La Escuela de Primeras Letras para las niñas de Pasto fue creada en 1835 mediante Decreto por el Concejo Municipal de esta ciudad, el cual en su Artículo 1º dispuso que: “A la brevedad posible se establecerá en esta ciudad una escuela de niñas cuya maestra será nombrada a juicio de la sociedad de educación, eligiéndose de entre las personas aparentes la de más virtud y respetabilidad. Son obligaciones de la maestra: enseñar 1º. Las verdades de la Religión comprendidas en la doctrina cristiana: 2º. Las principales máximas de la buena moral y urbanidad: 3º. Leer y escribir: 4º. Coser, bordar y dibujar.”[1] La señora Margarita Polo fue designada para ser la primera Maestra de la Escuela de Niñas de Pasto.

 

Amalia Santander Villamarín, nació en Pasto, en una de las familias de reconocido raigambre liberal. Ingresó en 1875 como estudiante en la Escuela Normal de Institutoras de Popayán donde obtuvo el título correspondiente, convirtiéndose en la primera mujer de esta región en realizar estudios normalistas. También cursaron estudios en esta misma institución las señoritas Hortensia Mora, oriunda de Túquerres, quien terminó sus estudios de Maestra Normalista en 1881; y Elena Fernández de Córdoba, nacida en Ipiales, quien se graduó de Maestra en 1889. Una vez graduada Amalia, al regresar a su tierra natal fue nombrada como Maestra en la Escuela de Niñas y al año siguiente pasó a ser Directora de la Escuela, distinguiéndose por la administración que dio a la escuela, logrando integrar un grupo promedio alto de 120 niñas que asistían diariamente a clases.

Según María Teresa Álvarez, Amalia era “miembro de una de las familias liberales de mayor reconocimiento en la región, ingresó a la Escuela Normal de Popayán en 1875, institución que hacía parte de las políticas del gobierno liberal para formar un ciudadano ilustrado. Al terminar los estudios fue nombrada para dirigir la Escuela Superior de Niñas de Pasto, en la que va a impartir la educación bajo el enfoque pestalozziano, con igual plan de estudios al reservado para los varones, lo que ya era un avance en lo relativo a la educación femenina. El informe sobre la marcha de las escuelas oficiales de Pasto mencionaba que su escuela era una de las mejores que existían en el Estado del Cauca.”[2]

 

Por su pensamiento educativo liberal y por ser miembro de una familia liberal (hermana del escritor Alejandro Santander), se vio obligada a afrontar serios problemas con la iglesia y el gobierno conservador. Su desempeño como maestra no tuvo objeciones, “sin embargo, por ser la directora de una institución que representaba el pensamiento educativo liberal tuvo que afrontar situaciones bastante conflictivas con el clero y con el gobierno local. En el primer caso se vio en la necesidad de confrontar al Presbítero Joaquín Delgado por su agresión a un grupo de niñas de la Escuela Superior; el jerarca sacó a las niñas de la Iglesia porque asistían a la escuela liberal; el segundo caso fue su enfrentamiento con el Jefe Municipal de Pasto situación que concluyó con su destitución como directora de la Escuela Superior de Niñas.”[3]

 

En efecto, en el libro diario de la Escuela Superior de Niñas, aparece la siguiente anotación firmada por la profesora Amalia: “El día 16 de marzo se cometió un escándalo inaudito en la Iglesia de San Francisco por el presbítero Dr. Joaquín Delgado contra las alumnas del establecimiento que regento, lo cual en nota distinguida con número 22 manifestó al señor Jefe Municipal para que pudiera remediar este abuso.”[4]

 

Ante la agresión del cura a las niñas de la Escuela Superior, Alejandro Santander interpuso la siguiente queja ante el señor José María Navarrete en calidad de Jefe Municipal de Pasto: “El Presbítero Delgado ha ultrajado a las niñas de la E.S. de Señoritas (…) Arrojándolas del templo de San Francisco donde habían concurrido con el objeto de confesarse y practicar el libre ejercicio de la religión que profesan en el templo destinado para este efecto (…) El motivo por el que las ha sacado el Pbro. Delgado haciéndolo personalmente es por estar instruyéndose dichas niñas en la escuela superior costeada por el gobierno. Que además varios sacerdotes previenen a los padres de familia con censuras eclesiásticas para que saquen a las niñas de las escuelas oficiales.”[5] De la respuesta a esta queja presentada, nada se supo, pues el Jefe Municipal era enemigo político de la familia Santander. Ya el 25 de febrero de 1876, en el periódico “El Católico”, había salido una publicación anónima con el título de “¡Alerta, Padres de Familia!”, en la cual se informa que el señor José María Navarrete, “ha salido de esta ciudad (Pasto) para visitar las escuelas primarias de los Distritos, según se lo previene la Ley 48 de 1875” y que en esas escuelas “está prohibida la religión a los nuños”.[6]

 

María Teresa Álvarez se refiere también a la persecución desatada por el gobierno conservador contra la Maestra: “La posición liberal de Amalia le acarreó resistencias dentro del clero de la ciudad, con agresiones a las niñas que asistían a los oficios religiosos, expulsándolas de la iglesia por “estar instruyéndose dichas niñas en la escuela superior costeada por el gobierno”. En 1885, con el inicio del periodo “regenerador”, los maestros y maestras liberales fueron retirados de las escuelas y la educación de las niñas pobres se vino a menos con el cambio de gobierno”[7].

