Reflexiones en torno a la Facultad de Ciencias Humanas y la importancia de las Ciencias Sociales. Universidad de Nariño

 

Sabemos que las Ciencias Sociales se originaron en Europa, cada una de sus vertientes tiene un territorio y una época concreta de nacimiento, por eso, se afirma que el “conocimiento no es desterritorializado”. Cada ciencia humana y social construyó su estatuto epistémico sobre la base de exclusiones y errores y respondieron a los intereses de los estados, de las naciones y de las élites de poder.

 

Sus contenidos eurocéntricos se expandieron por el mundo, se universalizaron y los errores se repitieron sin cesar hasta convertirse, por efecto de las representaciones, en verdades absolutas y únicas. La “civilización” europea fue presentada como la mejor de las racionalidades y también como “modelo” paradigmático del desarrollo epistémico. Bajo esta concepción, las “razas inferiores” ubicadas en territorios no europeos eran, a juicio de éstos, incapaces de producir conocimiento, por tanto había que imponerles un pensamiento para sacarlos de la irracionalidad, proceso que hoy conocemos como “colonialidad del saber” que no fue más que una “violencia epistémica” traducida en el desconocimiento de la ciencia y de los saberes existentes en otras latitudes como en la América Andina.

 

La ciencia occidental se expandió al mismo ritmo de la expansión capitalista-colonial-moderna, el discurso cognitivo deliberadamente se impuso a través de textos, libros, sermones, proclamas, catecismos, códigos, reglamentos, etc. mediados por la iglesia, las academias, escuelas y universidades. Sobre América se vaciaron todas las doctrinas que afectaron el conocimiento, la cultura y los saberes ancestrales.

 

El eurocentrismo destruyó en parte las formas de pensar, de ver y estar en el mundo. Después de este largo dominio cultural europeo, Estados Unidos desplazó de América Latina a Europa y se posesionó de este continente para continuar con el proceso de la colonialidad. Las Ciencias Sociales nos presentaron a estos imperios como “modelos civilizatorios” a imitar porque supuestamente el desarrollo de estos había llegado al “fin de la historia”, es decir, a su máximo crecimiento. La interminable dominación de la subjetividad continúa hasta nuestros días.

 

Las Ciencias Sociales modernas tienen que reconstruirse para empezar a caminar por caminos propios

 

De lo anterior se deriva la necesidad de que la educación, los educadores, los intelectuales comprometidos con un pensamiento crítico repensemos las Ciencias Sociales porque éstas desde sus orígenes vienen repitiendo teorías, conceptos y paradigmas pensados para otras realidades y fundamentados en la lógica occidental; aplicar el conocimiento de otros para estudiar lo de nosotros no es digno ni correcto. No se trata de desconocer los aportes de los “otros”, no podemos expresar ahora que solo lo nuestro tiene validez, esta posición extrema nos conduce a revivir teorías excluyentes y etnocéntricas, las culturas se influencian mutuamente, por ello, hay que ponerlas a dialogar en un plano de horizontalidad y derivar de ahí los elementos epistémicos que nos posibiliten la construcción de pensamiento propio.

 

La tragedia de la intelectualidad es seguir copiando modelos para aplicarlos acríticamente; el nobel mexicano Octavio Paz decía que los latinoamericanos teníamos “cultura de la copia”, por eso, afirmaba que siempre “seguimos las huellas de otras culturas”. América Latina no ha sido pensada, irreflexivamente se han trasladado los atuendos que adornaron a la vieja Europa para vestir a las joven América, esa vestimenta ajena ha desfigurado el cuerpo tanto que se ha vuelto irreconocible.

Las Ciencias Sociales modernas tienen que reconstruirse para empezar a caminar por caminos propios, para correr el velo que deliberadamente encubrió nuestra realidad. Repensarlas, reescribirlas es un proceso que se llama descolonizar las mentes y avanzar en la construcción de un pensamiento crítico-alternativo. La descolonización es la confrontación de la colonialidad, es el rescate y reconocimiento del “otro”, es conocer la cultura y la historia para entender la marcha del presente y visualizar un “mundo posible” desde lo nuestro. La descolonización es un contra-discurso al pensamiento hegemónico considerado como único, válido y universal.

 

 

  • Elementos para la construcción de pensamiento propio

El ejercicio descolonizador es salirnos del lenguaje y del pensamiento eurocéntrico, es liberarnos, es emanciparnos y adoptar un pensamiento crítico; aquí también podemos construir una teoría crítica descolonial; recurramos a nuestros filósofos, sociólogos, economistas, a nuestros científicos, a nuestras ideologías a través de las cuales podríamos hablar de un “nosotros latinoamericano desde nosotros”, como dice Dussel.

 

Un paradigma que nos proporciona unos conocimientos básicos para la creación de pensamiento propio es la INTERCULTURALIDAD. Si ustedes revisan la misión de la Universidad de Nariño, escrita en el Proyecto Educativo Institucional vigente, dice que la Universidad debe estar comprometida con el desarrollo regional en la dimensión intercultural.

 

¿Qué es la interculturalidad? Es un proyecto que abarca lo social, lo político, lo económico, lo cultural, lo epistémico, lo educativo. Propende por el planteamiento y ejecución de modelos alternativos para la transformación social; cuestiona a los estados y gobiernos plutocráticos, a sus instituciones y a sus políticas públicas excluyentes; devela las injusticias y desequilibrios que generan los planes y modelos de desarrollo construidos desde los centros de poder; aporta elementos para la construcción de una nueva democracia, entendida esta como una forma de vida; propone estrategias para la conservación del medio ambiente, la biodiversidad y la seguridad alimentaria sustentables; participa de una educación y una pedagogía decolonial que critica en profundidad la pedagogía bancaria y transmisionista de un “saber guardado” que no sirve para la transformación del mundo y de la sociedad. Desde la perspectiva epistemológica, exige clarificar las causas históricas de la dominación de un conocimiento sobre otro, debate sobre los orígenes de las ciencias, dilucida la filosofía, los métodos y teorías que facilitaron la penetración de los conocimientos occidentales y su exaltación como únicos y universales. Qué interesante sería que en nuestras universidades la interculturalidad guiara el quehacer de la academia, la investigación y la interacción social.

 

Otro paradigma que nos ayudaría en este esfuerzo intelectual de crear pensamiento propio es la DECONSTRUCCION; consiste en deshacer sin destruir un sistema de pensamiento que se nos revela como único, es “poner en sospecha” el conocimiento, esto es, el conocimiento eurocéntrico, supone deshacer este discurso plagado de binarismos, de dicotomías, de errores excluyentes, de racismos y racialidades. Es penetrar en los intersticios de la ciencias dominantes, dilucidar sus lenguajes, su simbología, sus métodos y teorías, es poner a dialogar lo nuestro con lo “otro”, centro y periferia en diálogo crítico, constructivo, horizontal y propositivo, contaminándose como culturas diversas y diferentes, este ejercicio, sin lugar a dudas conduce al surgimiento de un nuevo pensamiento y de una situación-base para la construcción de un nuevo paradigma.

 

No puede haber deconstrucción sin recordar, sin estudiar e investigar el pasado histórico del centro y de la periferia. “La incorporación del otro, es la negación de la exclusión”. El reto no es hacer más de lo mismo sino ofrecer una educación diferente.

 

III Parte: Sugerencias para la estructuración de un modelo alternativo de educación en la Facultad de Humanidades

 

 

Gerardo León Guerrero Vinueza

Dr. en Historia de América

Universidad Complutense de Madrid

 

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