DENTRO DE ARGUMENTACIONES TIRÁNICAS DE UNAS GOBERNABILIDADES ENDEBLEZ

 

Convivimos con el tener siempre la razón ante la verdad de los otros y ante el estar nosotros dispersos en el error. El cambio siempre debe empezar para cada uno, socializando convivencias, rebeldías, resistencia y la lucha resiliente como un viaje para transformar la nación para que los nuestros del futuro no tengan vacíos sin límites. Toda acción es una filosofía práctica con simientes de ética que nos convoca a levantarnos, porque como alguien decía… Si no nacemos para servir, no servimos para vivir…Y aquí tiene cabida el mensaje para las oposiciones que para ejercerla y contribuir a la paz se necesita altura cultural, política, voluntad y calidad ética.

 

Benditas nuestras conciencias que nos llevan a creer cada vez en la política. Conociendo la historia con conciencia crítica y pensamiento libre es entender mejor el país en que vivimos. Es fundamental que en toda actuación humana es imprescriptible la transparencia en todo sentido, por lo tanto, para que exista verdad, confianza y responsabilidad debemos estar desprovistos de toda máscara que llevamos para ser lo que debemos ser, para no seguir con mentiras y engaños. A la muerte es el espacio y el tiempo donde perdemos lo que fuimos, aunque queden los hechos en la historia y la memoria histórica. Dícese que en la muerte es donde todo se olvida no obstante las dudas de la conciencia y la tendencia de una moralidad vacía, donde nos persiguen juicios apresurados.

 

El hombre rebelde contiene todas las formas para superar la presencia de quienes usurpan el bien comunitario. La capacidad del hombre para vencer es infinita sin importarle desandar lo andado con tal de resistir. A su pueblo el hombre se da, resistiendo con la verdad, porque por cada miembro corre sangre dispuesta contra aquellos que en cuerpo ajeno quieren seguir en la venganza, oponiéndose a que se descorra el velo de las injusticias, ante quienes clamando con sus voces guerreras lo que lengua inmortal decir no pudo. Esos fósiles de la inconformidad sin conciencia distan de ser, como los jueces de mármol petrificados por la impunidad y vencimiento de términos.

 

Cada ser del común está obligado a ser un veedor no solo de su conciencia, sino de los aconteceres de su patria, denunciante de todos los hitos con sus conjuros amenazantes. Su deber es potencializar sus esperanzas, sin caretas, limpia la faz y la conciencia. En solitario debe ir en busca del otro, del que no tiene voz porque le angustia su desesperanza, porque le han punzado su estoicismo y la dignidad. Y en ese encuentro hallará las fuerzas para compartir pretensiones con acción y rebelión, corriendo riesgos de conciencia.

 

Hoy la vida la absorbe la actividad consumista que nos niega la capacidad de pensar, de acción transformadora, de alimentar la riqueza de nuestro interior, de tener el tiempo reflexivo para comprender el mundo de ayer con sus experiencias, de ese ayer que despojó al hombre de sus bienes del bien común, dejándolo cual siervo sin tierra, por aquel hombre que son sus devaneos de gran señor ha venido devastando el mundo, socavando la tierra fértil, preñada con la sangre de inocentes campesinos, por una violencia trapera que le destruyo su vientre para que no creciera el alimento con el cual se apacentará la humanidad, y cuyo crimen unos togados de piedra  negaron la justicia que nunca fue por la atroz impunidad y por ciertas garantías jurídicas perversas.

 

El nuevo devenir llega con el ímpetu del amor social para doblegar pasados oscuros que los imperios colonizaron con el despojo, con las tiranías propias de los horrores de sus profecías que siguen fecundando su poder demoniaco. Nuestros pueblos etnias, raizales, mulatos, campesinos y todos los que sucumbieron en el torrente dantesco, han entrado al nuevo hogar patrio para renovar su vida. Y como decía Vargas Vila “los hombres mueren para que el hombre viva”. Sí, aquí está esta tierra labrantía abonada con el sudor y la sangre guerrera que los recibe clamando sus derechos para devolverles la plusvalía que nunca recibieron.

 

En esta granja de la rebeldía y la resistencia muchos personajes de diversos caracteres se debaten por los otros que los incapacito la violencia y la corrupción. Aquí estamos para descorrer el velo de los gobiernos decadentes dispuestos con el espíritu de la paz renaciente. Estas reflexiones involucran también a los pueblos del mundo, pues las problemáticas son universales y exigen que todos nos concienticemos para participar pues el personalismo ésta encarnado en la sociedad.

 

Nuestro país y el mundo se mueve bajo esquemas de parodias pues hemos perdido la fuerza de la espiritualidad, la falta de resistencia para dar vigor al manejo familiar, social y político, destacándose una actitud endeble ante los poderes que gravitan las órbitas de los imperios con su dominio latente. La cultura se ha volcado en desaciertos y todo el eje de los procesos se deja al amparo de los dioses según las circunstancias, donde cada uno espera encontrar el templo para su perdón.

 

Las realizaciones humanas tienen sus matices, cada época registra circunstancias disímiles donde las soluciones se tornan magras. La deshumanización, el desasosiego, la angustia que se vive allende los pensamientos interrogan complejidades e incoherencias, donde las comunicaciones todas desvían las corrientes creando inestabilidad, confusión y una paradigmática sin contexto, bajo rebeldías de hecho. Casi todos los hitos que gravitan con un ir y venir sin sentido están llenos de simulacros al seno de tertulias folclóricas para querer cambiar el mundo y el país. Este mi pueblo, todos los días se está enfrentando a la infernal mentira y al voluptuoso engaño, a la farsa ardiente.