 

En el segundo caso, el Jefe Municipal de Pasto solicitó a doña Amalia Santander que presentara su renuncia como directora y maestra de la Escuela Superior de Niñas. El mandatario la acusó de intervenir en política porque con otras señoras habían auxiliado a un grupo de presos políticos entre los cuales se encontraba el liberal Manuel Sarria, antiguo secretario de gobierno del Cauca. La respuesta de la Institutora no se hizo esperar, pues en carta del 2 de mayo de 1885, le escribe al Jefe Municipal de Pasto:

 

“En circunstancias normales mi deposición necesitaría ser justificada y comprobada la causa según lo establece el artículo 131 del código de I.P.P. para que yo pudiera vindicarme; pero en las anormales que atraviesa el país podrá tal vez de ponérseme (sic) sin haber otro motivo que la chismografía de algún malqueriente que me haya indispuesto ante usted. Tal es la razón que tengo para no renunciar al destino como usted me lo insinúa porque aquello implicaría la confesión mía de haber cometido alguna falta grave de la cual no me acusa mi conciencia. Si el haber excitado la caridad de varias señoras de esta ciudad, para servir los alimentos diarios al señor Doctor Manuel Sarria y a otros presos políticos que carecen de los medios de subsistencia según es notorio, ha sido el motivo para que se crea que intervengo en las cosas políticas juzgo muy equivocado que se califique de reprensible mi conducta y enseñarla como la virtud que enaltece a la humanidad. Por todo manifiesto a usted que si el gobierno del cual es leal y decidido oyente le ordena mi deposición estoy pronta a sufrirla, sin que reconozca la grave causal que se me imputa y hagan aparecer al sexo al que pertenezco fuera del campo de acción que le pertenece en la guerra intestina del país.”[8]

 

Sin embargo, según Gabriela Hernández, otro fue el pensamiento del Jefe Municipal de Pasto, el conservador José María Navarrete, quien en represalia, le exige a Amalia, la renuncia del cargo a la Maestra, por considerarla adversaria política:

“para quien la actuación de la maestra Amalia iba más allá de la caridad y solidaridad humanitarias ya que se trataba de la atención prestada a un enemigo político del gobierno del cual ella era funcionaria. La solicitud de renuncia es un hecho que ocurrió tres meses después de la rendición liberal, pactada entre delegatarios del Jefe Municipal José María Navarrete por parte de los conservadores y la comisión conformada por los representantes del jefe liberal General Rosas, de la cual hacían parte los hermanos Santander. En este contexto, el oficio dirigido a Amalia para que dejara el cargo se entiende como una represalia de los conservadores en cabeza del Jefe Municipal contra una maestra considerada adversaria política. Vencidos los liberales la respuesta de Amalia no tuvo ninguna audiencia, al contrario, un mes más tarde ya había sido reemplazada por Primitiva Velasco.”[9]

 

Su vocación de Maestra, esta persecución del partido conservador no la amilanó, al contrario, el 13 de noviembre de 1891, junto a Elena Eloísa Santander, publicaron una hoja volante en la que “Se da cuenta de que a partir del 1º de diciembre siguiente, quedaría abierto un plantel de enseñanza primaria y secundaria para señoritas, con intención de abrir también un internado para niñas de las provincias. Se fija el valor de la pensión mensual para externas en seis a ocho reales”.[10]

 

Alejandro Santander en su obra Biografía de D. Lorenzo Aldana: corografía de Pasto (1896), incluye los nombres de Amalia Santander Villamarín y Josefa Torres de Sañudo, madre de José Rafael Sañudo, como las institutoras que se destacaron en Pasto en la segunda mitad del siglo XIX: “Entre las Institutoras que han fallecido, la gratitud pública recuerda a las señoras María Dávalos, Máxima Ordoñez, Ana María Paz, Trinidad Córdoba, Candelaria Dávila, Mariana Legarda, etc.; y entre las que existen a las señoras Mariana Soberón, Josefa Torres de Sañudo, María Chaves de C., Amalia Santander, Rosalía Chaves de E., Rosario Barrera de M., Elena Fernández de Córdoba, Elena E. Santander, Rosa Dorado, Rosa Villota, Eduviges Velasco de G., Clara Ruiz de V., Ana María Burbano, Sara Paz, Mariana Chaves de D., Julia Eraso, Sara Moncayo de M., Natalia Torres, Mercedes Pabón y Agripina Hidalgo.”[11]

