Cómo me hubiese gustado ser músico para plasmar en una melodía el mar de sentimientos que brotaron en pocos segundos…
Ya no estoy en Estados Unidos pero la nostalgia me lleva nuevamente a esos lugares en un viaje a través de la memoria y del espacio-tiempo. Estoy en Cabo Cañaveral con su paisaje colmado de lagos, pantanos y lagartos, azules profundos, y peces jugueteando en el mar queriendo volar. Yo también soy un pez aprisionado que quiere salir de las aguas, y llegar al azul superior para jugar con los luceros y escribir algunas notas en un bello pentagrama.
La armonía está presente. Ya estoy en la base de lanzamientos de las naves espaciales de NASA, laboratorios y edificaciones reflejo de cualquier película asombrosa de ciencia ficción. Vuelvo al pasado, he comprendido que el tiempo transcurre en forma diferente cuando damos más valor a los sentimientos que a los procesos biológicos: Estoy en un 21 de diciembre de mi infancia, cuando nuestro pequeño cohete explotó en un universo de colores y sonidos. Aprendí luego que los fracasos también tienen poesía y se recuerdan en el presente disfrazados de victoria.
El Dr. Vishnu Reddy científico de la India y de la Universidad de Arizona, integrante de la Misión OSIRIS-Rex, levanta su mano invitándome al lugar donde él con otros científicos han colocado un telescopio para observar perfectamente la sonda que yace en la punta del cohete.
El himno de Estados Unidos señala a mi corazón que debe prepararse para emociones intensas. El vaivén de las banderas en resonancia con el suspiro del viento me indica que un posible fracaso de la misión ya se ha desvanecido.
La voz del presentador de NASA informa que tan solo falta un minuto…Un minuto eterno que luego se transformará durante el lanzamiento en un fugaz suspiro. Las voces emocionadas de los asistentes se convierten en melodía que da a los motores un impulso adicional: diez, nueve, ocho…….tres, dos, uno, CERO!
La palabra mágica cero da inicio al espectáculo, repleto de colores y emociones. El fuego lucha por subir y dejar muy distante la Tierra. La intensa explosión del combustible altera la tranquilidad de la naturaleza, las aves parten a distantes lugares. La vegetación está repleta de emoción!. Hay llanto en mis ojos como en los lejanos tiempos cuando disfrutaba en la pantalla de un viejo televisor las misiones Apolo que visitaban entonces la anciana Luna. El cohete dibujó en el gran telón azul, primero una línea ondulante de color tenue-marrón y luego una línea blanca que con su forma demuestra la curvatura de la Tierra. Al frente de la línea el cohete y el fuego portan instrumentos y sueños que después de siete años regresarán a nuestro planeta portando datos de la geología de BENNU.
Por fin ha llegado a mi cuerpo la onda de choque de la gran explosión. Mi cuerpo se ha transformado en el teclado de un piano, donde las bajas frecuencias engendran nobles sentimientos. Cómo me hubiese gustado ser músico para plasmar en una melodía el mar de sentimientos que brotaron en pocos segundos… Celebramos con Vishnu el gran éxito del lanzamiento brindándonos un gran abrazo y un fuerte estrechón de manos. No pude evitar que las aguas del mar se apoderen de mis ojos….. Hay olor a vino añejo suspendido en el ambiente, mientras el disco inconcluso de la Luna juega con los anillos próximos de Saturno, en el mágico teatro de los apergaminados cuentos.
Mi espíritu está impregnado del aroma del mar, del misterio encerrado en la larga noche y de las luces de la ciudad distante, faros de la playa que escogimos para vivir. Espero retornar a esos lugares repletos de ciencia ficción y poder expresar entonces la poesía y música vivida en un lugar, donde la arena y la vegetación han robado algo al color del mar.
Lanzamiento de la misión OSIRIS-REX desde Cabo Cañaveral-NASA (8 de septiembre de 2016), Crónica escrita el 24 de septiembre de 2016.
Alberto Quijano Vodniza
Director Observatorio Astronómico Universidad de Nariño