Las mujeres del sur con iniciativas y prácticas sociales contribuyendo al fortalecimiento del espíritu nacionalista, de sus familias, sus hogares y de la propia sociedad de su tiempo

 

 

En los años 30 del siglo XX, América Latina y Colombia atravesaron por una crisis económica que afectó todos los sectores sociales. En el país, el movimiento obrero cobró vigencia dado el cierre de fábricas, despidos masivos de trabajadores, reducción de salarios; Jorge Eliécer Gaitán pregonaba en el Congreso “El trabajo vale tanto como el capital”1.

 

Es en 1932, siendo presidente de Colombia el liberal Enrique Olaya Herrera, cuando se desata la confrontación con el Perú, después de la invasión y toma del Puerto de Leticia por las fuerzas extranjeras el día primero de septiembre de aquel año.

 

Los hombres de los Departamentos vecinos Nariño, Huila, Cauca, entre otros, acudieron a la frontera sur para la defensa de la soberanía nacional. El primer contingente que se presentó en Puerto Asís fue el Batallón de Infantería Boyacá y entre los soldados y reclutas, una joven pastusa, Clara Elisa Narváez Arteaga, quién sería reconocida para la historia como “El Cabo Pedro”.

 

Las mujeres, desarrollaron varias estrategias con el fin de hacer frente a la difícil situación sociopolítica. Las nariñenses integraron JUNTAS FEMENINAS PATRIÓTICAS, mediante las cuales ejercieron su rol social y político organizando festivales, colectas públicas, veladas líricas, bazares, recitales musicales; entregaron sus mejores joyas, con el fin de recaudar recursos destinados al Fondo Nacional de Defensa (FND) y así contribuir a la causa de la patria.

 

En Yacuanquer, Don Segundo Figueroa, alcalde municipal hacía el llamado civil a las mujeres en el acto de instalación de la Junta Femenina Patriótica de la localidad cuya diligente Presidenta fue la Señorita Carmela Bucheli,  “la necesidad en estos momentos que tiene la Madre Patria y constante en su defensa… ha llegado el instante de poner toda su influencia y con ardiente amor para con la Patria, entrar de lleno a cooperar”2.

 

Desde Ancuya, Rosa Landázuri, Ana María Urresti, y algunas más, suscribieron un telegrama al Presidente de la República manifestándole: “Ante sangriento atentado dignidad de la Patria, mujer ancuyana protesta enérgicamente abusos legendario enemigo. Ofrecemos su excelencia, servicios Cruz Roja, huestes oriente”3.

 

Por su parte las profesoras del Liceo Pedagógico de El Tambo, escribieron un manifiesto mediante el cual interponen su condición de género: “… es un deber de la mujer colombiana secundar y estimular con sus voces y hechos las medidas que el Gobierno y el espíritu ciudadano organizan para hacer respetar la soberanía colombiana, injustamente mancillada por aventureros sin precedentes y sin honor…”4. Dicen su condición de valor: “… donde el soldado coloque su brazo, la mujer pastusa pondrá su fe y su corazón”5.

 

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Facsímil Periódico el Derecho año 5, No. 468, Pasto 1932

 

En Pasto, doña Alicia Mutis, expresaba:

 

“Es vasto el campo de nuestra patria querida, tal vez convertida dentro de poco en palenque sangriento será testigo del patrimonio de la mujer pastense. Cual más, cual menos, las madres, las esposas, las hijas, las hermanas, todas, todas debemos ser heroínas”6.

 

El llamado de la época es a hombres y mujeres, independiente de fervores políticos partidistas, de convicciones o creencias religiosas; de ahí que la gente se sienta involucrada desde todos los ángulos y estratos sociales, con un sentimiento patriótico que pudo construir nación de verdad, aunque solo fuese por un periodo de corta duración, pero demostrativo del ser, del sentir y de la capacidad de unirse de parte de todos los colombianos en defensa de los ideales democráticos.

 

Por su parte las mujeres del sur agotaron las posibilidades y recursos para proponer iniciativas y prácticas sociales contribuyendo así al fortalecimiento del espíritu nacionalista, de sus familias, hogares y de la propia sociedad de su tiempo.

 

Cual más, cual menos, las madres, las esposas, las hijas, las hermanas, todas, todas debemos ser heroínas

 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:

 

  1. MUÑOZ CORDERO, Lydia Inés. ¡Todo por la Patria!. El conflicto colombo – peruano y Clara E. Narváez, El Cabo Pedro. Fondo Mixto de Cultura – Nariño. Colección Sol de los Pastos, San Juan de Pasto, 2006, p. 24. Cita periódico “Mundo al Día”, Bogotá, No. 2059, 1930.

 

  1. Ibídem. p. 131. Cita a A.H.P.G. – C (18) 4 – 6, 1932 – capítulo 6, f. 13

 

  1. Ibídem. p. 131. Cita a C.D.R.B.R. Pasto. Archivo periódico El Derecho, Interdiario, Año V, No. 471. Pasto, 13 septiembre de 1932.

 

  1. Ibídem. p. 132. Cita a C.D.R.B.R. Pasto. Archivo periódico El Derecho, Año V, No. 475. Pasto, 19 de septiembre de 1932.

 

  1. Ibídem. p. 132. Cita a C.D.R.B.R. Pasto. Archivo periódico El Derecho, Año V, No. 477, Pasto, miércoles 21 de septiembre de 1932.

 

  1. Ibídem. p. 133. Cita a C.D.R.B.R. Pasto. Archivo periódico El Derecho. Año V, No. 479. Pasto, 23 de septiembre de 1932.

 

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