“La belleza está primero en la mirada del amante; no deseamos a quien nos parece más atractivo, sino que nos parece atractivo porque lo deseamos. Según Safo, quien ama crea la belleza; no se rinde a ella como suele pensar la gente. Desear es un acto creativo, al igual que escribir versos”.

 

Irene Vallejo, El infinito en un junco

 

 

Hace algún tiempo, conocí a una mujer que era inmensamente rica: tenía más joyas que amigos. Pero también pude darme cuenta de que detrás de la riqueza reinaba la soledad, la humillación y toda clase de maltratos. Era una de esas mujeres dispuestas a soportar los puñetazos y las patadas del marido, con tal de no renunciar a sus privilegios de clase, porque les interesa más preservar los lujos que la conquista de su propia dignidad.

 

Alguna vez me atreví a preguntarle: ¿cuántos puñetazos y cuántas humillaciones te costaron estas perlas que ocultan tus moretones?

 

Con sus ojos radiantes de rabia y quizá, de tristeza, me respondió: ¡Muchos!

 

Me confesó que su mayor delito era haber nacido fea y que desde muy joven le había declarado la guerra a su cuerpo de paloma y a su nariz de bruja. Me contó además, que había dejado de sonreír durante varios años porque le salía mucho más barato que un diseño de sonrisa, pero que al final había logrado reunir el dinero suficiente para costearse las cirugías y así poder convertirse en una mujer “joven” y “bella” digna de una selfie para Facebook e Instagram y de un gran marido.

 

No seré yo quien juzgue las virtudes del bisturí, pero por lo menos logró salir del quirófano viva; a diferencia de millones de mujeres que mueren en su búsqueda desaforada por conseguir la única virtud que el mundo exige de ellas: la belleza.

 

¿Pero qué es eso que el mundo llama “belleza”? ¿Una nariz respingada como la de Barbie o como la de alguna famosa actriz de Hollywood? o ¿una cintura de avispa como la de Shakira o de la Jennifer López?

 

O “Lo más bello es lo que cada uno ama” como dijo hace millones de años, la poeta griega Safo y que pareciera haberlo dicho esta mañana. O acaso, ¿las mujeres verdaderamente feas, son aquellas que no han sido amadas?

 

Que nunca nos abandonen las preguntas porque son ellas las que nos mantienen a flote. Por lo demás: es mejor estar vivo que ser bello, pero es mejor ser feo que estar muerto.

 

 

Carlos Ferreyra

 

Comentarios de Facebook