 

En la misma obra, Alejandro Santander reflexiona sobre las condiciones de la mujer de Pasto a finales del siglo XIX, de quien destaca su coraje, pundonor e inteligencia: “Como se nota en la enumeración anterior, la mujer de Pasto sólo figura en la esfera religiosa y como institutora: si ella no luce en otro campo de acción, no es porque le falte aptitudes, pues que las tiene en grado eminente. Es porque la instrucción que les damos es muy reducida, en la extensión de las materias de aprendizaje, como en el número de personas favorecidas, como lo acredita la Estadística, sin embargo de que es mayor el número de mujeres que el de los hombres. Nuestras costumbres hacen de la mujer la sacerdotisa del hogar, santuario en el que pulen, para luego lucir en la sociedad, las virtudes que distinguen a nuestras matronas. Se ha empezado a ocupar a las mujeres en otros lugares de Colombia, de telegrafistas, profesión en la que debiera, en esta ciudad, aprovechar el Gobierno sus dotes intelectuales, así como en otras profesiones semejantes. Ensanchando el grado de instrucción y dándole a la mujer mayores ocupaciones honrosas y lucrativas, es como seguirá levantándose a la altura que merece en la sociedad y como cumple a sus altos destinos.”[12]

 

 

Bibliografía 

ÁLVAREZ, María Teresa (2002). Dos mujeres nariñenses para recordar. En: http://periodico.udenar.edu.co/dos-mujeres-narinenses-recordar/. Consulta: 11-01-17.

ARCHIVO HISTÓRICO DE PASTO. A.H.P. Fondo Cabildo de Pasto. Pasto: correspondencia. (07) 9–11. 1880. Folio 22.

ARCHIVO HISTÓRICO DE PASTO. Fondo de Correspondencia (07) 7-6, folio 1, 2.

HERNÁNDEZ, Gabriela (2012). Las Maestras en la región sur de Colombia: siglo XIX. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 14, núm. 18, enero-junio, 2012. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, pp. 243-264.

ORTIZ, Sergio Elías (1935). Noticia sobre la Imprenta y las publicaciones del Sur de Colombia durante el siglo XIX. En Boletín de Estudios Históricos, Volumen VI, Nos. 66 y 67, Suplemento 2. Boletín de Estudios Históricos. Imprenta del Departamento. Pasto.

SANTANDER, Alejandro (1896). Biografía de D. Lorenzo Aldana: corografía de Pasto. Imprenta de Gómez Hermanos. Pasto.

 

[1] ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE PASTO (AHMP). Correspondencia, Pasto 1835-1837, Caja 14, Folio 55. [2] ÁLVAREZ, María Teresa (2002). Dos mujeres nariñenses para recordar. En: https://periodico.udenar.edu.co/dos-mujeres-narinenses-recordar/. Consulta: 11-01-17. [3] HERNÁNDEZ, Gabriela (2012). Las Maestras en la región sur de Colombia: siglo XIX. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 14, núm. 18, enero-junio, 2012. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, pp. 243-264. [4] ARCHIVO HISTÓRICO DE PASTO. A.H.P. Fondo Cabildo de Pasto. Pasto: correspondencia. (07) 9–11. 1880. Folio 22. [5] AHP PROVINCIA DE PASTO. Fondo de Correspondencia (07) 7-6, folio 1, 2. [6] ORTIZ, Sergio Elías (1935). Noticia sobre la Imprenta y las publicaciones del Sur de Colombia durante el siglo XIX. En Boletín de Estudios Históricos, Volumen VI, Nos. 66 y 67, Suplemento 2. Boletín de Estudios Históricos. Imprenta del Departamento. Pasto, 105. [7] ÁLVAREZ, María Teresa (2002). Dos mujeres nariñenses para recordar. En: https://periodico.udenar.edu.co/dos-mujeres-narinenses-recordar/. Consulta: 11-01-17. [8] ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE PASTO (AHMP), Pasto 1884-1885, Caja 10, leg. 17, f. 6. [9] HERNÁNDEZ, Op. Cit, pp. 243-264. [10] ORTIZ, Sergio Elías (1935). Noticia sobre la Imprenta y sobre las publicaciones del Sur de Colombia en el siglo XIX. En: Boletín de Estudios Históricos. Volumen VI, Nos. 66 y 67. Imprenta del Departamento, Pasto, pp. 159-160. [11] SANTANDER, Alejandro (1896). Biografía de D. Lorenzo Aldana: corografía de Pasto. Imprenta de Gómez Hermanos. Pasto, p.98. [12] Ibid., p. 98.

 

 

 

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