La Universidad de Nariño, único ente de educación superior de carácter público de la región Sur de Colombia, se apresta a celebrar 112 años de existencia. Profundos cambios ha sufrido la sociedad colombiana durante esta larga centuria. De la sociedad mayoritariamente rural, centralizada políticamente, homogénea por mandato constitucional, confesional y conservadora por imposición del movimiento de la regeneración, se pasó de manera lenta, tensa pero inexorable a otro contexto, que fue recogido de manera adecuada en la Constitucional Nacional de 1991, donde se reconoció en primer lugar, el carácter pluricultural y multiétnico de la sociedad colombiana, con descentralización política, libertad religiosa y carta de derechos fundamentales, acompañados de acciones constitucionales para su efectividad.

 

A diferencia de la Constitución Nacional de 1886 que surgió de una guerra en la que existieron vencedores y vencidos, la Constitución de 1991, es el resultado de un proceso de diálogo racional y de consenso, precedido por un proceso de paz negociada con algunos grupos alzados en armas y con diversos sectores de la vida política, económica y social, que disentían del rumbo del país y clamaban por legitimar el Estado como la única vía de garantizar la gobernabilidad; es decir, en la práctica se sustituyó la cultura de la guerra y la opresión por la cultura de la paz, la que se consagró en el artículo 22 de la Carta Política, como un derecho ciudadano y una obligación del Estado.

 

En el mismo texto constitucional, en el Art. 67, se fijaron los objetivos del sistema educativo, al establecer: “(…) La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente obligación que debe realizar cada institución universitaria desde su respectivo Proyecto Institucional. En efecto, la Universidad de Nariño en su visión plasmó esta meta en los siguientes términos: La Universidad de Nariño, entendida como un acontecimiento en la cultura, quiere ser reconocida por su contribución, desde la creación de valores humanos, a la paz, la convivencia, la justicia social y a la formación académica e investigativa, comprometida con el desarrollo regional en la dimensión intercultural. (Udenar.edu.co). En el marco descrito es un deber ineludible de la Universidad de Nariño realizar el mandato del constituyente y hacer propio su sueño de una sociedad en paz y con justicia social.

 

Así mismo, el acuerdo de paz suscrito por el Gobierno nacional y las FARC que es objeto de revisión en la actualidad y cualquiera que sea el rumbo que tomen dichos diálogos, no elimina, sino que por el contrario, acrecienta la necesidad de realizar el derecho a la paz, bandera ya enarbolada por miles de jóvenes en este país y que desde luego, debe incidir en las políticas académicas y de proyección social de las universidades, las que están en mira de autoevaluarse críticamente, de revisar sus currículos y sus prácticas académicas, con miras a establecer como eje transversal de todo su quehacer, la opción por la paz.

 

Dar respuesta al clamor del pueblo colombiano en su oposición a la guerra y en su expectativa legítima de paz, es más que crear una cátedra aislada sobre la paz; es asumir con decisión el compromiso y la acción para cambiar nuestras concepciones y prácticas guerreristas y confrontatorias, por otras que deben ser la esencia de la vida académica, el diálogo informado, la deliberación constante y el mejoramiento continuo, tanto personal como de toda la colectividad universitaria. Ubiquemos a la Universidad de Nariño como la líder y guía de la nueva cultura de paz en Nariño, departamento golpeado por todas las violencias, esta será la mejor forma de honrar a sus fundadores, para quienes la Universidad era el símbolo y la puerta del desarrollo regional.

 

Ubiquemos a la Universidad de Nariño como la líder y guía de la nueva cultura de paz en Nariño

 

 

 

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