En el camino de la vida el ser humano se encuentra con hechos y circunstancias conformadores de nuevos aconteceres que inciden en su propia existencia como elementos forjadores de su intelecto, de sus inquietudes, de sus interrogantes, de sus retos, de sus sueños; en ese contexto es protagonista como creador de nuevos rumbos, de nuevos retos, de nuevas acciones encontrándose incluso con oportunidades cuya coyuntura con personas, tiempo y lugar debe ser precisa, debido a que cada acción tiene su tiempo designado y que a su tiempo cada cosa es eminentemente adecuada.
Así nos encontramos con el profesor Chucho Martínez atraído desde su niñez con aquello que tuviera que ver con el conocimiento. Ingresa a la Universidad de Nariño y cursa un semestre de Química y luego uno de Economía, lapso de tiempo en que se inquieta por la política y las luchas sociales.
En 1974, se le presentó la oportunidad de concursar para una beca de estudios en Rusia a través del Instituto Colombo Soviético, para la cual se presentaron 3.000 estudiantes y logró pasar con 13 de ellos; entonces a la edad de 20 años emprendió su nueva experiencia de estudios de Economía en la UNIVERSIDAD DE LA AMISTAD CON LOS PUEBLOS “PATRICIO LUMUMBA”, la connotación particular de esta institución es su carácter multinacional; entre los estudiantes de pregrado y postgrado hay representantes y grupos étnicos de más de 145 países; en los grupos de estudio y habitaciones residenciales se respeta este principio internacional; así, los representantes de diferentes países y pueblos viven y estudian juntos; “se le otorgó este nombre hasta febrero de 1992 como símbolo de la lucha de los pueblos oprimidos por su libertad e independencia económica y por el progreso social de los mismos… Actualmente, se denomina Universidad de Rusia de la Amistad de los Pueblos y ocupa el tercer lugar entre las universidades de alto prestigio de Rusia”[1].
No es fácil aprovechar una oportunidad, se necesita sagacidad, valor, determinación, diligencia, inteligencia, dedicación, disciplina, e implica desprenderse; este es el caso de un joven con sueños, con aspiraciones y a la vez con temor al nuevo entorno que debía enfrentar en aquel país; había vivido siempre en su casa con sus padres y hermanos, nunca había viajado en avión, su familia tenía temor; superando las dificultades determinó emprender su viaje por tres razones, dice, 1) por una aventura, 2) por un ideal político y 3) porque estaba ávido de estudiar y aprender; inicialmente se inscribió a Medicina para la cual no hubo cupo, no se dejó vencer ni robar su sueño: se inscribió a Economía.
Logró la beca, todo estaba garantizado por el Estado Soviético: salud, vivienda, educación, biblioteca disponible, todas las condiciones ideales para estudiar, por tal razón, expresó: “Los profesores nos decían: ustedes no pueden despilfarrar, dilapidar el esfuerzo que hace el pueblo soviético, no hay justificación para no rendir”.
Viene luego el intercambio interculrtural, la convivencia como maestra de formación del carácter y desarrollo personal, como metodología de aprendizaje; compartía habitación con dos estudiantes, un ruso obligatoriamente para familiarizarse con el idioma y otro extranjero que no hablaba el español; el idioma técnico (ruso) lo enseñaba un profesor a 10 o 12 estudiantes. Después de un año de preparatoria ingresó a la carrera propiamente dicha, la que estudió y disfrutó durante cinco años; tenía vacaciones en julio y agosto y durante este tiempo, la universidad otorgaba a estudiantes (mujeres y hombres) de alto promedio académico la oportunidad de trabajar en Siberia, en el campo de la construcción; les pagaban bien, aspecto que le permitía invertir en la compra de sus libros, porque fue un estudiante muy inquieto por la lectura, además de ahorrar para conocer algunos países cercanos a Rusia, hecho que le dio visión sobre la cultura y sociedad de este territorio; también viajó en barco a Cuba al Festival Mundial de los Estudiantes en 1978, 15 días de ida y 15 días de retorno. Durante los seis años de estudio nunca volvió a Colombia, sabía que iba a estar el resto de su vida aquí, porque una vez terminada la carrera el estudiante estaba obligado a regresar.
El profesor Chucho dice: “En la Universidad los estudiantes teníamos todo, conocí a Colombia mejor que aquí, porque hay bibliotecas especializadas, por ejemplo la Biblioteca de América Latina; en todos los idiomas hay literatura, entonces todo tiene un sentido humanístico; no lo obligaban a ser militante comunista, no obstante, aprendí esos elementos de una sociedad equitativa; al menos lo que estaba escrito en los libros de Marx, de Engels, todos estos predicamentos se aproximaban a esa sociedad y se aprende mucho de eso”.
La UNIVERSIDAD “PATRICIO LUMUMBA” representó su segunda casa donde lo formaron con criterios de respeto, solidaridad, tolerancia, afecto, reafirmando el anhelo de luchar por una sociedad en la que fuese posible vivir con justicia, con equidad, con transparencia, con acceso a la educación; anhelos que laten fuertemente en su corazón desde la infancia y que de alguna manera empírica había aprendido en la Udenar antes de irse a Rusia en 1974.
Es así como en 1980 este joven regresa a Pasto, con el objetivo cumplido de sus estudios de Economía, con visión y sueños para su región; entonces en el mes de marzo de ese mismo año logra ingresar a la Universidad de Nariño a trabajar como Profesor de Tiempo Completo; impregnado, impactado, marcado con la idea de que hay otro tipo de sociedad se preguntaba ¿Si estos países viven mejor, entonces porque nosotros, si trabajamos igual o más que ellos, no podemos vivir como ellos? ¿por qué no podemos tener una buena atención de salud, vivienda y educación? Hoy, después de 38 años de servicio a la Universidad de Nariño, manifiesta “nunca he perdido la perspectiva de luchar por una sociedad justa y equitativa”.
Quizá esta sea la historia con la cual se identifiquen hombres y mujeres que se esforzaron por alcanzar sus metas con el objetivo de servir y construir un mejor país; al igual que padres de familia que venciendo el dolor de la ausencia de lo más amado como son los hijos, los dejan volar en aras de alcanzar sus metas, llevando en su equipaje raíces y principios recibidos en el lar familiar, porque los hijos tenidos en la juventud son como flechas en la aljaba del valiente, y solo los valientes se atreven a lanzarlos para que cumplan su propósito en la vida y sirvan en su entorno; es posible que se identifiquen los y las jóvenes que quieren emprender sus sueños, superar el temor a lo desconocido, posiblemente sean estudiantes que han ingresado a su primer semestre a la Universidad de Nariño o a otra institución y deban tomar la determinación de iniciar su carrera universitaria y el empuje para terminarla; a todos ellos una afectuosa bienvenida a esta maravillosa experiencia.
Hay una tercera parte en esta historia de vida, en la cual se presentará al profesor Chucho como el hombre de opinión, el profesor apasionado por sus estudiantes y el administrativo en la academia.
Sonia Patricia Erazo Coral
Coordinadora Udenar Periódico
[1] Universidad de Rusia de la Amistad de los Pueblos