que no se están discutiendo, como la pertinencia curricular, los procesos investigativos, la base presupuestal de las universidades y las políticas de privatización. Estos temas, junto con la llegada de valores neoliberales a las universidades públicas, amenazan con fraccionar la autonomía institucional. ¿Dónde están los acuerdos de unidad? ¿Cuál es el papel actual del cogobierno estudiantil? ¿Dónde quedan materializados los logros alcanzados en la reforma de Córdoba?

 

La crisis de pensamiento radica en la incapacidad de manifestar lo que se piensa y confrontarlo con lo que otros sostienen. La imagen que proyecta el debate universitario parece vaciarse de perspectiva y enfoca uno de cientos de problemas presentes en los campus. Aunque existen narrativas y representaciones de los memes contestatarios y críticos, es crucial revisar los procedimientos detrás de la difusión de estas ideas, ya que es en este punto donde corremos el riesgo de caer en la manipulación o la mentira, como lo señala Hannah Arendt “mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada (…) un pueblo privado de pensar y de juzgar esta sometido al imperio de la mentira”[3] y en ese trayecto las universidades pueden llegar a perder su valor público*.

 

Hablar de las universidades y sus procesos democráticos no puede ser exclusivo de los estudiantes; los egresados ​​y ciudadanos también deben involucrarse. La crisis del pensamiento que atravesamos es un reflejo de una desesperanza que se arraiga cuando perdemos la fe en el cambio y como buenos hijos de hogares disfuncionales, (en muchos casos) evitamos enfrentar el tema, pero en la universidad no podemos permitirnos esa negligencia, las crisis deben ser estudiadas y resueltas, en una amplia confrontación. El conflicto no debe ser contra las organizaciones estudiantiles, los sindicatos o los gremios de trabajadores. El problema ha de superarse a través de la acción colectiva y el debate constructivo que permita eliminar la mala praxis. Por ello, empeño mi esfuerzo político, pedagógico y epistemológico en alertar sobre esta crisis. Necesitamos desarrollar argumentos sólidos sobre la democracia universitaria para que las acciones utópicas que defendemos se conviertan en algo material y este mal sueño nos lleve a comprender la realidad para transformarla.

 

La única forma de avanzar es a través de la organización. Aunque las universidades puedan enfrentar innumerables problemas, son las asambleas y los constituyentes primarios quienes pueden proponer un cambio sustancial.  La ignorancia y el desconocimiento no pueden ser una herramienta de ventaja frente a los problemas que enfrentaremos como comunidad universitaria, la educación superior debe elevarse de su crisis por medio de la formación continua, es un deber asumir que “la universidad o es una institución crítica, o no es nada”[4].

 

Autoría
María Fernanda Arévalo Rivera
Magister en Educación
Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales
Universidad de Nariño

 

 

 

 

 

REFERENTES
  • Arendt, H. (Arendt, H. (1972). La mentira en la política.
  • Gramsci, A. (2009). Introducción a la praxis política gramsciana: hegemonías y contrahegemonías. Ciencia Política, 4(8). https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/15836
  • Habermas, J. (1981). La teoría de la acción comunicativa (Vol. 1 y 2). Madrid: Taurus.
  • Hall, S. (2020). La universidad neoliberal: Ensayos de cultura política. Capitán Swing.
  • Marx, K. (1845). Tesis sobre Feuerbach. En K. Marx & F. Engels, La ideología alemana. [Editorial o lugar de publicación].
  • McLaren, P. (2000). El Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución. Madrid: Siglo XXI.
  • Negri, A. (1999). El poder constituyente. Madrid: Traficantes de Sueños.
  • Federación Universitaria de Córdoba. (1918). La Reforma de Córdoba. Universidad Nacional de Córdoba.
  • Giroux, H. A. (2018). La guerra del neoliberalismo contra la educación superior. Herder Editorial.
[1] Giroux, H. A. (2018). La guerra del neoliberalismo contra la educación superior. Herder Editorial.
[2] La teoría de la acción comunicativa. Habermas, J. (1981). La teoría de la acción comunicativa (Vol. 1 y 2). Madrid: Taurus.
[3] La mentira como herramienta del poder. Hannah Arendt. Arendt, H. (Arendt, H. (1972). La mentira en la política. Taurus.
* entiéndase por valor público el acceso equitativo a la educación, la difusión científica del conocimiento, la contribución al desarrollo social y económico de las regiones, el fomento de la ciudadanía crítica, la innovación y la tecnología, entre otros.
[4] Hall, S. (2020). La universidad neoliberal: Ensayos de cultura política. Capitán Swing.

 

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