Liceo Universidad de Nariño

Proyecto de lectura “Caen Todas Las Cosas”

Primer Concurso de Poesía: “El Sur de las Letras”

 

Ante Lucem (“antes de la luz del día”)

Poema Ganador Categoría 2

 

Autor

Juan Esteban Coronel

Curso: 11-1

 

 Ante Lucem (“antes de la luz del día”)

 

¿Cómo un apóstata huirás entre las sombras?

¡Levántate hereje insaciable!

Que sacias tu sed con recuerdos nauseabundos,

Como el nadaísmo marchito que mediante calopsias creíste.

 

Así como un espíritu transeúnte, en aquelarres conjuraras verbos profanos,

en aquella inmediatez del destrudo y de las bestias del tánatos;

que han devorado aquella pulsión de vida,

que irrumpía las bóvedas de tu sangre.

 

Los laureles, de entre sus tumbas, se lanzarán hacia nosotros como perros salvajes.

Como memorias volátiles, como oprobios, como delirios y traidores retornos;

así, desnudos, danzarán sobre los féretros de nuestra carne.

 

Queridos e inefables héroes;

sus cartas al olvido no son sino más, que una afirmación

de que el pasado nunca muere;

Reencarna en sus peores y tenebrosas formas.

 

¡Amada! ¡Convalécete de mí! Devuélveme a la quiescencia donde pertenezco,

¡Que la mitigante rubatosis el sonido de tus latidos!

Comprende… ¡oh ángel!, que este empíreo, que este infinito pilar de voces,

es tan solo; la virtud afligida de mis demonios.

¡Dioses!

Que con verbos maleficios consumen mi penumbra,

¡Hagamos una tregua!

Mediante esta prohibida letanía, qué con devoción me corroe entre el polvo y el

viento.

 

Escúpeme sobre los largos ecos, donde la ventisca se desborda,

donde los arboles presagian el cataclismo con lamentos tan suaves como el

ámbar.

¡Contempla! Este edén, entre oboes y ciénagas, donde el infinito manto de la

Iluminación,

borrara como umbrales nuestros rostros:

de auroras transparentes.

 

¡Muéstrate! Quebrantando aquellas luces lacerantes, lejanas y vacías,

¡Que el amor que juraste!, Revive de entre la necrópolis donde te deseaba,

anhelando el infanticidio con el que me maldijiste;

atándome a este delirio que hay en mí, que eres tú.

 

Las calles cuentan historias inefables, de donde evocan cientos de cantos.

El cielo se ha roto; se ha fragmentado en cientos de avernos.

¡Oh piedad!

Átropos, que entre las cuevas etéreas resides;

Acaso, el velo negro de tus flores,

¡¿Nos mostrará el camino sempiterno y sagrado hacia la eternidad…?!

¡Donde la muerte nos aguarda en corruptos cantares de decidía y caos!,

transmutándonos en lo que hemos sido siempre;

pilares vivientes.

 

 

 

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