Nuestra fortaleza no se halla en la perfección y en la belleza exterior, sino en la esperanza de convertir el entorno en que habitamos en un lugar mejor, en el impulso que damos constantemente a las personas que amamos

 

 

Podremos afirmar que las mujeres hemos logrado reivindicar derechos y posiciones que hace algunas décadas eran vedados; ciertas funciones y tareas que desde centurias se nos impuso cultural y socialmente han quedado atrás abriendo paso, lenta pero afirmativamente, al reconocimiento de su capacidad intelectual multifacética, su libertad de pensamiento, su libertad de expresión para manifestar sus anhelos, su forma de vivir, su ámbito académico, su independencia en el voto, su autonomía en la escogencia de sus relaciones.

 

La gama de posibilidades nos resulta actualmente diversa y nos empodera haciéndonos fuertes y valientes ante una sociedad patriarcal, empoderamiento que debemos afianzar para efecto de la autorrealización de todas las mujeres, detectando y eliminando toda forma malsana de competitividad y egoísmo que llevan al debilitamiento de los logros alcanzados; por el contrario, debemos consolidarlos, incentivar el apoyo femenino a través de la empatía y diversas formas de prácticas solidarias sin distingos de etnias, credos religiosos o políticos o estratificación social, no nos empeñemos en aventajar nuestra “valía” particular por encima de las otras mujeres, olvidándonos que todas desde sus circunstancias y posibilidades lidian con el mismo entorno de desigualdad que cada día nos imponemos en cambiar.

 

Hoy vemos cómo espacios laborales y académicos son entornos donde confluimos socialmente; la casa, los hijos y la cocina ya no son un límite, porque tal parece, “hemos logrado” acoplar aquellos deberes a cabalidad; no obstante entre ese ir y venir del hogar, el trabajo y la academia, nos hemos quedado atrapadas haciendo todo, pretendiendo cada día manifestar a la sociedad que nada nos puede, que a pesar de las dificultades somos capaces de dar solución a los problemas, que nuestra valía radica ya no en lo que reclamamos sino en lo que demostramos, que todo emprendimiento lo hacemos con fundamentos sólidos de pensamiento y acción; hemos ganado confianza, seguridad; décadas atrás las mujeres no estaban convencidas de lo que podían alcanzar porque era descabellado hacer notorios sus deseos. Pero en nuestra contemporaneidad, todo ese impulso y afán se está canalizando y la mujer está abriendo cada día más brechas dejando a su paso su huella creadora, su temple, su responsabilidad.

 

 

Nos han descrito como seres débiles, pero no lo somos. No somos débiles por llorar y manifestar nuestro enojo, no somos débiles por equivocarnos laboralmente, no somos débiles por no tener la misma fuerza física de los hombres, no somos débiles por asentir la cabeza cuando no tenemos la razón, no somos débiles porque no logramos los objetivos que los demás esperan de nosotras.

 

En mi humilde opinión, todas las mujeres deberíamos tener presente, para no hacer más grande la ruptura que por ahora impera entre nosotras, que nuestra fortaleza no se halla en la perfección y en la belleza exterior, sino en la esperanza de convertir el entorno en que habitamos en un lugar mejor, en el impulso que damos constantemente a las personas que amamos y con quienes nos relacionamos transmitiéndoles nuestros deseos de cambio y equidad.

 

Ha sido y es una tarea ardua luchar por la reivindicación de nuestros derechos laborales, sexuales y reproductivos, por lo cual no dificultemos nuestra senda en pro del amor y la solidaridad, atacándonos entre nosotras mismas; constituyamos como propósito desde la práctica aportar en el crecimiento personal de las mujeres en cualquier ámbito, sin prejuzgarnos, fortalezcamos nuestro propio valor desde el autoconocimiento sin dar importancia “al qué dirán” y trabajemos constructivamente con el resto de la sociedad, hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes, ancianos, colegas, instituciones y gobierno sin percibirlos como diferentes a nuestros propósitos de vida. Descubrámonos, amémonos y colaborémonos incesantemente.

 

Comentarios de Facebook