Con el mejor ánimo envié un vídeo sencillo, pero original, a mi amiga  (amiga virtual); obviamente esperaba alegrar esta noche de Novena Navidad; respondió, al momento, así:

 

_ No me gusta la Navidad, me trae malos recuerdos.

 

_ No me llama la atención nada, estoy muy decepcionada de la vida; porque mi vida es un desastre; paso el tiempo llorando; siempre en mi alcoba; no quiero ver a nadie; me siento pésimo.

 

_Me disculpa, voy a recostarme y pensar; que Dios le bendiga.

 

Yo, estupefacto.

 

Ante tal situación, mi mente hecha un nudo, difícil de desatar.

 

Respiré profundo y lentamente, como me enseñó Martha, para oxigenar mi cerebro y decir las palabras adecuadas; pues, una imprudencia podría causar mucho dolor.

 

Como la memoria suele ser asociativa, recordé el título de una vieja canción: “Maldita navidad”, tarareé unas tonadas y ahí dejé la cosa; seguí buscando alguna solución razonable y, en mi desvelo recordé un cuento que me prestó mi nieta, cuando era una niña; lo leí con curiosidad; pues se trataba ni más ni menos de “How de Grinch Stole Christmas”; siempre presentan versiones de éste, cada Navidad.

 

El tema puede causar molestia entre las personas pegadas a estas tradiciones religiosas tan arraigadas; sin embargo, sería interesante revisar tales posturas, con mucho tino:

 

Realmente los eventos culturales construyen en las personas unas estructuras sumamente sólidas y, tratar cambiarlas, sería un tremendo desafío; más aún cuando tantas entidades comerciales, sociales y políticas, con el apoyo de los medios radiales y televisivos, se lucran de las salidas simplistas y sesgadas de los banqueros, empresarios y cuanto negociante del rebusque lo implementan.

 

Solamente referiré a la moda de los Árboles de Navidad (con el sello Made in USA), tanto boato, cuanto derroche, demasiada ostentación, tonta imitación en un pueblo repleto de escasez, lleno de necesidades básicas que despilfarra el dinero que no tiene.

 

Para encontrar algunas salidas racionales, necesitamos tornar la mirada hacia patrones de conducta social, hacia lo fundamental, lo verdaderamente liberador, lo equilibrado y fundamentalmente lo equitativo.

 

Retomo la tristeza y angustia existencial de mi amiga virtual que está en una situación que causa preocupación y, sin exagerar, también produce miedo. De corazón espero que sus familiares y amigos la acojan y lleven a un lugar adecuado y con buenos especialistas que se responsabilicen de la salud mental de esta señora.

 

“Salta a la vista” que estos temas no son del interés de los medios radiales y televisivos, tradicionales. No tienen rating; se rigen por la política del “tapen, tapen”, de tiempos aciagos.

 

Por tanto, el pueblo refundido en la pobreza seguirá enfermándose del cuerpo y del alma; sin tener quien se apiade de sus penalidades; ustedes dirán, las Iglesias, las religiones, los curas, los monjes y monjas; pero no, ¿qué va? ellos seguirán abandonados de la mano de Dios.

 

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