En el año 2018 se realizó el último censo de población en el país, después de 13 años de no ejecutarse una operación de tal magnitud y alcance en nuestro territorio. Dicho censo ha sido objetado por su falta de validez, rigurosidad y cobertura; es más, para expertos en temas demográficos es necesario repetir el censo para que el gobierno y la sociedad en general tengan datos veraces de la realidad socioeconómica de las personas, los hogares, las viviendas, los lugares especiales de alojamiento (LEA) y las unidades económicas y productivas. Sin embargo, a pesar de las críticas y cuestionamientos a su metodología, confiabilidad y validez, esta operación censal ofrece la posibilidad de obtener información con un mayor nivel de desagregación y georreferenciación que permite, entre otras, disgregar la búsqueda hasta el nivel de vivienda, tanto para las zonas urbanas como para las rurales.

 

En lo referente a la migración interna este tipo de avances, que son el resultado de los desarrollos tecnológicos en los campos de los sistemas y la informática, permiten explorar y cuestionar un fenómeno que en la región ha sido enigmático; especialmente cuando hablamos del cambio de residencia permanente o semi permanente que se da entre nuestro departamento y el resto del país, así como el que se da entre sus municipios.

 

Los datos que arroja el censo en este sentido son muy morfológicos, como se los suele llamar en sociología, pero pueden ser fuente de preguntas o de hipótesis de investigación; particularmente cuando estamos hablando de un fenómeno poco conocido. En lo referente a la migración nacional, el departamento se sigue comportando como expulsor de población, y la mayor parte de esta expulsión se dirige principalmente a Cali y a Bogotá. Con respecto al Censo 2005, se evidencia que no varían las principales razones que motivan el cambio de residencia, como son los motivos familiares y la búsqueda de oportunidades de asenso económico, académico y laboral. Se descubre, o mejor se comprueba, que el mayor porcentaje de emigrantes regionales que llegan a Cali provienen de Tumaco; mientras que, para Pasto, en una gran proporción, el principal destino es Bogotá. Los dos centros urbanos más grandes del departamento tienen un comportamiento diferencial frente a los destinos de emigración nacional. La característica más importante de la población que se va del departamento es que se trata, en general, de personas en edad de trabajar, principalmente conformadas por mujeres, lo que indudablemente, afecta el bono demográfico del departamento.

 

Como ya lo vienen diciendo algunos estudios regionales recientes, los principales flujos inmigratorios internos provienen en su orden del Valle del Cauca, principalmente de Cali, Putumayo, Cauca, Bogotá y Antioquia. No hay referentes recientes a nivel local que den cuenta del impacto de la inmigración interna en el departamento, pero para los entendidos nacionales e internacionales se trata de un tipo de movimiento, que, dependiendo de la estructura socioeconómica del lugar de destino, puede resultar positivo o negativo, o una combinación de ambos. También advierten, claro está, las consecuencias que trae este fenómeno para el lugar de origen que tienen un impacto similar, pero que se agudizan si el mismo está flagelado por la pobreza y la marginalidad.

 

A nivel intradepartamental, nivel sobre el cual no hay ningún antecedente, se observan algunos hallazgos importantes: Pasto es el centro urbano, que por su mayor desarrollo económico, atrae inmigrantes, en su mayoría en edades productivas y fértiles, provenientes en su orden de Túquerres, Ipiales, Guaitarilla, Buesaco y Sandoná; es decir, que al igual que  el resto del país la migración intradepartamental, como también la interdepartamental, están determinadas por la distancia; lo que muestra, en este caso, que Pasto atrae flujos inmigratorios de municipios cercanos, y que puede dar pistas de que la migración rural urbana, que se supone fue y es la más frecuente en la región, esté en proceso de transición.

 

 

 

Francisco Javier Villamarín

Docente Departamento de Sociología

Integrante del Grupo Multidisciplinario de Investigación Social – GRUMIS

Universidad de Nariño

 

 

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