La “chagra” en lengua inga (variedad del quechua) se refiere al cultivo tradicional y la vida para la comunidad Inga de Santiago Putumayo a la que pertenezco. Con esto quiero contar cómo se vive la soberanía alimentaria en nuestra comunidad con reflexiones que aun se mantienen y como llevamos la vida en tiempos de pandemia (Covid-19), situación no muy lejana a la que viven muchas comunidades de Abya Ayala y del mundo.
La chagra es un solo tejido que puede llevar a reflexiones externas e internas, físicas y espirituales, a diferentes escalas, a pocas o muchas posibilidades. Las externas al reconocer la chagra como un espacio físico que puede ser contemplado, sitio de interacción donde es visible un “policultivo” que ya no es “monocultivo”, es orgánico, es un aparente “desorden” como a veces lo llaman a la primera impresión o un “cuasi bosque” lo que lleva a reconocer este espacio con diferentes posibilidades de existencia e interacción, diversidad biológica o vida de colores. Así las abuelas y los abuelos dicen que la chagra es vida, es sabiduría, es matemáticas, es alimento y medicina a través de los colores que nutren para dar salud, para vivir más, para sentir el sabor rico en la sopa, para ver los animales que visitan la chagra entre ellos colibrís, abejas, mariposas que se acercan a las flores y ardillas que vienen por maíz o granadillas (fruto).
Desde lo externo e interno, día a día el hombre y la mujer Inga se relacionan con este espacio chagra donde hay comunidad, hay relación con plantas y animales, hay actividades que permiten reconocer el valor de la semilla, de las aromáticas, de las plantas medicinales, del alimento. Hay un lenguaje en el vivir rodeado de plantas, de ese lenguaje nos hablan las abuelas cuando entregan la chagra a los hijos para seguir desyerbando, sembrando y cuidando el alimento. Pero hoy, llega otro lenguaje diferente con transgénicos y agroquímicos que limita las posibilidades de diversidad de alimentos y además envenena, los ojos se vuelven ciegos y no ven los límites del respeto con la vida, se enferman los suelos y las consecuencias son duras.
La chagra enseña y llama a pensar en comunidad, acá aún se vive la minga (trabajo comunitario) y el trueque (intercambio) así se lleva los días en lo rural, los abuelos y las abuelas no salen, todos tratamos de estar en casa y en chagra, sólo los jóvenes salen al pueblo urbanizado para hacer algunas compras, trueques o envíos de semillas a otros lugares, más personas se están animando a sembrar desde una agricultura familiar. Hay preocupación por lo que vendrá y no es por la “pandemia”, es por la consciencia y conexión que se ha perdido con la vida que nos rodea, que es la raíz de las enfermedades, nuestra contribución con la vida puede estar en activar la sensibilidad ante si mismo y el entorno. Comenzar a sembrar y a cuidar semillas nativas y orgánicas, a trabajar en comunidad, a seguir el vuelo de las aves o el paso de Jaguares, a pensar en el equilibrio de los ecosistemas para no invadir el espacio de otros seres. Estos tiempos son de reflexión para cambios y decisiones comunitarias para la creación de políticas agroecológicas y de libertad de Pachamama, con diálogos constructivos para pensar soberanías propias.
Vivimos, comemos, sembramos, escuchamos a los abuelos, hacemos rituales, aprendemos, nos ayudamos entre todos en diferentes actividades, fortalecemos nuestra economía, esta es la vida de las comunidades de Kindi kocha (Valle de Sibundoy), hoy nos mantenemos fuertes desde lo colectivo, apoyo mutuo y constante, aún creemos en la posibilidad del apoyo a la economía local y queremos crear red con más personas que quieran fortalecer sus chagras y su vida.
En estos tiempos de dificultad también hay reflexión sobre el estado de la chagra. Cómo esta tu chagra?, es interesante como los abuelos y las abuelas siempre nos llevaron y presentaron a la chagra como un espacio de reflexión para vivir-aprendiendo. Las abuelas dicen que han sentido como la chagra es un tejido desde la tierra, desde donde las raíces nutren a las plantas o desde donde las raíces comestibles que nos nutren a nosotros, por esto dicen que hay un tejido de chagra y de raíz en cada ser humano, no separado sino en conexión.
Cuando se lleva a escalas el lenguaje del tejido con la vida sucede en las veredas donde convivimos como ingas, en las costas, islas, así sucede, se reinventa, se transforma, vienen reflexiones de reconocer la armonía del entorno y la armonía interior. Hoy y siempre queremos crear red, estamos en un tiempo de reconocer tejidos para cuidar la vida, ese es el mensaje que viene desde reconocer la chagra y reconocernos en Madre Tierra.
Cómo ser parte? cómo sentirse incluido en ese tejido? Es una invitación a sentirse así mismo, a llamar la chagra, a ver las raíces, a sembrar, a cosechar, a vivir, a sentirse expresión de vida. A veces la tierra puede necesitar abono, agua y respirar.
Aura Tisoy Tandioy
Mujer Inga Kinde Kocha –Valle de Sibundoy
Biologa, Egresada de la Universidad de Nariño