“ESCÁNDALO EN LA PARROQUIA”

_ Un Cuento _

 

Entró a la Reunión de Padres de Familia, muy empoderado, muy elegante, oliendo a loción fina y con anillos de oro, cadenas y pulseras; mientras las señoritas y las señoras se derretían de ganas y fanfarroneaban porque las había mirado.

 

Realmente a miraba fijamente era a Alexandra, una mujer bonita y bien recatada, madre de dos lindas hijas; pero también recién divorciada, a los treinta años; por eso vivía con sus padres para no dar motivos a la vecindad de que le juzgara mal; además, según ella dice, “debía dar buen ejemplo a sus hijas”.

 

_ ¿Hola, es tu hijo?

_ Sí es mi bebé, ella es mi madre.

_ Vea pues, una abuelita feliz y, además joven y muy linda.

_ “Está recibiendo hojas de Vida”, acotó la hija menor.

_ “¿Cómo haría para enviarle la mía?

_ Deme su número de su celular, añadió Alexandra.

 

Me acerqué a ella y le di mis datos, incluyendo mis nombres para que mirara mi muro en Facebook.  El sujeto que me acompañaba en la mesa del Restaurante ponía atención, sin perder detalles; pero cuando conversaba yo con la señora de mi interés, le había dado la espalda al sujeto aquel.

 

Por la noche llamó a mi celular la señora, conversamos entretenidos y preguntó si aquel sujeto era mi amigo, le confirmé; pero ella mencionó lo que había estado haciendo mientras conversábamos:

 

“Quien usted dice ser su amigo, me miraba y rotaba su dedo índice, alrededor de su oreja, indicando que usted estaba loco; además, cuando usted empezó a dictarme sus nombres, hacía señas de que no los escribiera”. En fin, “Dios no castiga con palo ni con rejo”. Pero ella, preocupada me recomendó hiciera una Novena a San Sebastián para que me librara de las malas amistades. Obvio que lo estoy haciendo.

 

Luego la noche siguiente, Alexandra, envió algunas fotografías, incluyendo la de su Primera Comunión, en el Templo de Tres Esquinas; realmente son lindas las fotografías; días más tarde, viajó a tierra caliente y también envió fotografías, en vestido de baño, junto a una piscina.

 

A su regreso leyó para mí, unos poemas muy sentidos, que escurrían amor y pasión, hacia el hombre maduro que recorría sus fincas en tremenda camioneta, en compañía de sus guardaespaldas; los mismos que le llevaban los inmensos ramos de rosas, chocolates importados y tarjetas atiborradas de frases amorosas y de peticiones para que se encontraran en el lugar que ella escogiera.

 

Comenta que le tomó tiempo tomar tal determinación; pero ante semejante personaje, “picho” en plata, terrateniente, cincuentón, bien apuesto; por eso, olvidó de su convicción de “Ser un Buen Ejemplo”, y corrió a sus brazos, bueno es una forma de decir; subió a la camioneta que conducía uno de los guardaespaldas del apuesto hombre de las botas texanas en cuero de cocodrilo, sombrero de ala ancha y ruana larga; la esperaba en la Capital de la Provincia y tomaron la carretera rumbo a los hoteles de la frontera, donde el Capo había rentado la más lujosa mansión.

 

Tres copas del mejor vino, delicioso queso holandés, jamón serrano, música, vídeos italianos; y con la refinada experiencia del apuesto caballero, la dama del cuento le satisfizo; aunque al hombre, le faltó cuerda, dice la desengañada.

 

El afamado varón le llamó varias veces para disculparse y, ésta le respondía con palabras comprensivas, que ella sentía por él, más amor que deseo, que no era una persona interesada en los bienes materiales, sino en los valores morales.

 

Éste no era tan bruto, como para creerse ese cuento; pero seguía con las ganas de complacerla, tal como se la imaginaba; entonces mandó al guardaespaldas aviador que fuera por su avioneta, la metieron en ésta y volaron hacia la frontera; esta hembra sobresaltada por tremenda sorpresa, le colocó una porción de “lexicón” en la copa de champagne, y la respuesta había sido inmediata; por tanto, en la faena, se sintieron complacidos.

 

El “Duro” del cuento, muy enamorado, le mandó regalar un móvil importado y pesado que ella mantenía escondido en su casa paterna; le llamaba muchas veces en el día y la noche. Hasta que un día, la dama de sus amores no pudo responder sus llamadas y el, por su desespero, enfermó y fue llevado al Hospital de la Capital de la Provincia.

 

Había pasado gran susto y, superadas sus dolencias, le llamó para decirle que le había roto el corazón y que se le había escapado de las manos; que debía salir del lugar a vivir en un lindo apartamento que le había comprado en un amplio condominio, de la Capital.

 

Ahora permanece encerrada ejerciendo su labor de modistería y cuidando a sus nietos y una perra; de todos modos, le convencí de que enviara una fotografía para hacerle un dibujo a lápiz, con características eróticas bien marcadas; acepto y también dice que lo enmarcará y colocará en la pared de su sala.

 

Pues, tal como están las cosas, me contentare con mis dibujos, las fotografías que envía y las llamadas que me hace; por eso, dicen por ahí que esta clase de personas, toman a tales, como cosa propia y sin derecho a reclamo.

 

Por tal motivo, en algún momento recordó un aforismo popular y me dijo: “machete estate en tu vaina.”

 

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