El Perdón abre la posibilidad de construir la convivencia, de tener presente al otro, de tolerar sus diferencias y “aceptarlo en su ser personal”. Algo importante en el acto del perdón es lo que Dussel llama en su filosofía de la liberación “el cara a cara”, es encontrarse víctima y ofensor y reconocerse mutuamente; el reconocimiento del otro, como otro, es un acto supremamente humano; solo cuando hay amor, cuando valoro al otro, como otro, puedo aceptar y confiar en su palabra; si no hay amor y confianza, si no amo al otro, significa que lo odio, lo desprecio, lo inferiorizó. Si no cree en la palabra del otro entonces no hay reconciliación ni perdón. Cuando se valora al otro, hay alteridad, si persiste el desconocimiento y la negación, hay odio. Un acto de amor, es reconocer al otro[1].

 

En la historia hispanoamericana el dominador, el conquistador no tuvo amor por el indígena, por el otro, por eso lo combatió, lo subvaloró. No hubo amor para la mujer, por eso, la repugnó y descargó sobre ella su brutalidad y su irrespeto. Es decir, no hubo alteridad. La alteridad es un acto humano de considerar al otro como a sí mismo.

 

Si asumimos la democracia como forma de vida, como manera de vivir respetando al otro, teniendo en cuenta al otro como sujeto, como persona, como a uno mismo, los pactos en procura de la paz serán estables. La “paz es la democracia en su forma más pura”.[2]

 

La “paz es la democracia en su forma más pura”

 

Otro aspecto vital del Perdón es hacer memoria, contar la historia para hacer consciente a la víctima del hecho amargo que vivió y conscientemente perdone; eso “le ayuda al control de su propia vida, es una catarsis, es decir, que la víctima cuente su experiencia, narre su dolor, re-viva la memoria, para purificar los efectos del miedo y la compasión[3]. La catarsis es fundamental, no solo se debe decir la verdad, sino el dolor padecido, el pesar cotidiano del que sufrió directamente la ofensa y los efectos causados a sus allegados que también padecieron los efectos, ese es el nuevo concepto de víctima, es decir, involucra a los que están en su entorno cercano. Se debe hacer conocer los daños, la cólera, la indignación que provocaron, incluso, los sentimientos de venganza que experimentaron[4].De ahí que los elementos constitutivos del Perdón y la Reconciliación (P y R) sean la justicia y la verdad.

3 Parte: La reparación simbólica recupera el sentido de vida en las víctimas

 

 

[1]Dussel, Enrique. Introducción a la Filosofía de la Liberación. Editorial Nueva América, Bogotá, 1983, ps. 88 a 93.

 

[2]Narváez. Op. Cit. P. 7

 

[3] Cit. Por Narváez Gómez, Leonel. Ibid. P.10

 

[4]Pinkola Estés, Clarissa. Op. Cit. P.516.

 

 

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