Los diálogos alrededor de la elaboración del Estatuto Académico se constituyen en una oportunidad para ventilar las posiciones ideológicas existentes en la Udenar. El Paradigma Universidad – Región es ante todo un proceso vivo, que se encuentra en permanente construcción y el espacio adecuado para este proceso tiene que estar abierto a la manifestación de diferentes posiciones ideológicas, diferentes epistemes, diferentes visiones de mundo; solo no tendrán cabida las visiones que estén contra la vida.

 

Una posición que podemos aceptar de entrada es la apertura a la inter y la transdisciplinariedad y, por ende, la interconexión entre las distintas profesiones, entre los distintos programas. El historiador inglés G.E.M. Croix nos trae un ejemplo sobré cómo no deben ser las cosas:

 

En una entrevista publicada en The Guardian el 22 de septiembre de 1970, el criminal de guerra nazi, recientemente liberado, Albert Speer afirmaba que en el Tercer Reich “cada ministro era responsable de su propio departamento, y sólo del suyo. La propia conciencia estaba tranquila si se estaba educado para ver las cosas sólo en el propio campo; eso era lo conveniente para todos”. Nuestro sistema educativo tiende también a producir personas que ven las cosas sólo en su propio campo.[1]

 

Y, continúa Croix:

 

Es un serio error suponer que la falta de conciencia ideológica, o incluso la total falta de interés por la ideología, es lo mismo que la ausencia de ella. En realidad todos nosotros tenemos un enfoque ideológico de la historia, que es resultado de una determinada metodología histórica y de una serie de conceptos generales, tanto conscientes como inconscientes. Negarse – como hacen muchos – a definir los conceptos básicos que empleamos o tan siquiera a pensar en ellos, desemboca simplemente en asumir sin el más mínimo examen la ideología predominante en la que podamos haber sido educados, y en hacer un tipo de selección de pruebas exactamente igual que el que hicieran nuestros predecesores y por las mismas razones.[2]

 

Es decir, pretender que no se tiene una determinada ideología es una falacia y quienes niegan o ignoran su posición ideológica solo pretenden esconder su defensa del pasado, es decir, su ideología conservadora.

 

En las últimas décadas ha imperado en el mundo una nociva confusión ideológica. Una manera de despejar la confusión es expresando de forma clara y honesta las distintas posiciones ideológicas. La Reforma de la Universidad de Nariño no puede ser desideologizada ni tampoco acogerse a una ideología única. En la Udenar y en la región se mueven distintas ideologías y, pienso yo, lo más saludable para la Universidad es que se expresen claramente y, de esa manera, poder construir consensos. En la Casa de pensamiento propio hemos fijado como principio la vida y quisiera compartir esta posición para la discusión del Estatuto Académico, en relación con la ideología: son aceptables para la Udenar las ideologías que defienden la vida, estas deben ser ideologías conscientes, explícitas, no son aceptables las ideologías que, consciente o inconscientemente, favorecen la muerte.

 

En este pequeño artículo, quiero plantear una posición ideológica personal. Como existen distintos puntos de partida para este análisis, propongo como punto de partida la división entre derecha e izquierda. Sitúo en la derecha las ideologías conservadoras, las que definen el sistema existente, y en a izquierda las que pretenden cambiar este sistema; bien sea mejorándolo, reformistas, como algunos gobiernos latinoamericanos actuales, incluido el colombiano, o bien buscando un cambio radical, revolucionarias.

 

Sostengo que el sistema imperante está, en lo fundamental, contra la vida. Bien sea por medio de la violencia directa para defender los intereses del capital – es lo que hacen las guerras, en distintos niveles – o bien sea limitando las posibilidades de consumo de valores de uso a quienes no son poseedores de medios; el consumo insuficiente de bienes acorta la esperanza de vida. El no consumir, al menos, tres comidas diarias, como le sucede a 15 millones de colombianos y colombianas, significa perder lentamente la vida.

 

Por razones obvias, una posición ideológica se define frente a la realidad existente, frente al sistema. Propongo, por lo tanto, que la posición frente al sistema oriente la definición de una posición ideológica. Planteo que la división de los grupos sociales en un sistema socio-económico se determine por la propiedad sobre los medios de producción. Quienes no tienen propiedad sobre los medios están obligados a trabajar para quienes la tienen. Al respecto, las ciencias sociales no pueden ser neutrales y, por eso, consciente o inconscientemente, defienden los intereses de uno o de otro grupo; en el caso del sistema actual, una ciencia social está del lado del capital o del trabajo. Las ciencias que están del lado del capital dicen que sin capital no hay trabajo, porque no habría “quién de empleo”.  Las ciencias que están del lado del trabajo dicen que la vida se reproduce con el consumo de los valores de uso, cosas útiles, y que el trabajo es el que crea los valores de uso, junto con la naturaleza. La propiedad no tiene nada que ver con la producción ni con la utilidad de los objetos. La vida se reproduce con el consumo de valores de uso, nada tiene que ver quién sea propietario de qué.

 

Sostengo que los que niegan la existencia del capital lo defienden, tal vez ingenuamente.  El capital, como el diablo, se defienden negando su existencia. Como dice el gran poeta Charles Baudelaire: Hermanos míos, ¡no olvidéis nunca… que la mayor de las artimañas del diablo es persuadiros de que no existe! (del poema El jugador generoso).

 

Invitación

 

Quiero invitar a los y las colegas a los y las estudiantes y a los trabajadores y las trabajadoras de Udenar a que escriban sobre un tema que tiene relación con lo planteado en este artículo. Me refiero a la idea posmoderna del abandono de los “metarrelatos”. Me pregunto si al rechazar los llamados metarrelatos no se están rechazando las visiones de futuro, particularmente en el caso de Marx, pero no solo de Marx. ¿No coincide esa visión con lo que algunos/as llaman el fin de la historia? Cuando cayó el socialismo en Europa, un exfuncionario del Departamento de Estado Estados Unidos, Francis Fukuyama, aseguró que la historia de la humanidad había llegado a su fin, que más allá del capitalismo no sigue nada. En su libro El fin de la historia y el último hombre, Fukuyama escribió:

 

Aunque el libro esté influido por recientes acontecimientos mundiales, su tema vuelve a una cuestión muy vieja: si al final del siglo XX tiene sentido que hablemos de una historia direccional, orientada y coherente, que posiblemente conducirá a la mayor parte de la humanidad hacia la democracia liberal. La respuesta a la que llego es afirmativa…[3]

 

Es decir, que la historia llega hasta el capitalismo y ahí se detiene, no hay futuro distinto al capital. ¿No hay una coincidencia entre el fin de la historia de Fukuyama y los que niegan la validez de lo que llaman metarrelatos, que son generalmente propuestas de un futuro mejor?

 


Referencias

 

[1] CROIX, G.E.M. de Ste. (1988) La lucha de clases en el mundo griego antiguo, Barcelona: Editorial Crítica S. A., pág. 11.

 

[2] Ibid., pág. 49.

 

[3] FUKUYAMA, Francis (1993) El fin de la historia y el último hombre, Bogotá: Planeta, pág. 13.

 

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