 

Vivimos el desencanto de las oposiciones que desconocen el deber de patria y de amor propio, porque se comportan cual alimañas rabiosas que perdieron el carácter y la lucidez mental. Pero en medio de este laberinto se han iniciado cambios sociales con las debidas potencializaciones para frenar la pobreza y las desigualdades. Esos oposicionistas atacan la verdad, no tienen sentido de gestión social como tampoco de lo que le aqueja al país, pues son los causantes de tan aberrante desenlace lo que les hace que les acuse su conciencia. Que podemos esperar de estos especímenes que terminan haciendo traición a sus ideas, ahogándose en el caudal de sus escándalos.

 

Dominan las pasiones que controvierten y las emociones que enceguecen disfrazando la verdad, justificando la lógica irracional. No más a los mercaderes de la paz que desde sus curules terrenales su interés no está con el discurso del orden pacifico. La condición humana nos muestra un hombre con el ropaje endeble que es presa fácil de los buitres existentes en la sociedad para ser conducidos cual la res que se lleva al sacrificio. Nos creemos dotado de intelectualidad porque leemos, escribimos, razonamos, pero la realidad es que nos llenamos de lagunas mentales por fuera de toda sapiencia. Somos violadores del lenguaje de la paz, produciendo incomprensión que nos aleja de la realidad que vive nuestro prójimo.

 

Disecamos las palabras y nuestras conciencias para eludir escuchar, apartándonos del trasfondo justo que dé sentido a la filosofía del entendimiento para comprender al otro, para defender lo impune que corre la suerte de aquellos que son violados en su integridad, de aquellas mujeres y niños que sucumben con la sevicia y el destrozo de su dignidad ante la mirada pasiva del juez que sentencia que esos depravados no son un peligro para la sociedad.

 

El lenguaje en su dimensión cultural se dispersa por el mundo para engrandecerlo, pero, cuando no se asume con profundidad la actividad sapiencial, hace perder los instintos, la apertura humana y la identidad de los pueblos para intervenir en la esfera pública, privada, afectando la convivencia y todo cambio de liberación en la estructura poblacional. Así pues, palabra y lenguaje producen choques contra los sentidos de verdad y libertad, y la nigromancia, forma para detener los malos hábitos, las contradicciones, y las fuerzas maléficas de la política. La Geopolítica debe revisarse ante la gran deuda social que tienen los países con sus comunidades, pues ellos no le han sabido corresponder a su contrato social, incumplimiento que ha generado en esos pueblos caos de miseria, de hambres y toda clase de injusticias sociales, sometiéndole a sus arbitrios. Así mismo, la geopolítica presenta una gestión caduca, alejada del pragmatismo requerido bajo indicativos inciertos.

 

Con los procesos de cambio debemos entender que ningún obstáculo está superado. Seguir la lucha contra los instintos que profieren diferencias, es una empresa de resistencia. Igual acontece con las pasiones nefastas y el peso de su ilógica actitud que ante la moral se tornan monstruos y deseos desenfrenados, ambiciosos, donde el odio anida como elementos del capitalismo cruel para crear en la sociedad ámbitos de dominio. Los errores cometidos por las pasiones y las emociones sin control son una degeneración de los instintos y de la voluntad, cuyos fines son ponerles tranca a los procesos, frenando la democracia y cualquier otra alternativa de convivencia o dicotomía reaccionaria propia de las oposiciones. Alguien dijo…el estado natural del ser humano es la tranquilidad. Pero las emociones son solamente una perturbación de la misma…

 

En la época actual se lucha contra unos enemigos, hordas bifrontes, mordaces detractores con fines de entrampamientos, de reacciones globalizantes que dan vida a las desigualdades que amenazan conciencias, que crean decadencias sociales, hiriendo la democracia, afectando la ética y la moral. Esas hordas son las tiranías que impiden el desarrollo, que desarticulan cualquier estructura social y política que clonan el espectro por donde habitan. Las tiranías son una afrenta contra el mundo que de facto se imponen cuando los principios no existen, donde solo prevalece el placer por vivir en el vacío espiritual, desestabilizando el orden.

 

El hombre vive con el afán de engrandecer su ego, y en ese ascenso ejerce muchos enfrentamientos, como el enfrentarse a Dios, convirtiendo su vida en un gran vacío existencial porque quien se derrota es el mismo hombre, creando para sí, el ser un tirano para sí mismo. Todos tenemos una responsabilidad con el mundo, con el planeta, con el gran cosmos porque seguimos dando representación a irracionales para gobernar, que nunca cumplen. Quienes deben gobernar entonces ¿El justo, el libertador de desigualdades, el ético, el transformador que revoluciona lo que no es, el que crea en el amor social incondicional, el que anuncie el gran sueño político, el rebelde, que se unta de pueblo, que escucha, que actúa de acuerdo al evangelio del amar y servir conociendo a su grey y su problemática allá, si allá en el lugar donde vive y ¿en el fondo no hay derrota? Solo sufren la derrota aquellos que dejan de luchar.

 

 

Mariano Sierra

Abogado, egresado de la Universidad Libre de Colombia

 

Comentarios de Facebook