Desde la Federación Universitaria Nacional, el Comité de la Facultad de Ingeniería y el Programa de Ciencias Sociales, el pasado jueves 8 de julio de 2021, se realizó el conversatorio “Primera Línea de Académicos Antifascistas”, este escenario se constituye como una apuesta para que la academia esté al servicio de la transformación social. La condición actual del país requiere de académicos consecuentes con una postura ideológica y política clara, que incida en los diferentes escenarios de discusión y deliberación en la Universidad y el País.

 

 

A continuación desde la organización del Conversatorio “Primera Línea de Académicos Antifascistas” se presenta la intervención del Mg. Jorge Forero Coronel, Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Fronterizos e Integrante del Eje “Geopolítica Latinoamericana” del grupo de trabajo de CLACSO “pensamiento Geográfico Crítico Latinoamericano”.

 

Comunicación simbólica del conversatorio “Primera Línea de Académicos Antifascistas”.

 

Ponentes invitados Conversatorio “Primera Línea de Académicos Antifascistas”: Julián Sabogal Tamayo, Jorge Forero Coronel y Felipe Marín Guzmán.

La subjetividad como territorio en disputa: pensamiento crítico y resistencia antifascista

 

Los sistemas de dominación y las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas -a escala global predominantemente subordinadas a la lógica del capital-, se expresan de manera concreta a través de dispositivos materiales, que sobre la base de la fuerza y la coerción, instauran tendencias de hegemonía sobre el todo social (Gramsci, 1999).

 

Las Fuerzas Armadas en sus componentes policial y militar; el marco normativo con jurisdicción para una formación social determinada y el derecho internacional; el tejido institucional del poder estatal, que incluye la burocracia administrativa y los organismos de justicia penal, e incluso el sistema sanitario; las redes y flujos que se imponen o se restringen desde el entramado de corporaciones económicas privadas; así como el orden social en general, profundamente desigual y marcadamente sesgado en favor de los intereses de las clases dominantes; constituyen elementos tangibles que funcionan como cimientos y correas de transmisión de la hegemonía de unas clases sociales sobre otras.

 

Sin embargo, la historia de las sociedades divididas en clases, ha registrado que la conjunción de esa hegemonía sustentada en la racionalidad de Vigilar y Castigar descrita por Foucault, resulta insuficiente e insostenible por sí sola. Por tanto, se precisa de instancias e instrumentos que permitan dominar la subjetividad humana, hasta el punto de convertir a los oprimidos y explotados en objetos de reproducción de su propia dominación (ese proceso fue denominado como plusvalía ideológica por el filósofo venezolano Ludovico Silva).

 

Las relaciones de poder que se imponen a través de la fuerza y la coerción, requieren entonces de otros mecanismos de dominación de naturaleza subjetiva (por sobre el mundo de las ideas), los cuales en apariencia son complementarios, pero en esencia son fundamentales para sostener el orden social, ya que se imponen (no siempre de manera explícita) sobre la conciencia de los sujetos como verdades únicas, que se configuran como narrativas aceptadas (por ende legítimas e incluso incuestionables) en las estructuras sociales y en las redes de socialización.

 

Entre esos mecanismos subjetivos para la reproducción de la dominación sobresalen por su protagonismo los denominados aparatos ideológicos (concepto célebre por la obra de Louise Althusser): las instituciones religiosas; la industria cultural, los medios de comunicación y las redes multimedia (decisivos en la construcción de narrativas); y los sistemas educativos que incluyen la Escuela como totalidad orgánica y como espacio de socialización, así como la academia y las comunidades científicas, estos últimos reconocidos como instancias productoras de verdades oficiales y de conocimiento legitimado ante el orden social.

 

La escuela, la industria cultural, los medios de comunicación y las religiones, regularmente manifiestan de manera explícita sesgos estratégicos, que corresponden con intereses de las clases dominantes. Por su parte, la verdad oficial y el conocimiento de origen académico aceptado por el orden social (legitimado y legitimador de este último), no están establecidos por criterios de objetividad o de rigor científico, sino que también responden a relaciones de fuerza y contradicciones de la sociedad en la que actúan.

 

Por tanto, la producción académica-científica está condicionada por las lógicas de relaciones sociales que dominan en un contexto determinado. En este espectro social igualmente se producen tensiones, ya que el funcionamiento del mundo académico está condicionado por el sistema de dominación del todo social, y por ende, también se desencadenan turbulencias y luchas (mediadas por relaciones de clase).

 

El pensamiento crítico es producto de estas contradicciones del mundo académico, ya que emerge como una estrategia de resistencia de agentes subalternos y subversivos respecto al sistema de dominación, como antagonista del pensamiento único (oficial) un modelo de pensamiento ahistórico que funciona como un instrumento para preservar en el tiempo y en el espacio el orden social.

 

En tiempos históricos de crisis y de turbulencias sistémicas (tal y como el que experimenta Colombia en la actualidad), el pensamiento conservador y unívoco tiende a ser desbordado por la vitalidad y el vértigo del pensamiento crítico, la fuerza de los hechos funciona como el acicate de la conciencia de la condición de oprimido por parte de las clases explotadas.

 

Ante el auge de esas tensiones, el pensamiento oficial asume una transición hacia el fascismo, cuya presencia histórica le ha configurado como una reacción sistemática de las clases dominantes, dirigida a impedir que se interrumpan o se destruyan las condiciones que permiten la reproducción ampliada del capital, es decir, como un factor de poder multidimensional y concentrado para contener el avance de transformaciones revolucionarias que atenten contra el orden social[1].

 

El Paro Nacional de Colombia de 2021, ha desatado múltiples contradicciones, las cuales han permitido apreciar de manera nítida el carácter reaccionario del fascismo y su relación orgánica (en clave de subordinación) respecto al capital monopólico transnacional y el establecimiento.

 

El pensamiento fascista se instaura con facilidad en tiempos de crisis. La negación, estigmatización y criminalización del otro (con una carga de segregación de clase, de raza, de edad, y de concepciones del mundo); en este caso particular, del inconforme, del indignado, del que se moviliza en búsqueda de cambios; a través de agencias muy influyentes sobre la subjetividad y la opinión pública de Colombia, muestra el avance de una racionalidad fascista por parte del establecimiento como dispositivo de autodefensa.

 

Ante el auge de esa racionalidad fascista, la subjetividad se convierte en un territorio en disputa. El fascismo propugna negar la historicidad de las relaciones de poder, y proscribir las aspiraciones de cambios social (sea por coerción, por resignación o por avasallamiento).

 

En ese escenario, el pensamiento crítico -entendido desde una concepción amplia y diversa, que incluye manifestaciones como el arte contra hegemónico- debe constituirse como el instrumento de las clases subalternas para desmitificar las verdades oficiales, las narrativas dominantes, y el marco de prejuicios que sostienen el orden social. En tal sentido, las comunidades universitarias y el mundo académico, son espacios de lucha de gran importancia, para que mediante la lucha se desplieguen estrategias de resistencia que permitan configurar una nueva cartografía de relaciones de fuerza, y para fundar instrumentos que permitan romper con el sistema de dominación profundamente desigual e injusto regente en Colombia.

 

[1] Para profundizar en la concepción del fascismo planteada por el autor se sugiere revisar: ¿Fascismo del g  siglo xxi en Venezuela? http://www.aporrea.org/ideologia/a191708.html

 

 

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