“La tierra es madre y tumba de la vida, es el útero y es su sepultura”
-William Shakespeare
La tierra desde su origen ha estado sometida a muchos cambios que generaron biodiversidad; sin embargo, la evolución del planeta ha estado equilibrada desde antes que apareciese el hombre como emperador de los seres vivientes y dueño del paraíso.
Al principio, el hombre y la naturaleza respetaban sus leyes, y existía un equilibrio rotundo y perfecto. El hombre trabajaba la tierra, regaba sus parcelas y se ayudaba de todos los recursos que la naturaleza le otorgaba sin abusar de ellos, tenía muy claro que si utilizaba mal y hacia un gasto desconsiderado de estos, estaba atentando contra el equilibrio de la relación.
Con el pasar de los tiempos el hombre fue haciéndose dueño del paraíso del mundo, con cada paso acentuaba su poder y sus capacidades influyentes en el acervo terrestre, utilizando más recursos para saciar sus necesidades. La explotación del patrimonio natural que ayudaba y facilitaba su condición de vida fue aumentando rotundamente, hasta el punto que se encontró con el petróleo, e inició un nuevo ciclo humano que revoluciona su vida.
El poder científico y tecnológico ha generado a corto plazo gran progreso para la humanidad, pero a largo plazo ha ocasionado perjuicios irreparables al entorno, dado que el hombre no ha sido capaz de conciliar las leyes socioculturales establecidas con las leyes de la naturaleza; por lo tanto, él es quien absorbe toda esa energía invirtiéndola en su propia destrucción.
La Tierra se ha empequeñecido y cada vez es más difícil alentar la esperanza de hallar islas desiertas y territorios ignotos. La humanidad ha experimentado una sensible pérdida del sentido de lo ambiental, las personas se sienten aisladas del entorno, independientes de él. Observan el medio desde fuera, ignorando su condición de seres interdependientes y no autosuficientes para mantener la vida en el planeta.
A través de los medios de comunicación se observan a diario los distintos impactos ambientales, lo que ha generado preocupación por la protección y vigilancia de los recursos naturales que se malgastan y afectan al entorno natural, social y cultural.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, existe un interrogante de suma controversia, que ha generado discusión en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. Rio de Janeiro – Brasil, junio de 2012 (Rio + 20): ¿es más importante preservar la tierra o la vida humana?
El nivel de desarrollo de un país depende en gran medida de los avances científicos y tecnológicos. Según este nivel, es costumbre dividir los países en “desarrollados” y “en vía de desarrollo”. Por lo general, los primeros se caracterizan por ser creadores, productores de ciencia y tecnología, y los otros por ser consumidores de las mismas. Así pues, la teoría y la práctica de las mismas influyen como factores de cambio a través del tiempo, caracterizando la diversidad sociocultural de los pueblos. El propósito y valoración que tienen los científicos y tecnólogos de sus aportes para el bien social es diferente al uso que hacen los dirigentes políticos o grupos con intereses económicos particulares.
El conocimiento científico y técnico ha sido utilizado para producir armas que les han permitido a unos pueblos utilizarlas y dominar a otros que no las tienen. La elaboración de ciertas herramientas ha ocasionado desequilibrios en el medio natural en un tiempo extremadamente corto, además consecuencias nocivas de la aplicación de la ciencia y la tecnología; el hombre en la actualidad no ha logrado adaptarse a las leyes naturales. El mismo filósofo Schopenhauer afirmaba que: “el destino del hombre no es más que una cadena de apetitos que siempre se renuevan, un anhelar que no encuentra jamás su saciedad definitiva, un girar eternamente en la rueda de la necesidad y en la ilusión de satisfacerla.” (Ospina, 1994, pág. 58), la continuidad de estos deseos conduce al sufrimiento.
Por otra parte, “la ciencia no ha logrado elaborar una teoría que permita explicar la presencia del hombre en el sistema de la naturaleza” (Ángel Maya, 1996, pág. 21). Las Ciencias Exactas han pretendido explicar la naturaleza y sus leyes de una manera objetiva, esto sin la presencia de la especie humana, pero su aparición en el eslabón evolutivo traía consigo un nuevo conflicto con respecto a la interpretación al lugar que ocupa dentro del cosmos. Diversos ecologistas se han esforzado por encontrar la principal función que desempeña el ser humano en el ecosistema, pero cualquier estudio que se haga está sujeto a diatribas, porque el hombre es la única especie que no ha podido adaptarse a las leyes naturales. El hombre se acomoda dependiendo de la utilización de la ciencia y la tecnología para transformar el medio de acuerdo a sus necesidades.
En este orden de ideas, el hombre como especie cultural, para aumentar sus conocimientos y aplicarlos en la vida cotidiana, ha necesitado de auxiliares como la ciencia y la tecnología. Entonces, la especie humana es quien razona, innova y modifica, creando alternativas para el mejoramiento y adaptación a los cambios significativos de la Tierra. La vulnerabilidad de los ecosistemas se debe únicamente a su intervención en la reducción de la biodiversidad y su integridad. La alteración del mismo no solo está afectando al planeta y a los seres existentes, sino a la especie humana, que no ha podido acomodarse a las dinámicas y transformaciones que presenta el ambiente y que la naturaleza otorga. En todo caso, la única solución está en la ADAPTACIÓN. Por ende, el científico Charles Darwin en su teoría de la selección natural expone que: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.
Ahora bien, si se compara a la tierra como el hogar de todos los componentes bióticos y abióticos… ¿Quién sostiene al hogar? ¿Quién trabaja para preservarlo?
Los problemas ambientales están ligados estrechamente con la acción del hombre y por intereses monetarios y capitalistas, de allí surgen desigualdades en recursos. Según Wilches Cahux, 2009: “es cuando la cultura deja de ser una herramienta de adaptación y se convierte en instrumento de desadaptación, cuando los seres humanos comenzamos a perder la capacidad de convivir armónicamente con la tierra. Cuando en la arrogancia de nuestro antropocentrismo nos creemos los amos del planeta y de todo cuanto en él existe, intentamos adaptar la tierra a nuestros intereses y necesidades en lugar de adaptarnos nosotros a ella”.
La forma más apropiada para ir en contra de los impactos ambientales generados, es el fortalecimiento de la propia cultura integral. En definitiva, la comunidad educativa no debe ser ajena a la problemática social que generan la ciencia y la tecnología y su influencia en la sociedad. Por tal razón, la escuela debe tomar como insumo las relaciones que se dan entre ciencia, tecnología, sociedad, cultura y ambiente natural, con el fin de reflexionar no solo sobre sus avances y uso, sino también sobre la formación y desarrollo de mentes creativas y sensibles a los problemas, lo cual incide en la calidad de vida del hombre y en el equilibrio natural.
Edisson Alexander Coral Solarte
Egresado de Licenciatura de Ciencias Naturales
Universidad de Nariño
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- Ángel Maya, A. (1996). El Reto de la Vida: Ecosistema y cultura una introducción al estudio del medio ambiente. Santafé de Bogotá: Ecofondo.
- Garrido, F. (1993). Una sola Tierra. La cuestión ecológica.
- Ospina, W. (1994). El Canto de las Sirenas, ensayo del libro, Es tarde para el hombre. Santafé de Bogotá: Grupo Editorial Norma.
- Wilches Chaux, G. NUEVAS MIRADAS AL TERRITORIO, LA SEGURIDAD, LA POBREZA Y LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO. Ir a la fuente
- LA GESTIÓN DEL RIESGO: UNA APROXIMACIÓN ALTERNATIVA. de Ir a la fuente