Alta Calidad: Algunos referentes históricos 

 

La acreditación no nació en las universidades, se gestó en la empresa cuando éstas tuvieron que mejorar la calidad de sus servicios exigidos por el mercado, este modelo fundamentado en la eficiencia, la eficacia, la productividad y la competitividad, se trasladó  -con los mismos criterios- a la educación.

 

Históricamente, la empresa y la industria le han prestado a la educación modelos, lenguajes y conceptos que se han aplicado de manera acrítica, por eso, en los documentos iniciales del Consejo Nacional de Acreditación y del “Sistema de Gestión de la Calidad” denominaban, como en el mercado,  “demandantes” a los aspirantes a ingresar a la Universidad, “oferentes” a las universidades, “clientes” a la “masa” de estudiantes y, “productos” a los egresados. En este contexto, evaluar significa control cuantitativo, es decir, establecer parámetros y medir sobre la base de estadísticas y comparaciones el avance o retroceso en el cumplimiento de metas e indicadores, en otras palabras, lo cuantitativo se aplicó a una realidad auténticamente cualitativa como es la Universidad. Este tipo de evaluación se fundamenta en la medición, la objetividad y el positivismo, en síntesis, es la racionalidad instrumental.

 

Lo cualitativo tiene que ver con seres humanos y sus interacciones, con lo psicológico, con lo intelectual, con la complejidad de la ciencia y el conocimiento, para la felicidad y la vida de las personas humanas, con lo simbólico, con la cultura como “sistema vital de las ideas en cada tiempo” al decir de Ortega y Gasset, con lo estético, aspectos, entre otros, propios de las subjetividades humanas difícilmente de medir, por ello, cuando se adoptó este sistema fue muy criticado por las universidades, no obstante, el gobierno nacional lo impuso a partir de la Constitución del 91 y de la ley 30 de 1992 mediante la cual le entregó funciones de “inspección y vigilancia” de las instituciones de educación superior al Ministerio de Educación Nacional -MEN- y a otras instancias del Estado y creó el Sistema Nacional de Acreditación.

 

Cuál fue la crítica que los estamentos universitarios (Profesores y Estudiantes) plantearon cuando se impuso la “evaluación de la calidad” en la década del noventa?. En aquel entonces el cuestionamiento era de que la evaluación que el gobierno se aprestaba a hacer atentaba contra la democracia, la libertad y la autonomía universitarias, en respuesta el ICFES y otras entidades pertenecientes al MEN manifestaron que las universidades no cumplían con los procesos de autoevaluación ni menos con la auto-regulación, por tanto, en cumplimiento de sus funciones de “Inspección y vigilancia” evaluaría si las instituciones cumplían con su misión, con sus objetivos, con sus planes de desarrollo y sus proyectos institucionales como también la pertinencia social, cultural y pedagógica sin dejar de lado la inspección de la calidad de las funciones básicas como: Docencia, Investigación y Proyección Social, en general, la evaluación se orientaría a examinar minuciosamente su desempeño global, incluyendo desde luego, el manejo de recursos que el Estado gira para funcionamiento.

 

Entre los aspectos importantes que oficialmente se plasmaron en los objetivos de la “Acreditación Institucional” emanados del Consejo Nacional de Acreditación-CNA- fueron: “Propiciar el autoexamen permanente de las instituciones en el contexto de una cultura de la evaluación” y, por otro, “Proponer un horizonte para el ejercicio responsable de la autonomía….”. De esta manera, la acreditación de programas y la acreditación institucional se abrieron paso en las universidades públicas y lo que antes fue objeto de crítica hoy se asume sin cuestionamiento alguno porque los resultados obtenidos en las 46 universidades entre privadas y públicas que se han acreditado en el país  son  favorables al mejoramiento de la educación superior. En consecuencia, en ausencia de una cultura de la autoevaluación en las universidades, el gobierno ofreció la ruta de la acreditación para que las instituciones que voluntariamente quisiesen someterse a este examen lo hicieran para demostrar la calidad de su servicio a la sociedad a la cual se deben.

 

La Universidad de Nariño ha podido fundir en el tiempo la formación profesional, la investigación y la extensión, el resultado es su certificación de alta calidad

La Acreditación Institucional en la Universidad de Nariño.

 

El proceso de acreditación institucional al cual se sometió voluntariamente la Universidad, es una demostración que tiene que ver no solo con el buen momento que vive sino hasta con su pasado remoto y, desde luego, su dinámica presente. Recordemos que la Universidad tiene como Institución de Educación Superior 113 años de existencia tiempo en el cual ha construido su identidad; su magnífico legado al Departamento y a la nación son los miles de profesionales graduados en diferentes campos de la ciencia, quienes con solvencia intelectual contribuyen al progreso del país. Los aportes también están representados en los incontables trabajos de investigación de profesores y estudiantes cuyos resultados develan el inquieto espíritu por conocer la magnitud de los problemas en procura de resolverlos y transformar así la realidad social. Por otra parte, es innegable la identificación permanente con la problemática regional, su trabajo por la región le ha proporcionado un enorme reconocimiento social, en particular del pueblo nariñense. La Universidad de Nariño ha podido fundir en el tiempo la formación profesional, la investigación y la extensión, el resultado es su certificación de alta calidad.

 

Considero que la acreditación es una construcción con sólidos cimientos elaborados en el tiempo y sobre los cuales se ha levantado con paciencia, con inteligencia y visión cotidianas y colectivas, una superestructura que hace honor al calificativo de “Alma Mater”, madre nutricia de la ciencia. Esta superestructura crece y se agiganta día a día para honra de los nariñenses. Amerita felicitar a las autoridades universitarias, en particular al Dr. Carlos Solarte Portilla y al equipo que, con suma dedicación y liderazgo adelantaron el trabajo para alcanzar este merecido reconocimiento. Felicitaciones a toda la comunidad universitaria porque supieron responder al llamado que la dirección de la Universidad hizo para demostrarle al país y a la sociedad de Nariño que la Universidad construyó su excelencia para ubicarse a la altura de las mejores del país.

 

Sin caer en el triunfalismo ni menos en la prepotencia, los estamentos deben tener claro que si la acreditación demandó un intenso esfuerzo, mantenerse en  ese nivel y re-acreditarse será menos difícil si se construye de manera participativa un modelo de autoevaluación, la cultura de la evaluación, es propia de las instituciones que quieren progresar.  Dar fe pública de la calidad, es una responsabilidad ética e histórica, sólo la calidad le otorga credibilidad social. Lo que garantiza la calidad es la auto-regulación, el proceso de transitar de la evaluación a la auto-regulación, la mantendrá lista para acreditarse, en cualquier momento, ante cualquier instancia estatal, sin perder de vista lo esencial: Hay que acreditarse para la sociedad a la cual se debe.

 

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