El común es que existe apatía ciudadana a enfrentarse a los poderes, pues se piensa que todo marcha bien, así se hagan expresiones en contrario. Quienes tienen poder han aprendido a dar respuestas evasivas a sus actos que motivan indignación. Los motivos para las evasivas a veces no son perceptibles por la forma en que se hacen, pues hacen aparecer que la situación está controlada. Esta práctica amerita que estemos con un pensamiento libre y crítico para no caer en esos espejismos disuasivos de la realidad. Estos espejismos son lo que hoy llamamos mermeladas que llegan a subsumir la rebeldía, que apagan la inconformidad. Este proceder se asemeja a la práctica del imperio romano que para apaciguar al pueblo le daban pan y circo. Hoy existen, en el circo colombiano distracciones como embeleco del consumismo, de la tecnología, de espectáculos populares, y de los placeres que brinda la globalización, que las instituciones saben manejar haciendo perder las nociones de la realidad inculcando que se es por el tener y no por el ser.
El mundo actual le ha hecho perder al hombre su identidad. La profanación de la cultura por la globalización ha perdido su valor, su sentido humano, encausando al hombre por la senda del conformismo, por la senda del negar a pensar, por la senda de la manipulación que caracteriza al poder. La globalización aliada del gran poder que impone, que controla, que gobierna, que esclaviza recorre el mundo dejando su estela de miseria, imponiendo su tiranía y su poder económico, poder que está por encima de todo poder. Quienes nos silenciamos ante el poder perverso, nos convertimos en cómplices abanderando la aceptación de la doble moral.
Esta reseña deja ver sin extravagancias, la existencia de una serie de agresiones por parte del poder dominante que se esconden bajo mantos de supuestas gestiones sociales que se debe descubrir, que se debe repudiar, que se debe denunciar, que exige la existencia de una responsabilidad política. Por ello el país necesita ser gobernado con honestidad y transparencia, con una justicia sin impunidad; necesita unas instituciones sociales y políticas de todos y para todos, sin trabas administrativas, con justicia social; necesita un orden social donde no impere la corrupción, necesita funcionarios públicos ávidos de servicio, leales, necesita un congreso probo donde se dicten leyes sin vicios; el país no necesita un poder abusivo y está en la sociedad defenderse hasta que tenga un poder legítimo, un poder de bienestar social, un poder de justicia social.
Al recorrer el itinerario humano nos damos cuenta del gran desarrollo en todos los sentidos. El hombre ha pasado del animal racional, al ser de más poder, (aunque lo racional es discutible). El paso del tiempo le sigue generando más poder mostrando un ser empoderado por la ambición y la soberbia, para pasar a un ser que quiere constituirse en Dios. Y a fe que lo está logrando con su ímpetu dominante. Esta colosal conquista no sabemos hasta dónde lo llevará y esa es la respuesta del futuro próximo. No olvidemos el pasaje bíblico de la tentación a Jesús. Todo esto para que reflexionemos sobre lo que puede el poder en el hombre cuando se vuelve obsesión, queriendo ser más que su hacedor divino. La reseña nos avisa que el poder del hombre quiere derrotar la muerte, quiere crear un dominio totalitario, depredador político y social, depredador de la naturaleza que ya se ve, aniquilando la libertad, ante la perdida de la rebeldía de la sociedad común que esta perdiendo de otra parte su espíritu de rebeldía política y social, su fe y el amor, que pueda detener el poder arrollador del hombre.
Doxa y praxis sobre el poder, de la humildad a la soberbia (Primera Parte)
Mariano Bernardo Sierra Sierra
Abogado, egresado de la Universidad Libre de Colombia