Parte 1: Segunda entrega.

 

LA FUNCIÓN ACADÉMICA: El eslabón perdido entre el compromiso social de la universidad pública y la libertad de cátedra.

 

Hacia la construcción de un estatuto académico para la Universidad de Nariño.

 

Primera parte: Conceptualización de la función académica

 

  1. DE LA FUNCIÓN ACADÉMICA Y OTRAS INCERTIDUMBRES

 

El PEI de la Universidad (2013) contempla en su artículo cuarto: Función misional – academia. La academia, entendida como la relación entre docencia, investigación e interacción social, se constituye en esencia del quehacer universitario y en respuesta a las necesidades del mundo contemporáneo. La Universidad, mediante la academia, hace que los contenidos de la ciencia y de las disciplinas en particular, fluyan en el aula y en otros espacios; genera conocimientos a través de la investigación y los lleva a los contextos sociales.

 

Vale la pena aclarar que la academia y la función académica no representan lo mismo. Por academia se entiende el lugar o la organización o el núcleo social donde la búsqueda y posesión del conocimiento es su razón de ser y socialmente se le confiere autoridad en ello, aunque en no pocas ocasiones se duda de este atributo por el aislamiento frecuente con respecto a la “vida real”, lo que cuestiona la validez de su conocimiento. Como lugar, la universidad es considerada como la academia por excelencia. Como organización existen academias o instituciones por disciplina, y como núcleo social los docentes universitarios son considerados como académicos. Mas cuando hablamos de función académica el referente es la función organizacional que permitiría el acceso al conocimiento por parte de los actores involucrados, tanto en la apropiación como en la generación de este, y esta función organizacional se circunscribe, para el caso, a la universidad como la academia reconocida socialmente como tal.

 

Se deriva de lo anterior que cuando el PEI estipula que la academia es la función misional, se refiere a la función académica, pese a las diferencias anotadas por su denominación. Como se aprecia en el texto transcrito la concibe como la relación entre la investigación, la docencia y la interacción social. Es curioso anotar que en líneas seguidas conceptúa la docencia y luego la investigación como el componente esencial del quehacer académico (el quehacer es justamente la esencia de la función académica), pero no define la interacción social, aunque por supuesto en todo el documento se alude a esta.

 

Asumiendo que la función academia es la relación entre las tres funciones misionales (contradicción, puesto que ha definido una sola función misional: la academia, a no ser que conlleve de manera implícita la trilogía santísima católica: tres funciones distintas y una sola función verdadera), las preguntas que caben desde el 2013 (y desde siempre), entre otras, son: ¿Cómo se operativiza esta relación? ¿En qué documentos de construcción participativa se caracteriza esta operacionalización? ¿El PEP de cada programa académico soluciona, aunque sea en el papel, esta articulación? ¿Acaso las normas estatales contemplan la ruta para lograrlo? ¿La labor académica de los docentes de tiempo completo se ha diseñado con base en este mandato del PEI? ¿Qué norma institucional o estatutaria obliga a los docentes a propiciar y ejecutar esta integración de las tres funciones? ¿Basta la buena voluntad de los docentes para lograrlo?  ¿En qué medida la mal entendida libertad de cátedra cumple este propósito de articulación? En estas y otras preguntas la respuesta en cada una es negativa. Esta problemática es generalizada en las Universidades colombianas.

 

Justamente, esta problemática es el objeto y sentido de la función académica que se pretende dilucidar en esta discusión.

 

Pero hay dos preguntas cruciales, previas a las anteriores: ¿Son estas las funciones misionales para una universidad pública? ¿Se logra en la práctica esta integración de las tres funciones? ¿Basta la integración de estas tres funciones para realizar los discursos académicos de la UniversidadG?

 

Nuevamente las repuestas son negativas. Responder la primera es uno de los grandes propósitos de esta indagación y será respondida ampliamente en acápites posteriores.

 

Para la respuesta a la segunda pregunta hay argumentos demostrables para negarlo, entre otros: Primero, esta integración de las tres funciones no se contempla ni en la labor académica ni en la práctica docente de los docentes de tiempo completo, y menos en la carga académica de los catedráticos. Segundo, no existen proyectos de aula en los que se operacionalice esta articulación, salvo una que otra excepción. Tercero, las convocatorias para investigación no contemplan esta articulación como requisito. Cuarto, la proporción de docentes investigadores es baja. Quinto, la participación estudiantil en investigaciones es mínima. Sexto, solo en los espacios de práctica profesional de algunos programas se evidencia esta articulación. Séptimo, el interés de gran parte de los investigadores está más en función de la producción académica como mercancía (reconocida salarialmente) que en razón a esta integración y octavo, una integración generalizada de esta articulación con participación masiva de estudiantes y docentes implicaría necesidades presupuestales inalcanzables para la institución.

 

La respuesta a la tercera pregunta crucial, en el caso de que se lograse tal integración de estas tres funciones, es que no basta por sí misma, sino que depende de las características académicas de esta integración y estas son objeto de la función académica, como se concibe más adelante.

 

Desde el PEI en su artículo cuarto, y desde estas objeciones, se puede afirmar que la inmensa mayoría de los docentes no hacemos academia o, en el contexto de esta exposición, no cumplimos con la función académica, la cual no la ha caracterizado la institución; no obstante, se espera que con el trabajo conjunto de los actores académicos se logre su conceptualización y su operacionalización.

 

 

CARLOS ARTURO RAMÍREZ GÓMEZ

Docente tiempo completo

Administración de empresas

Universidad de Nariño

 


 

Entrega 1.

LA FUNCIÓN ACADÉMICA: El eslabón perdido entre el compromiso social de la universidad pública y la libertad de cátedra.

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